UNOS CUANTOS CUENTOS : "LOS CAMPESINOS", " UNA BALA POR DIOS", "LA ZANAHORIA, EL HUEVO Y EL CAFÉ", " LAS CALUMNIAS".

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LOS CAMPESINOS

Érase una vez, una comunidad en lo alto de un monte. Aquel año, la cosecha de café fue excelente y cada familia logró recoger una buena cantidad.

Cuando llegó el tiempo de llevarlo a vender, cada uno de los cincuenta vecinos de la comunidad, salió por su cuenta a venderlo.

Consiguieron un buen precio en el mercado. Cada uno guardó su plata lo más escondida que pudo, y después de hacer unas compras, regresaron a sus casas.

En el camino, detrás de unos palos, estaban escondidos tres ladrones, que iban robando uno a uno a todos los campesinos que regresaban.

Al llegar a su comunidad, el hombre más viejo de aquella comunidad, que estaba sentado a la puerta de su casa les preguntó:
¿Qué les pasa, compañeros? Esta mañana cuando salieron a vender el café, iban con la cara sonriente, y ahora, regresan tristes y apaleados.

Uno de los campesinos le respondió;

— Todo marchaba bien. Conseguimos una buena ganancia por el café, pero al regreso, tres ladrones nos han robado todo lo que cargábamos.

Y el viejo, con voz brava, les dijo:

— ¡Pero cómo es posible, si vosotros sois cincuenta y ellos eran tres!

Y le dijeron;

— Muy sencillo; hermano. Ellos eran tres, pero estaban unidos; nosotros, sin embargo, somos cincuenta, pero estamos desunidos.

Y aquel año, en aquella comunidad, se siguió pasando necesidad.

UNA BALA POR DIOS

Un domingo por la mañana en la Iglesia una cantidad de fieles de alrededor 2,000 personas estaba reunida y se sorprendieron de ver dos hombres entrar vestidos de la cabeza a los pies de negro y con armas.

Uno de los hombres dijo,

— «El que se atreva a recibir un tiro por Cristo quédese en el lugar que esta»,

Inmediatamente el coro se fue, y los diáconos también se fueron, también se fue gran parte de la feligresía. De las 2,000 personas solo quedaban 20.

El hombre que había hablado miro al ministro y le dijo

— «OK PADRE», ya me deshice de los hipócritas. Ahora puede empezar su sermón, que tenga un buen día.
Y los dos hombres se fueron.

LA ZANAHORIA, EL HUEVO Y EL CAFÉ

Un acólito preguntaba a su maestro acerca de la vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencido.

Estaba cansado de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su maestro, lo llevó a la cocina del monasterio.
Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin
decir palabra.

El alumno esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su sabio maestro.

A los veinte minutos apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato.

Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su extrañado alumno le dijo: «¿qué ves?» -«Zanahorias, huevos y café» fue su respuesta.

Le hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias.
Lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café.

El aprendiz sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma y humildemente preguntó: «¿Qué significa esto?»

El maestro explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente.

La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer.

El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.

Los granos de café sin embargo eran únicos; después de estar en agua hirviendo, habían transformado al agua.

«¿Cual eres tú?», le preguntó. «Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?

¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un problema te haz vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?

¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.

LAS CALUMNIAS

Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un amigo suyo, y todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que este había alcanzado.
Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese amigo, y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo:

– «Quiero arreglar todo lo que hice, ¿como puedo hacerlo?», a lo que el sabio respondió:

– «Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas y suéltalas donde quiera que vallas».
El hombre muy contento por aquello tan fácil tomó el saco lleno de plumas y en el cabo de un día las había soltado todas. Volvió donde el sabio y le dijo:

– «Ya he terminado», entonces el sabio contesto:

– «Esa era la parte fácil… ahora debes volver a llenar el saco con esas mismas plumas que soltaste, sal a la calle y búscalas».

El hombre se sintió muy triste pues sabía lo que eso significaba, y no pudo juntar casi ninguna. Al volver el hombre sabio le dijo:

– «Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya esta hecho. Lo único que puedes hacer ahora es perdirle perdón a tu amigo, pues no hay forma de revertir lo que hiciste».