La juventud senegalesa se organiza ante la falta de futuro

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Asociaciones de senegaleses organizan la lucha por un futuro en su país, además de fomentar e informar sobre las migraciones conscientes y seguras.

Hahatay, sonrisas de Gandiol, es una entidad 100% senegalesa creada por Mamadou Dia, un senegalés que hizo el camino hasta España en cayuco y decidió retornar a su tierra para informar a sus compatriotas de lo que hay tras la dura travesía.

Cayucos en Arguineguin

El último acuerdo con Senegal, firmado el 18 de noviembre pasado, abarca un período de cinco años a partir de la fecha de amplicación. Se beneficiarán más de 42 buques de tres países europeos (España, Francia e Italia), entre ellos 28 españoles, que podrán capturar 10.000 toneladas durante cinco años más.

Dichos acuerdos tienen un impacto muy negativo en un sector que representa 7,1% del PIB (unos 415 millones de euros), y al mismo tiempo genera más de 600 mil empleos directos e indirectos.

La historia de Laye, un pescador de 39 años procedente de la ciudad pesquera de Saint-Louis al norte de Senegal y que se encuentra en estos momentos en un centro de las Islas Canarias refleja esta dura realidad. Siempre ha trabajado en la pesca artesanal desde los 15 años junto con el resto de su familia. Laye es padre de cinco hijos, no pudo asistir al nacimiento del último, que nació hace dos semanas, mientras llegabas a las Islas Canarias con la embarcación que solía usar para trabajar. Aparte de sostener su familia, Laye se hacía cargo de los gastos cotidianos de su tío Doudou Sene que perdió un brazo . También perdió a su único hijo, tras ser arrastrado a la muerte en alta mar por un barco extranjero, que luego se fue a la fuga.

La crisis del sector, sumada a la crisis del covid, empujó a Laye a tomar la decisión de coger la patera dirección a las Islas Canarias. Su sueño nunca ha sido dejar a su familia y su tierra por la aventura europea. Detrás de cada uno de los migrantes que llegan a las costas españolas hay una historia que se merecería su propio documental. Un documento sobre cómo pagan con su vida las políticas inhumanas de los acuerdos pesqueros.

Pescadores en Senegal

Europa no es El dorado, pero sí una oportunidad

Yaye Boye — querida madre en wolof— trabaja en el sector de la pesca y forma parte de las redes comunitaria de apoyo a los jóvenes del sector. Nos confía que “los jóvenes están desperados, el Estado ha fracasado en su misión, no hay empleos, o si hay, están reservado a los familiares de los políticos. Todos los sectores de la economía senegalesa están en crisis. Un país no se puede desarrollar sin industrias”. A pesar de que el presidente ha lanzado varios grandes proyectos, la inmensa mayoría de los senegaleses no pueden llegar a fin de mes.

“Los jóvenes están desperados, el Estado ha fracasado en su misión, no hay empleos, o si hay, están reservado a los familiares de los políticos. Todos los sectores de la economía senegalesa están en crisis”

La crisis del covid empujó a los jóvenes de diferentes sectores, pero sobre todo a los pescadores tradicionales a embarcar hacia Europa. Jóvenes que han preferido dejar a sus familiares para afrontar el mar. En realidad Yaye Boye no se llama así, es el apodo que le han dado muchos jóvenes pescadores. Esta activista señala que el viaje no es el sueño de un prometido El Dorado, sino la única salida posible para muchos de estos hombres de sacar a sus familias adelante. Y apunta que “cuando pides a una persona quedarse en el país hay que darle alguna oportunidad que le permita al menos sobrevivir. Estos jóvenes son muy valientes al desafiar al mar sabiendo todo lo que les espera: racismo, odio, hay que felicitarles. Cuando vuelvan van a propulsar un cambio político, su proyecto es volver lo antes posible”.

Los movimientos sociales senegaleses frente la migración

Alioune Badara Mboup: miembro de FRAPP y del Colectivo #480, está convencido de que el aumento de la migración de este año proviene masivamente de poblaciones pesqueras a diferencia del fenómeno de 2006. Piensa que detrás de este éxodo están los contratos de pesca entre Senegal y otros actores extranjeros: “Esos contratos han empobrecidos el sector, y obliga a los pescadores senegaleses a ir hacia países vecinos”. Con Mauritania ha habido incluso represalias de los guardacostas que han provocado muertes entre los pescadores senegaleses.

Pero entre los migrantes «irregulares», encontramos también jóvenes de otros sectores. Todas las personas que cogen las pateras lo hacen en busca de un futuro mejor que no encuentran en Senegal, los pocos programas de empleo existentes se han reservado al clientelismo político. El senegalés lambda (de a pie de calle) se queda solo frente a enormes gastos sociales sin tener suficientes recursos, no le queda esperanza en las políticas públicas.

Respuesta ante el silencio estatal

Los movimientos sociales han reaccionado obligando al Estado a mirar de frente el drama de la migración irregular con un duelo nacional en memoria de las más de 600 personas que han perdido sus vidas en el viaje. Y aunque el Estado senegalés no guardó este duelo, los movimientos sociales sí lo hicieron, y además masivamente, el pasado 13 de noviembre.

Las acciones no quedaron ahí. Tras el duelo nacional se convocó una marcha silenciosa en memoria de las vidas perdidas, en la que también se señalan los acuerdos pesqueros. En Dakar, la Place de la Nation y las calles cercanas se llenaron de manifestantes el pasado sábado 21 de noviembre. Llevaban pancartas en las que podía leerse “ça suffit!“ o “Dafadoy” [Basta ya en francés y en wolof respectivamente], denunciaban la indiferencia del estado y exigían la cancelación o renegociación de los renovados acuerdos comerciales de pesca.

Alioune Badara explica que están organizados bajo un colectivo denominado #480 —que se refiere a la cifra de las personas que perdieron la vida en una sola semana, un número que ya es simbólico, pues los muertos son muchos más. El colectivo se ha puesto muchas tareas por delante, las principales: informar a la población, recordar al Estado su responsabilidad y sensibilizar a la ciudadanía para que no se arriesguen en el mar, sino que se queden para luchar contra el saqueo de los recursos, porque, valora Badara, al pueblo senegalés le corresponde luchar por políticas pensadas para el bien común. Así, concluye este activista, los jóvenes tienen que quedarse e imponer al Estado que afronte la gran crisis de desempleo que les afecta.

 

Fuente del Artículo EL SALTO