«Ese turismo degenerado que hay por aquí hay que botarlo lo antes posible para que no corrompa a nuestra niñez», «los nuevos nombres de la paz son justicia, desarrollo y solidaridad». El Cardenal López Rodríguez pide expulsar a «turistas sexuales» de la República Dominicana
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SANTO DOMINGO, 8 May. 03 (ACI).- En declaraciones a la prensa local, el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, Arzobispo de Santo Domingo, exhortó a las autoridades locales a expulsar a los «turistas degenerados» que visitan el país para corromper niños.
El Purpurado explicó que el turismo sexual, que se origina en ambientes donde reina la degeneración, es perjudicial para cualquier nación o destino que lo reciba porque su moral es igual a cero.
«Hartos de su basura local y cultural, esos extranjeros andan buscando víctimas fáciles, como las que genera la pobreza, con el objetivo de satisfacer sus apetencias y perversiones», denunció el Arzobispo.
«Ese turismo degenerado que hay por aquí hay que botarlo lo antes posible para que no corrompa a nuestra niñez», insistió.
Finalmente, lamentó que no siempre los países receptores de turistas, como el caso de República Dominicana, sean consecuentes con las leyes que se están aplicando en naciones desarrolladas para frenar el tráfico y la explotación sexual infantil
Monseñor Martino: «La pobreza, uno de los mayores enemigos de la paz»
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Intervención ante los sacerdotes de Medellín
MEDELLÍN, 8 mayo 2003 (ZENIT.org).- El arzobispo Renato Martino expuso el miércoles ante el clero de la archidiócesis colombiana de Medellín los principios de la educación a la paz, elemento según él íntimamente unido a la misión evangelizadora de la Iglesia «como maestra de pueblos y experta en humanidad».
La intervención del presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz tuvo lugar durante el viaje pastoral que está realizando en Colombia, en cuya capital (Bogotá) inauguró el pasado lunes el II Congreso de Reconciliación Nacional, promovido por el episcopado local.
Hablando sobre «La pastoral social y la reconciliación en tiempos de conflicto», monseñor Martino afirmó que, de acuerdo con la enseñanza de Pablo VI y de Juan Pablo II, «los nuevos nombres de la paz son justicia, desarrollo y solidaridad».
La pobreza y la marginación social se encuentran –según el prelado–, entre los mayores enemigos de la paz. Por ello, el «no» a la guerra debe estar acompañado del empeño a favor de la justicia social y de la defensa de la dignidad y de la libertad humana.
De esta forma, «educar para la paz presupone el reconocimiento de la unidad de la familia humana y del bien común planetario y significa educar en la justicia distributiva y social y en el respeto efectivo de los derechos de todo hombre y de todos los pueblos».
Según explicó el arzobispo Martino, una educación para la paz implica también «formar en el diálogo, en la aceptación y en la comprensión de las razones de los demás».
«Devolver un alma ética a la política y a la economía» es igualmente tarea de la educación para la paz. «Bajo los ojos de todos están los efectos perversos de una actuación económica separada de la moral y guiada exclusivamente por el beneficio y el lucro», afirmó.
Por ello, la apertura a la justicia y a la solidaridad «proporcionará un nuevo rostro a la economía, transformándola en un gran factor de paz», subrayó.
Es necesario, en fin, que cada uno se movilice para aportar su propia contribución a la causa de la paz, puesto que –como afirma Juan Pablo II– «la guerra puede ser decidida por pocos, pero la paz presupone el compromiso solidario de todos», concluyó monseñor Martino.