Id y Evangelizad 112: «El problema es el perro, no los collares»

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Editorial Revista Id y Evangelizad 112

El problema es el perro. No los collares.

El liberalismo está de moda. Ante el fracaso de los sistemas comunistas y los populismo, se oyen muchas voces, entre ellas las de algunos grupos católicos, que lo proponen como la verdadera alternativa. Pregonan sus supuestos éxitos económicos y logros democráticos. Olvidan el sufrimiento espiritual, moral y material que este sistema supone para la humanidad, especialmente para los empobrecidos.

Entre los nuevos corifeos del liberalismo están los que enarbolan la bandera del progresismo. Por supuesto, ellos no aceptarán jamás esta acusación que les hacemos e incluso aducirán su denuncia del sistema neoliberal o neocapitalista (algunos hasta se autodenominan “anticapitalistas”); pero, en realidad comparten los mismos errores de base del liberalismo, aunque lo disfracen con nuevos apelativos. Pierden el tiempo en los collares mientras alimentan al perro.

Poster Id y Evangelizad 112

El liberalismo, hermano siamés del racionalismo (o modernismo en teología), no es solo un recetario económico, que lleva a la absolutización del mercado como fuerza organizadora de la economía, ni es solo la democracia representativa con su separación de poderes, muchas veces  sometidos a esos mismos mercados. El liberalismo es, antes que nada, una cosmovisión parida hace dos siglos por la Ilustración, que implica una determinada antropología, filosofía, teología y un programa sociopolítico coherentes entre sí. El liberalismo, cualquiera que sea su modulación, está en franca contradicción con la fe cristiana como lo ha puesto de manifiesto el magisterio eclesial. Según Benedicto XVI en Spes salvi, esta ideología aspira a cimentar la existencia del hombre en la absolutización del binomio razón-libertad. Aunque, en principio, el liberalismo no tiene por qué estar cerrado a Dios, lo cierto es que, al idolatrar la libertad, impide la trascendencia del hombre y su solidaridad, encerrándose en la autorreferencialidad que denuncia Francisco.

Contraportada Id y Evangelizad 112

Actualmente, no sólo la derecha sino también la mayoría de los movimientos autodenominados de izquierda o progresistas, incluidos los eclesiales, son liberales (aunque no lo sepan) porque comparten la idea ilustrada de «progreso» como superación de todas las dependencias, tanto las religiosas como las de la naturaleza humana y las de la solidaridad histórica. Esto explica que los progresistas actúen como los tontos útiles que mejor están desarrollando la agenda liberal, llamada hoy neoliberal o capitalista, al promover los nacionalismos y las reivindicaciones identitarias (LGTBIQ, feminismo, ecologismo, indigenismo, animalismo…) que nos conducen inevitablemente a la destrucción de las estructuras solidarias, dejándonos solos y a merced de la fuerzas económicas y políticas a las que dicen combatir.

El desarrollo espiritual, el pensamiento crítico, el protagonismo político frente al poder, el servicio de las instituciones a las personas… se alejan en la misma proporción que el tándem liberalismo-progresismo conquista más espacios. Ni siquiera la minoría enriquecida que está usufructuando las ganancias de este sistema es hoy día más libre, atada como está a un craso materialismo que justifica el holocausto de los pobres de la Tierra, de los niños abortados o la destrucción de la familia.

El mundo y la Iglesia se encuentran en horas dramáticas. Asumir nuestra responsabilidad para con ambos, implica necesariamente «una autocrítica de la edad moderna» en palabras de Spes salvi, una superación de la idolatrización de la libertad y de la razón autónomas, así como una apertura radical a lo sobrenatural y a la solidaridad. Por estas mismas razones, Rovirosa solía decir que debemos purificarnos de las categorías y vivencias que han predominado en «los últimos doscientos años de historia», es decir, desde el triunfo del liberalismo.

No se trata, desde luego, de renunciar al don divino de la razón ni de la libertad. Al contrario, el objetivo es descubrir su fundamento último y su máximo desarrollo que están precisamente fuera de nosotros: en Dios y en la entrega radical a los hermanos. Combatimos el liberalismo (tenga el collar que tenga: progresista, neocapitalista, conservador…) porque queremos ser libres. Y esto sólo es posible desde y para la Verdad.

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