El negocio de la esclavitud africana en la Europa moderna

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Los sacaron como perros de su África natal. Encadenados. Amordazados. Desnutridos. Torturados sin piedad. Golpeados hasta la muerte. Lanzados como basura al mar. Enterrados sin más lujo que el de conservar íntegros sus propios huesos

Todos y cada uno de los esclavos que trabajaron en las propiedades de sus amos y sustentaron gran parte de la economía del mundo occidental (desde el siglo XVI al XIX), cargaron a su vez las primeras piedras de la sociedad moderna. Inglaterra, Francia, EEUU o Brasil se convirtieron en primeras potencias mundiales por medio de la explotación de mujeres y hombres que trabajaron durante décadas en las plantaciones de café, azúcar, tabaco o algodón.

Este es a grandes rasgos el análisis que hace el profesor de Historia en la Brunel University de Londres, Kenneth Morgan, en su último libro Cuatro siglos de esclavitud trasatlántica (Crítica, 2017). En él recorre todas las rutas atlánticas así como los tipos de productos y esclavos que se comercializaban desde África hasta Europa o Norteamérica.

Diez millones de esclavos

Según los datos que aquí se recogen, entre 1501 y 1867 más de 10 millones de esclavos fueron enviados a las Américas desde las regiones costeras del África Occidental. Un sistema basado en la crueldad y el sometimiento, como relató en primera persona Olaudah Equiano (1745-1797) en Narración de la vida de Olaudah Equiano, el Africano, escrita por él mismo. Autobiografía de un esclavo liberto del siglo XVIII (1789).

Un ensayo sobre cómo el ser humano puede herir más que un animal salvaje. Líneas de la muerte en vida. «Tales fueron los horrores que vi y el terror que sentí en ese momento, que si hubiera sido dueño de diez mil mundos con gusto los habría cambiado por la más inferior de las condiciones de un esclavo en mi país. Cuando miré alrededor del barco vi un inmenso horno y una multitud de personas negras encadenadas, cada uno con rostros que reflejaban sentimientos de desesperación y tristeza. No me quedó duda alguna sobre mi destino y, poseído por el horror y la angustia, caí inconsciente en la cubierta».

Prisionero desde los 11 años, edad en la que le arrancaron de sus raíces de Benín (África Occidental), Olaudah, también conocido como Gustavus Vassa (nombre que le puso su primer amo, Michael Henry Pascal, oficial de la Marina Real Británica), logró concienciar a la sociedad británica a través de su propia experiencia.

Olaudah Equiano: «La situación se agravaba por el encadenamiento, que se tornó insoportable, y el hedor de los cubos, en los que a menudo caían los niños corriendo el riesgo de morir sofocados. Los gritos de las mujeres y los quejidos de los moribundos creaban una escena de horror inconcebible»

Formó parte de “Los Hijos de África”, una asociación constituida por 12 hombres negros que luchaban contra la esclavitud en Inglaterra. Así se lo transmitió por carta a la reina Carlota, mujer del rey Jorge III de Inglaterra, el 21 de marzo de 1788. «No solicito su real piedad por mi propio sufrimiento, mis dolencias, aunque son numerosas, están en parte olvidadas. Su Majestad, le suplico compasión para los millones de mis compatriotas africanos que gimen bajo el látigo de la tiranía en las Indias Occidentales. La opresión y la crueldad ejercida a estos infelices negros ha llegado a la legislatura británica, incluso varias personas propietarias de los esclavos en las Indias Occidentales han pedido parlamento contra su continuidad». Un deseo que se materializó definitivamente en 1833, cuando el Parlamento Británico aprobó el Acta de Abolición de la Esclavitud (Slavery Abolition Act).

Ron a cambio de esclavos

De 1660 a 1807 (año en el que Inglaterra promulga el Acta para la Abolición del Comercio de Esclavos), los barcos que zarpaban desde los puertos ingleses hacia Norteamérica o el Caribe llegaron a embarcar a más de tres millones de esclavos siendo Londres, Bristol y posteriormente Liverpool los principales puertos esclavistas del país. En el plano norteamericano fue el Rhode Island Newport el punto central en el comercio trasatlántico de personas.

Un hecho que propició el fortalecimiento de este sistema. «Los comerciantes de Rhode Island tenían buenas relaciones comerciales en el Caribe, y además disponían de una ventaja añadida, como era la posesión de un grupo de destilerías de ron en Rhode Island, que les permitían suministrar alcohol a los comerciantes del África Occidental a cambio de esclavos», destaca el historiador británico en sus páginas.

Senegal, Gambia, Sierra Leona, la Costa de los Esclavos, la Costa del Oro, el golfo de Benín, el golfo de Biafra y el África Central y Occidental (Cabinda, Luanda, Congo) fueron algunas de las zonas africanas que proporcionaron un mayor número de esclavos para los diferentes destinos trasatlánticos.

La investigación colectiva de la Trans-Atlantic Slave Trade Database ha calculado que entre 1514 y 1865 África Central Occidental llegó a enviar 5, 7 millones de esclavos (el 45,5% ) de los africanos transportados a las Américas.

Datos que reflejan la complicidad que los gobernantes e instituciones africanas mantenían con los comerciantes occidentales. «Toda la captura de los negros en África y la canalización de los mismos en la costa de África Occidental que llevaron a cabo los europeos fue realizada voluntariamente por los comerciantes negros. Hubo una economía interna esclavista en gran parte de África entre el siglo IV y el siglo XX, aunque ciertos sectores de la comunidad histórica profesional prefieran no enfatizar en este hecho», remarca el propio Morgan.

Tanto el comercio de esclavos del Atlántico Norte (cuyo inicio se sitúa en Europa y Norteamérica) como del Atlántico Sur (Brasil y Río de la Plata) se mantuvo intacto durante cuatro siglos por las corruptelas y tiranías que habían establecido los propios líderes africanos. Esto a su vez provocó el fortalecimiento de las sociedades privadas y el crecimiento económico de aquellos que gestionaban su patrimonio.

Uno de los primeros europeos que describió al detalle estas prácticas inhumanas y abusivas fue el explorador británico Mungo Park (1771-1806), que se adentró en la parte más rural y virgen de África para conocer las costumbres y hábitos de las distintas tribus que allí habitaban. Vivencias que quedaron inmortalizadas en “Viajes a las regiones interiores de África”, publicada por primera vez en 1799 y traducida al castellano en 2008 por Ediciones del Viento.

18 libras esterlinas por un hombre joven

El compromiso de Park fue tal, que viajó hasta dos veces a este continente. La primera fue en 1795 con la Asociación Africana, institución que le contrató para sustituir al comandante Daniel Houghton, desaparecido durante una misión gubernamental. La segunda fue de la mano del gobierno británico, que organizó otra expedición al Níger en 1805 de la que nunca regresó.

En su primer viaje dejaría anotadas las siguientes líneas sobre las atrocidades y la violencia que sus compatriotas británicos ejercían sobre los esclavos. «A los pobres miserables los mantienen encadenados, de dos en dos, y los hacen trabajar en las labores del campo, y lamento añadir que a duras penas les dan de comer, además de tratarlos con dureza. El precio de un esclavo varía dependiendo del número de compradores que llegue de Europa, y de las caravanas que proceden del interior, pero, en general, creo que un hombre joven y saludable de entre dieciséis y veinticinco años, puede costar entre 18 y 20 libras esterlinas».

Inversión que no siempre salía rentable. De hecho, gran parte del capital destinado a este tipo de empresas nunca se llegaba a recuperar por completo. El profesor Morgan destaca que en la segunda mitad del siglo XVIII, la tasa de retorno de las inversiones anuales de los viajes esclavistas que se dieron en Liverpool oscilaba entre el 8% y el 10% .

A pesar de las diferentes variaciones que se dieron según qué épocas, este tipo de sistema permitió que en el siglo XVIII Inglaterra aumentara el nivel de exportaciones (un 35% del crecimiento entre 1748 y 1776), lo que a su vez permitió la industrialización del país.

El académico inglés lo explica de la siguiente forma: «En el caso de Inglaterra, la contribución de los ingresos obtenidos por la trata más allá de Europa era modesta comparada con los ingresos derivados de fuentes internas como el sector agrícola. Probablemente, la trata de esclavos fue más importante para sus principales participantes por el estímulo que dio a la expansión de las colonias, que para la contribución a los beneficios económicos de la esclavitud».

También EEUU aumentó su riqueza industrial por el comercio de los esclavos. Entre 1790 y 1860, más de un millón de esclavos fueron transportados del alto al bajo sur, lo que permitió consolidar un mercado financiero estable. Entre otras cosas porque los propietarios de las plantaciones del alto sur pudieron aumentar el precio de la venta de sus esclavos para los vecinos del bajo sur, lo que a su vez generó un flujo de capitales y un tráfico interior que influyó de manera directa en la producción algodonera.

La rebelión de las masas

El autoritarismo y la crueldad que aplicaron los terratenientes a sus esclavos propiciaron numerosas revueltas y altercados dentro de las plantaciones, como la que tuvo lugar en agosto de 1831 en el condado de Southampton, Virginia. Nat Turner, líder de la revuelta, y el resto de esclavos, decidieron alzarse contra su amo. Una figura que vuelve a estar de actualidad en El nacimiento de una nación (The Birth of a Nation ) la recién estrenada película de Nate Parker que retrata la lucha racial en la América del siglo XIX.

Incendiar las casas o los terrenos de los amos blancos, fugarse del complejo o desobedecer las órdenes de los capataces fueron alguna de las acciones más comunes que llevaron a cabo todos aquellos que buscaban desesperadamente su libertad. Recompensa de 200 dólares para quien encuentre a cinco esclavos negros que se fugaron de la propiedad de Wm Russell en San Luis, Misuri (EEUU). El anuncio se publicó el 1 de octubre de 1847.

Pero el fracaso en cualquiera de estas misiones se pagaba caro: latigazos, grilletes en los pies o la mutilación de miembros eran algunos de los sádicos castigos que se aplicaron a todos los que se rebelaban contra el control y la sumisión. «Un hombre negro fue ahorcado y luego quemado por intentar envenenar a un supervisor cruel. Así, por medio de crueldades repetidas, los desgraciados, primero son instados a la desesperación, y luego asesinados», rememoraba el esclavo Olaudah en sus memorias.

Acciones que vieron su fin en el siglo XIX, cuando gran parte de las potencias occidentales decidieron abolir el sistema esclavista. Francia lo hizo en 1848. Países Bajos en 1863 y EEUU el 18 de diciembre de 1865, cuando la Decimotercera Enmienda, que derogaba la esclavitud, pasó a formar parte de la Constitución de los Estados Unidos. Se rompieron las cadenas. La libertad ya era un hecho.

Autor: Clara Felis

Comentario al libro “Cuatro siglos de esclavitud trasatlántica” del profesor de Historia en la Brunel University de Londres, Kenneth Morgan. Crítica, 2017