JUAN PABLO II LLAMA AL URGENTE COMPROMISO SOLIDARIO POR LA PAZ

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Lejos de perder la confianza ante la violencia que ensangrienta distintos puntos del planeta, es preciso «convertirse en artífices de paz», exhortó Juan Pablo II a los más de 300.000 participantes de la «Marcha por la Paz» el pasado domingo… En los últimos años «no se ha invertido mucho para defender la paz, prefiriéndose más bien destinar ingentes recursos a la compra de armas», mientras «la crónica diaria nos recuerda que las guerras siguen turbando la vida de los pueblos, especialmente de los países más pobres», constató el Papa…
CIUDAD DEL VATICANO, 13 octubre 2003 (ZENIT.org).- Lejos de perder la confianza ante la violencia que ensangrienta distintos puntos del planeta, es preciso «convertirse en artífices de paz», exhortó Juan Pablo II a los más de 300.000 participantes de la «Marcha por la Paz» el pasado domingo.

La tradicional marcha desde Perugia a Asís, en Italia, se desarrolló en esta edición bajo el lema «Construyamos juntos una Europa por la paz» alcanzando una «gran participación popular e institucional», según refirió desde Asís el portavoz del Sagrado Convento, el padre Enzo Fortunato.

En la iniciativa, que también recordó el 40º aniversario de la encíclica sobre la paz de Juan XXIII –«Pacem in Terris»–, participaron igualmente numerosos jóvenes de asociaciones y movimientos eclesiales, además de una nutrida representación de religiosos y religiosas, misioneros y laicos comprometidos en la cooperación internacional.

En el mensaje que el Santo Padre envió a los participantes a través del obispo de Asís, monseñor Sergio Goretti, manifestó su satisfacción por la iniciativa de unir en el lema de la marcha dos dimensiones: «Europa y la paz». «Podríamos decir que éstas se apoyan recíprocamente: una reclama la otra», observó.

«De joven pude constatar por experiencia personal el drama de una Europa privada de paz», compartió el Papa.

«Ello me impulsó aún más a trabajar incansablemente para que Europa reencontrara la solidaridad en la paz y se convirtiera, entre los otros Continentes, en artífice de paz dentro y fuera de sus fronteras», reconoció.

Y advirtió: «Estoy convencido de que se trata de una misión que hay que redescubrir con toda su fuerza y urgencia». Para lo cual es necesario que Europa, atendiendo a sus «nobles tradiciones espirituales, sepa emplear con generosidad, a favor de toda la humanidad, su rico patrimonio cultural madurado a la luz del Evangelio de Cristo».

En los últimos años «no se ha invertido mucho para defender la paz, prefiriéndose más bien destinar ingentes recursos a la compra de armas», mientras «la crónica diaria nos recuerda que las guerras siguen turbando la vida de los pueblos, especialmente de los países más pobres», constató el Papa.

«¿Cómo no pensar en la persistente violencia que ensangrienta, por ejemplo, Oriente Medio, y en particular Tierra Santa? ¿Cómo permanecer indiferentes frente a un panorama de conflictos que se extiende cada vez más y afecta distintas partes de la Tierra?», interrogó.

Sin embargo, «a pesar de las dificultades, no hay que perder la confianza –exhortó Juan Pablo II–. Es preciso continuar trabajando por la paz, siendo artífices de paz».

«La paz es un bien de todos. Cada uno está llamado a ser constructor de paz en la verdad y en el amor», concluyó.