OBISPOS ANDALUCES DENUNCIAN LAS TRÁGICAS MUERTES DE INMIGRANTES EN LAS PATERAS

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Los obispos indicaron que «no podemos vivir de espaldas a esta realidad que está ocurriendo a las puertas de nuestras casas. Esos cadáveres son los restos de unas personas sujetos de dignidad y de derechos inalienables.» Señalan que «todo eso les es negado como consecuencia de unos sistemas económicos injustos que provocan estos desequilibrios Norte-Sur, en los que los países ricos aparecen como paraísos de bienestar cuya conquista obliga a jugarse la vida en manos de mafias sin escrúpulos, repulsivos traficantes de seres humanos en el siglo XXI».

MADRID, 3 Nov. 03 (ACI).-Ante los trágicos sucesos acaecidos en la costa andaluza con la llegada de cadáveres procedentes del naufragio de algunas pateras, los obispos de las diócesis comprendidas en la Provincia Eclesiástica de Sevilla hicieron público un comunicado en que lamentan la desgracia y denuncian las mafias que trafican con seres humanos.

Haciendo suya la misiva publicada por el Obispo de Asidonia-Jerez, Mons. Juan del Río artín, los obispos andaluces presididos por el Arzobispo de Sevilla, Cardenal Carlos Amigo Vallejo, declararon que este hecho «es una horrible muestra más de un grave problema humano y social» y pidieron se superen estos «muros de la muerte».

Los obispos indicaron que «no podemos vivir de espaldas a esta realidad que está ocurriendo a las puertas de nuestras casas. Esos cadáveres son los restos de unas personas sujetos de dignidad y de derechos inalienables. Como criaturas de Dios estaban llamados a disfrutar una vida, a tener un país, a desarrollarse en un trabajo y con una familia».

Sin embargo, señalaron los obispos, «todo eso les es negado como consecuencia de unos sistemas económicos injustos que provocan estos desequilibrios Norte-Sur, en los que los países ricos aparecen como paraísos de bienestar cuya conquista obliga a jugarse la vida en manos de mafias sin escrúpulos, repulsivos traficantes de seres humanos en el siglo XXI».

Al final del comunicado los obispos señalaron que ante el fenómeno de la inmigración, «la sociedad europea y sus instituciones tienen que encontrar formas de acogida y hospitalidad en las que todos hemos de colaborar y, a través de las cuales, se fomente el crecimiento de una cultura madura que tenga en consideración la igual dignidad de cada persona y la obligada solidaridad que debemos a los más débiles, algo que exige siempre el reconocimiento de sus derechos fundamentales».