ENTREVISTA a FERNANDO GARCÍA de CORTAZAR. “A los ECLESIÁSTICOS SIEMPRE les ATRAJO la IDEA NACIONALISTA”

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Fernando García de Cortázar, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Deusto, compatibiliza su labor docente con la de investigación y divulgación. Tiene unas cuantas docenas de obras publicadas y muy leídas. Su formación humanística y su sensibilidad poética se alían para acercar la historia de forma verdaderamente atractiva al gran público: ´El grave problema de España ha sido la inhibición de los intelectuales a la hora de poner freno al totalitarismo nacionalista…¿Cuando reconocerán que los nacionalistas, ellos solitos, se satanizan y criminalizan con su complicidad con los terroristas?…
«A los ECLESIÁSTICOS SIEMPRE les ATRAJO la IDEA NACIONALISTA»

Por Marita Rodríguez

Fernando García de Cortázar, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Deusto, compatibiliza su labor docente con la de investigación y divulgación. Tiene unas cuantas docenas de obras publicadas y muy leídas. Su formación humanística y su sensibilidad poética se alían para acercar la historia de forma verdaderamente atractiva al gran público, de tal manera que su Breve Historia de España fue un auténtico «best seller» y su última obra, Historia de España. De Atapuerca al euro (Planeta) lleva el mismo camino. Colabora en distintos medios de comunicación y dirige la Fundación Grupo Correo Prensa Española.

Este hombre amable, cordial, alegre y comprometido con la defensa de las libertades, ha encontrado, además, tiempo y valor para involucrarse activamente en los distintos movimientos cívicos de contestación a los excesos nacionalistas en el País Vasco. Es uno de los patronos de la recién creada Fundación para la Libertad.

P.- ¿Qué porcentaje hay de realidad y cuál de interpretación subjetiva en la Historia?
R.- La Historia está en constante proceso de definición. En una búsqueda agónica de identidad. Si la Historia se investiga de modo distinto cada generación, la historiografía se ve obligada a justificarse casi cada década. La Historia es una ciencia pero no exacta sino blanda y, en cuanto ciencia, es sobre todo un método, un instrumental, unas fuentes. Cuando el historiador se pone a escribir, se adentra en el reino de la subjetividad.

P.- Parte de la historiografía coontemporánea sostiene que la nación española surge a principios del s. XIX, ¿está de acuerdo?
R.- La nación española y otras naciones más vieron la luz en los primeros años del siglo XIX. Fue entonces cuando los Estados clásicos utilizaron la idea de nación para dotarse de elementos de igualdad y libertad frente al absolutismo anterior. Este nacionalismo cívico y constitucional del siglo XIX nada tiene que ver con los nacionalismos actuales, que son nacionalismos comunitaristas, basados en formas de integración social y, consiguientemente, de exclusión del «otro» que contradicen los fundamentos clásicos de la sociedad liberal y moderna. El comunitarismo nacionalista está en el origen de numerosas tragedias contemporáneas ya que para vencer las resistencias de la sociedad civil y su credo político liberal siempre tuvo que ejercer violencia.

P.- ¿En qué momento deja el Sur de ser más rico que el Norte?
R.- Con la guerra de la Independencia y la emancipación de América española se produce el hundimiento del Sur en beneficio del Norte costero, que en seguida se va a industrializar. Las burguesías catalana y vasca se pondrán al frente del desarrollo español y con su demanda de mercado único, libre de fronteras interiores, contribuirán a afirmar la nación española que las Constituciones definen.

P.- ¿Fue 1714 el fin de una Cataluña libre o el final de la Cataluña feudal?
R.- 1714 supone el fin de una estructura política heredada de la Edad Media y de resabios feudales. Y es el comienzo de una era de modernización de Cataluña que en el XIX tiene el capital y los hombres necesarios apara abordar la industrialización. La política centralizadora de los Borbones suponía un progreso respecto de la legislación anterior y, consecuencia de ella, los comerciantes catalanes participarían en el mercado americano, hasta el XVIII privativo de la Corona de Castilla

P.- En su último libro, Ud. señala que la nobleza y la Iglesia han constituido una rémora permanente para la modernización de España y para una mejor distribución de los recursos, ¿cómo vive su condición de jesuita con ese espíritu tan crítico?
R.- Mis años de formación religiosa coinciden con una época de renovación y apertura de la Iglesia al pensamiento moderno. Son los años sesenta, en los que la Iglesia no estaba tan a la defensiva como ahora y entre los jesuitas se fomentaban actitudes críticas respecto del poder político y de la jerarquía eclesiástica. Ahora hay que andar con más cuidado, sobre todo cuando se trata de la crítica a los obispos o al Vaticano. La Compañía de Jesús se ha vuelto más sumisa y no quiere problemas con Roma.

P.- ¿Por qué la Iglesia deja de apoyar al régimen franquista? ¿Por qué apuesta ahora por los nacionalismos catalán y vasco?
R.- A los eclesiásticos siempre les atrajo la ideología nacionalista. El clima emocional que envuelve el comportamiento religioso prefiere antes las cálidas y gaseosas abstracciones de la nación o pueblo que las frías y materiales reivindicaciones de la clase social. Además los nacionalismos que han triunfado en España han sido los nacionalcatólicos en sus distintas versiones. La extracción social del clero en España, rural más que urbana, ha empujado también a la clerecía a identificarse con una ideología que exalta sentimientos de etnia y tierra y que descansa en una enorme simplificación mitológica. Pero por encima de todos estos argumentos, el oportunismo eclesiástico y el instinto de supervivencia de la jerarquía explican el viraje de la Iglesia y su alineamiento en los escuadrones nacionalistas.

P.- Ud. sostiene que la intelectualidad progresista y la izquierda acomplejada, debido a la apropiación indebida que hizo Franco de la cultura y de la sociedad españolas, han contribuido más que nadie a la disolución de España; que, mientras rechazan todo lo relacionado con el españolismo franquista, se tragan el sapo de los otros nacionalismos sin tener en cuenta sus rasgos excluyentes ni su imaginario sentimentaloide. ¿Ve algún indicio de cambio próximo en esa izquierda?
R.- Los nacionalismos actuales, reaccionarios y ultraconsevadores, jamás pudieran haber soñado con la benevolencia de la opinión pública si la izquierda y la progresía divina no les hubieran dado patente de corso y no les hubieran concedido un plus de legitimidad sobre los no nacionalistas. Resulta difícil entender la impunidad política de que gozan los nacionalismos y uno se pregunta qué tendrá que hacer -más de lo que ha hecho contra la democracia- el PNV para que algunos comentaristas les retiren su apoyo y comprensión. Los que sin ninguna originalidad repiten: «no hay que criminalizar, ni satanizar al PNV ¿cuando reconocerán que los nacionalistas, ellos solitos, se satanizan y criminalizan con su complicidad con los terroristas?

El grave problema de España ha sido la inhibición de los intelectuales a la hora de poner freno al totalitarismo nacionalista. Esto ha ocurrido porque la izquierda formada en una coctelera ideológica, en la que se mezclaron populismo castrista y del Che, progresismo clerical de cura obrero y un cierto diletantismo, vio el nacionalismo como progresista. En un tiempo pensó que la liberación de clase podía pasar por la liberación nacional, ignorando que todo proceso de construcción nacional pasó obligatoriamente en la Historia por la dominación burguesa, la exclusión social y -en España, además- por la Iglesia.

Creo que en estos años la izquierda, por lo menos en el País Vasco, se ha hecho más crítica con el nacionalismo, y los intelectuales están desempeñando un papel importante de defensa de las libertades y denuncia del totalitarismo nacionalista. Pero convendría recordar que en España, en su conjunto, los intelectuales no han llevado todavía al tribunal de la historia a una ideología responsable de tantas muertes, tanta crueldad y tanta exclusión. En España se mata y tortura con sadismo extremo por el pretendido derecho de autodeterminación, por una pasión nacionalista. Los asesinos se sienten patriotas y son reconocidos por una parte de la familia nacionalista como tales. Sin embargo a Madrazo y a su Izquierda Unida se les ve bobaliconamente satisfechos oponiéndose a la ilegalización de Batasuna y compartiendo programa, prebendas y fotografía con un gobierno nacionalista.

P.- Dice que nunca han de faltar los que reclaman el federalismo como forma de estado ideal, pero que resulta difícil encontrar un solo español que consiga explicar las novedades prácticas que esa fórmula introduciría respecto del Estado de las Autonomías. ¿Se lo ha preguntado a Maragall?
R.- No se lo he preguntado a Maragall pero él tampoco ha explicado las ventajas prácticas que para los españoles tendría la fórmula federal en comparación con la autonómica. Por mucho que desde su nacimiento el Partido Socialista venga hablando de un proyecto federal para España, no ha habido nunca propuestas concretas de cómo se realizaría dicha federalización. Todas esas declaraciones federalistas del PSOE que, repito, no han tenido desarrollo práctico en ninguno de sus Congresos ni en la organización del Estado que gobernaron durante catorce años sólo sirven para marear la perdiz, debilitar la idea y el sentimiento de España y dar cobertura a la insatisfacción permanente de los nacionalismos. Los socialistas deben saber que nuestro Estado de las Autonomías está siendo estudiado como modelo político y social del Estado federal y que mantener vivo el debate sobre España trae graves consecuencias en un país donde los nacionalistas quieren acabar con la Constitución.

P.- A su parecer, desde el comienzo de los 80, empezó a verse con claridad que el proceso autonómico carecía de planificación y coherencia, y que dejaba sin definir los límites de descentralización que puede soportar la idea de España. ¿Coincide Ud. con los que reclaman un retoque constitucional como lo hace el PSC, por un lado, y Fraga, por otro?
R.- A los que no somos nacionalistas no nos cuesta reconocer el carácter histórico y mutable de las naciones y, consiguientemente de las Constituciones. El difícil consenso que se alcanzó en 1978 con renuncias a una mayor descentralización pero también de sacrificio de ideales centralistas sería peligroso se rompiera ahora con esas propuestas. Si los españoles quieren revisar la Constitución ahora que ya se pasó la fiebre anticentralista, producida por el franquismo, podrían también sacar conclusiones del artificio, el gasto y la desigualdad de la España de las diecisiete autonomías, con sus diecisiete presidentes dando vueltas por el mundo y contraviniendo la letra y el espíritu de la Constitución que confía las relaciones internacionales al gobierno de la nación.

P.- A pesar de todo, ve que en la lucha contra el terrorismo -principal obstáculo del Estado de derecho- se ha avanzado con el Pacto por las libertades y contra el terrorismo suscrito por PP y PSOE, y con la nueva conciencia mundial contra esta lacra, pero ¿cómo reconducir el fanatismo destructor de tantísimos jóvenes vascos?
R.- Es urgente desplazar al nacionalismo del poder para acabar con la impunidad de los violentos, los fanáticos, los sembradores de odio y la patria incivil levantada por los nacionalistas. Ha cumplido un siglo largo la identidad que inventó Sabino Arana pero sus herederos no han revisado sus principios fundacionales, como lo han hecho otros movimientos; antes al contrario, los han reforzado para competir con ETA. Bajo diferentes formas y reivindicaciones, el nacionalismo vasco ha conservado intacto su primigenio odio a España, aventado cada día por sus predicadores que anuncian el inminente alzamiento contra ella. Odio a una nación que a un líder del PNV le da más miedo que ETA y a otro le mueve a declarar que prefiere cortarse la mano antes que votar con ella la Constitución. Si no hubiera muertes, persecución y miedo, la Televisión Vasca aparecería sólo como un instrumento grotesco de vasquización pero, como las hay, su responsabilidad es mucho mayor. Los medios de comunicación públicos, al servicio del nacionalismo, son los que día a día están creando el antagonismo entre «ellos» y «nosotros», la perpetua insatisfacción porque « no nos dan lo nuestro», la agresividad cerril «causada por el despojo sufrido por obra del Estado español». De esta forma, los llamamientos a defender la patria vasca contra el agresor extranjero y las invocaciones a la supuesta soberanía arrebatada fácilmente des- embocan en la militancia etarra o batasuna. Y ¿qué decir del florido pensil euskaldun? La educación después de más de veinte años de monopolio nacionalista aparece como uno de los espacios responsables de la deformación de la conciencia moral y cívica de cientos de jóvenes que, en distintos grados, pasan cada año a formar parte del entramado político, social y militar que es ETA.

P.-¿Qué es lo que le parece mal -en el caso de que algo le parezca mal- del manifiesto pastoral de los obispos vascos? ¿Qué opinión le merecen las declaraciones de la Conferencia episcopal? ¿Y las del Obispo de Sigüenza?
R.- Del manifiesto poco pastoral de los obispos vascos -una verdadera biblia del nacionalismo- sólo me sorprendió la firma de Blázquez. No acierto a explicarme cómo una persona no nacionalista puede firmar un texto que sólo se puede entender desde la ideología sabiniana o la ignorancia política. Ya estábamos acostumbrados a que los obispos vascos revistan de juicio moral lo que es una mera apuesta política pero en este texto superan cualquiera de sus records. La prensa ya ha destacado las desviaciones éticas del manifiesto, sobre todo, en su apartado octavo pero yo quiero insistir en su pobreza intelectual, en su carácter acientífico, en la manipulación del lenguaje y en el confusionismo pretendido entre el léxico religioso y el político. Pero mucho más grave aún que el manifiesto político de los obispos vascos es la nota, que rebosaba soberbia, de la Conferencia Espiscopal, solidarizándose con éstos y no con sus fieles a los que casi insultaba por haber criticado el texto. El corporativismo episcopal, que no colegialidad, causó un gran escándalo entre los creyentes y demostró una vez más la incapacidad de la Iglesia para hacer autocrítica y pedir perdón. Sólo pide perdón a los muertos de siglos atrás. Las declaraciones del obispo de Sigüenza confirman el descrédito de la Iglesia jerárquica y la pérdida de respetabilidad de la institución eclesiástica. Si se pudieran tomar en broma,… pero el terrorismo no nos permite el humor.

P.- ¿Por qué ya no duele España?
R.-Ya no duele España porque los españoles cada día tienen mas conciencia de pertenecer a un gran país, creativo y dinámico, cuya historia no es la crónica de una decepción sino la de una nación que ha tratado de resolver los problemas que se le han ido presentando. Más que España como problema, ahora se vive España como solución.

P.- ¿Qué opina acerca del informe que elaboró la Real Academia de la Historia acerca de los libros de texto en el País Vasco, Cataluña y otras CCAA? ¿Cómo debería ser un libro de texto de Historia en la España de las autonomías?
R.- Pero al final, todo se queda en ruido. El convencimiento general de los españoles -avalado por informes como el de la Academia- de que la enseñanza de la Historia de España se ha puesto al servicio de los intereses políticos de cada una de las autonomías no se ha traducido en una revisión profunda de los contenidos de las asignaturas impartidas. Todo proyecto de reforma acaba naufragando porque los nacionalistas siempre encuentran cómplices, avispados o tontos útiles, que ponen el grito en el cielo ante el «recorte de la autonomía». Y la Historia de España no por el hecho de ser plural tiene que dejar de ser común. El hecho diferencial, por otro lado, sólo tiene sentido desde el hecho común. Si cada autonomía inventa una Historia separada y enfrentada a las restantes, la convivencia será imposible.