MOVIMIENTO OBRERO EN EUSKADI DURANTE EL FRANQUISMO

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Una vez más, se manifiesta con este testimonio militante, como la historia se nos ha manipulado.

Con gran alegría presentamos hoy «EL MOVIMIENTO OBRERO EN EUSKADI DURANTE EL FRANQUISMO», y ello por varias razones. La primera, porque escriben dos militantes obreros de los que no se fueron de «vacaciones» durante el franquismo y supieron estar en la lucha militante mas de veinticinco años, con las consecuencias personales normales en una dictadura, pero, a pesar de todo, permaneciendo en la lucha. Dice Antón Saracíbar que Iñaki Echeandía es el militante obrero más ejemplar que ha conocido.

Y ya tenemos la segunda razón: que escriben este «Cuaderno»
Dos militantes obreros ejemplares, de aquellos que hicieron un movimiento obrero que, en su identidad con los pobres, fue esperanza emancipadora con los oprimidos, y a los cuales hoy se les arrincona, tanto por los politiqueros que ocupan el poder o aspiran a él como por los intelectuales que en un derroche de superficialidad, radicalmente inadmisible, hacen sus tesis doctorales- calificadas con laude- o escriben obras de varios tomos, ignorando intencionadamente la versión de los protagonistas y, no pocas veces, hacen eso para desfigurar la verdad y tener razón en los «análisis científicos». Se nos vienen al recuerdo tesis como la de Pedro Ibarra, hoy profesor en la Universidad de Bilbao, y que para hacerla entró en contacto, por mi mediación, con Iñaki Echeandía, y no hablaron mas que una sola vez, porque el resurgir militante obrero en Euskadi era inexplicable sin la militancia obrera cristiana y esto no se puede decir si se quiere aparecer como progresista.

O la tesis sobre IGLESIA, DICTADURA Y DEMOCRACIA, dirigida por Alfonso Alvarez Bolado, S.J., de la que es autor Rafael Díaz-Salazar y que desfigura gravemente la realidad histórica del apostolado obrero durante el franquismo, al ser narrado sin tener en cuenta a los protagonistas, lo que le lleva a admitir fácilmente toda la desfiguración de los hechos que las segundas, terceras, cuartas manos de las que toma los datos quieren darle. De esta forma se «justifica» fácilmente el asalto politiquero de los partidos marxistas a las organizaciones apostólicas. Y luego se hace análisis científico»
De la realidad.

O la HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO EN CANTABRIA, que sosteniendo, de entrada, no se podría entender sin poner como columna vertebral al apostolado obrero, especialmente a la HOAC, todo el libro es una difuminación de esa realidad a base de mentiras e inexactitudes. También los autores tuvieron a su alcance a hombres clave en esa historia, como fue Benigno Ortiz, pero no solo no cruzaron la palabra con él para escuchar su versión de los hechos más importantes durante el franquismo en Cantabria, sino que le ignoran olímpicamente y, solamente al final, en la lista de un apéndice, ponen su nombre. ¿Lo hicieron porque siendo de los fundadores de Comisiones Obreras en Cantabria fue el primero en denunciar el dirigismo del PCE dentro de ellas, y abandonarlas por esta causa? ¿Es la razón de este silencio que siempre sostuvo, públicamente, que era «militante obrero por fe en Jesucristo»?. El sectarismo antirreligioso de la izquierda oficial española permite pensarlo.

Este libro es un auténtico panfleto en el que si hay una sola verdad es por mera coincidencia. Llega al retorcimiento de intentar anular al acción militante de los cristianos en los 40 y los 50 a través de ignorar sus acciones: en 1943, resurrección de los centros de cultura obrera; en 1947, puesta en marcha del primer bufete laboralista en España, etc,etc. También usa el retorcimiento de los hechos en otras ocasiones, por ejemplo, cuando afirma que el mas tarde Cardenal Herrera Oria fue importante en el nacimiento de la HOAC. Y no sólo no fue así, sino que se opuso al apostolado obrero en general. El Cardenal Herrera fue el mas importante apóstol de la burguesía española en el siglo XX, pero no entendió nada de promoción obrera, hasta el punto de que cuando Juan XXIII sostuvo el principio de que la promoción de los campesinos tenía que ser obra de los campesinos mismos, el Cardenal Herrera Oria estimó que era un error de traducción, intentan ligar la HOAC de los 40 y los 50, la que pretende ignorar Santiago Carrillo, con la democracia cristiana de Herrera, lo que dejaría el terreno libre para defender la HOAC que en los 70 enviaría circulares ordenando el voto socialista, y esta segunda, sería la auténtica.

Otras publicaciones de talante panfletario, por ignorar a los protagonistas, serían las enciclopedias regionales que se están editando. En concreto hemos visto dos: la de Murcia y la de Cantabria. En la primera, de inspiración socialdemócrata, se pone como líder murcian o » león de la Huerta» a Hernández Ros, cuando se hizo la enciclopedia, cabeza del PSOE murciano, mientras los protagonistas de la lucha obrera en Murcia saben que no pintó nada o que más bien se dedicó a tareas mercantiles.

La de Cantabria, de inspiración conservadora, termina la historia del movimiento obrero en 1931; si se descuidan, no la empiezan. De esa manera no se enfrentan al problema de tener que descubrir el papel de muchos conservadores del franquismo, o de poner a Felipe González y a su PSOE en el lugar que le colocan hombres como Bruno Alonso, líder socialista cántabro indiscutible, que ha rechazado absolutamente, que ha rechazado absolutamente la jugada de Felipe González y Willy Brand en el Congreso de Suresnes. Por cierto, este Congreso, clave para entender la realidad española actual, no ha merecido ni un folleto por parte de nuestros ilustres catedráticos de Historia, incluido el económicamente cotizado Tuñón de Lara. ¿Casualidad?, creemos que no; es demasiado importante el silencio como para ser casual; mas bien estimamos que es una necesidad de desfigurar la verdad histórica más reciente con el fin de afirmar el neocapitalismo imperialista en España. Y a esto juegan hoy tanto la derecha, como el centro y la izquierda oficiales.

La tercera razón es que sería un grave pecado social dejar que también sea el burocratismo reinante el que escribiera la historia a su imagen y semejanza. Sabemos que no pocos historiadores les servirían. Ahí está, para demostrarlo, el silencio que está cayendo sobre los veinte años que van de 1945 a 1965. Es indispensable que hable la militancia, los que protagonizaron la historia, para que luego los manipuladores no tengan el camino tan libre y la verdad sea servida. En el fondo, esta es la razón de nuestra serie sobre la historia obrera durante el franquismo contada por sus protagonistas. Sabemos que seremos excomulgados por los del «análisis científico» y por las crías del franquismo, pero habremos pasado la experiencia militante a las nuevas generaciones y, eso, es lo importante.

La cuarta razón intenta barrer el complejo de no pocos cristianos ante la izquierda oficial, que no real, y la estafa de esta apareciendo como lo que no es. Si el imperialismo neocapitalista necesita la derechización general de la vida social y política, y la necesita, es natural que siga presentando como izquierda a lo que ya es pura derecha, pero para que le sirva de algo, le resulta indispensable tener una derecha oficial y una real acomplejada. Ya en los años 60, don Vicente Puchol, entonces obispo de Santander, nos decía que en España había derecha, ultraderecha y ultrísima derecha, y nada mas. ¿Qué diría hoy si viviera?. Quizá este poder disponer y de dos derechas, Gobierno y recambio, se lo haya servido en bandeja al imperialismo el que no hubiera ruptura democrática sino reforma, lo que ha permitido que hoy los poderes fácticos sean lo que dejó el dictador.

Esta derecha franquista necesita el reconocimiento democrático de la izquierda oficial, y ya Santiago Carrillo dice que Adolfo Suárez y su CDS son progresistas, al mismo tiempo que el PSOE comparte el poder en ayuntamientos y autonomías con el CDS y empieza a hacerlo, más vergonzantemente, con AP.

Nos parece evidente que los militantes obreros cristianos, que vivieron la oposición al franquismo desde los 40, y no de 1962, como dijo Emilio Romero (otro historiador interesado) en TVE, con permiso de Oscar Alzaga y Javier Rupérez, no tienen razón ninguna para sentir complejo y sí para sostener, con toda honestidad que, desde los años 40, el sector que mas antifranquistas militantes produjo, fue el cristiano. Es verdad que hubo cristianos con el franquismo, pero no es menos verdad que también los hubo en el antifranquismo…sin derecho a vacaciones y con derecho a ser condenado por Emilio Romero desde entonces.

Sí, nos parece que es exigencia de justicia que hablen los protagonistas de la historia y que se desenmascare el juego imperialista del neocapitalismo, que ha conseguido poner en la misma mesa la Movimiento Nacional, al PSOE y al PCE, lo cual no deja de ser un hecho interesante para el que quiera saber en que España vive. Y conste que lo decimos como acusación, sino como HECHO. Que hablen los protagonistas, a sabiendas de que serán subjetivos, pero proporcionando ese servicio a la verdad histórica, ya que es la única manera de frenar a los mercaderes del género.

Permítasenos decir unas palabras sobre la desaparición de la militancia, que consideramos la gran amenaza del imperialismo, ya que mientras una sociedad genera militantes, todo proceso hacia delante es posible, pero cuando faltan ellos… la comida se vuelve insípida.

Hasta el fin del franquismo la lucha contra la dictadura la llevaban mujeres y hombres con-vertidos. Unos, a un ideal humano; otros, a Jesús de Nazaret. Desde los primeros pasos de la nueva situación esto cambió radicalmente. Ya no era necesaria ni la conversión galopante y triunfalista de los últimos años del franquismo. La burocracia hacía su aparición en el horizonte de las fuerzas de cambio de la sociedad española como grupo dirigente. La UGT y el PSOE se montarían, a prosa y corriendo, contando con el prestigio de una historia, como parte positiva, y con el talonario de cheques como pieza eficaz. Lo mismo pasaría con el PCE y CCOO, con el agravante, para el movimiento obrero, de que estas dos últimas, que aunque con retraso había despertado a la acción militante en los 50, pasaban a estar bajo la dictadura del talonario de cheques que acabó en poco tiempo, con todo vestigio militante en ellas.

Los minúsculos grupos de la izquierda marxista, a plano de todo el Estado español, alentados desde las organizaciones apostólicas inspiradoras 30 años antes del nacionalcatolicismo, desaparecieron en las primeras elecciones y la mayoría de sus dirigentes buscaron colocación en el PSOE. No daba mas de sí su esperanza militante.

Los anarcosindicalistas desoyeron el consejo de Diego Abad de Santillán, que propugnaba la unión, en una confederación, de todo el sindicalismo no marxista, y dedicaron máxima atención a los «grupos específicos» y mínima al sindicalismo y esto les condujo a la ruptura propiciada por quienes en la «editorial ZYX» habían sostenido las tesis de la organización de la clase.

Por último, USO abandona el socialismo autogestionario, primero, por la jugada de José María Zufiaur, que se pasaría con un amplio grupo a UGT; después, por el paso a CCOO. De José Corel, que arrastraría otro grupo con él, y, por último, Manuel Zaguirre, secretario general de la organización, a pesar de que en el Congreso
Con mayor representación, celebrado por USO, le confirmara la línea autogestionaria, boicoteó estos acuerdos y efectuó una política a su medida. Simultáneamente con todo el proceso anterior, el sector politiquero de USO, encabezado por Enrique Barón, Barrionuevo y Eugenio Royo, se pasó al PSOE.

De esta forma, las que históricamente habían sido organizaciones militantes, que partían de la con-versión al Ideal, quedaron convertidas en piezas del imperialismo como realidades burocráticas.

Este es hoy el gran problema y, a la vez, el gran desafío. Si las que fueron organizaciones militantes ya no tienes razones para seguir esa vía, ¿desde dónde hay razón para ser militante?. Desde la única realidad que para vivirla exige con-versión: el cristianismo. Pero no seamos triunfalistas. El imperialismo neocapitalista necesita que la Iglesia Católica sea su respaldo religioso, de la misma manera que lo fue el protestantismo para el capitalismo. Y esta es la razón de los reduccionismos en alza:

– el espiritualista, que reza y no hace,
– el secularista, que hace y no reza.

Ambos tienen un mismo origen. Por eso no es de extrañar que fueran las órdenes religiosas quelanzaron el nacionalcatolicismo las que pusieron en marcha el cristianismo marxista. Y las dos, espiritualimo y secularismo, sirven al imperialismo neocapitalista defendiendo «la religión de sacristías».

Que las nuevas generaciones reciban a través de esta colección de «Cuadernos» en la que hablan los protagonistas, la noricia de que sólo la vida militante es humana nos parece razón importante.

Por último, si se trata de un «Cuaderno» hecho por vascos, sobre Euskadi, no está mal que le presente alguien que teniendo sangre vasca, se sigue sintiendo en el proceso de conversión que pasa por los pobres y que sólo desde allí se puede ser solidario de todos los hombres y pueblos.

Por todo ello, esperamos que las nuevas generaciones de militantes, por las que luchamos, encuentren en las páginas de Iñaki y Antonio, no una literatura académica, que no es ni justo buscar; ni elaboración técnicamente correcta, que sería injusto esperarla de estos dos hijos del trabajo, sino más bien el palpitar de una vida que por servir al Ideal, Cristo en este caso, lo entrega todo y saben mostrar con su testimonio de la realización del hombre aquí, en esta vida, sigue estando en tener vergüenza, y, con ello, el Justo te impondrá, para toda la eternidad, la corona de Justicia.

El MOVIMIENTO CULTURAL CRISTIANO se alegra cuando, como en este caso, se consigue que hablen los protagonistas son voz a los que el sistema trata de hacer callar no publicando lo que digan.
Una victoria mas sobre la censura del neocapitalismo.