Francisco Javier Nguyen Van Thuan (Obispo) fue una de esas víctimas, que no llegó a la muerte, pero que padeció el sufrimiento comunista de Vietnam, sufrimiento que alcanzó a millones de personas; y por éste, todavía nadie en esos partidos (en todo el mundo) han tenido la humildad de pedir perdón.
Campaña de promoción de la lectura social.
El breve libro, que puedes tener en tus manos, no te defraudará. Son páginas con grandes dosis de esperanza, que pueden ayudarnos mucho. Está dirigido preferentemente a los jóvenes. «Es un texto que contiene la visión esperanzadora de un hombre con una fe inquebrantable, que en medio de la adversidad se dedicó a amar al prójimo». Su relato es sencillo y alegre, no parece que hablara de su doloroso cautiverio. Van Thuan, recorrió un camino, a veces con gozo, a veces con sufrimiento, en la cárcel, pero siempre llevando en el corazón una esperanza rebosante.
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Trece años encerrado por el gobierno comunista, nueve de ellos de aislamiento por su condición de obispo. Es conmovedor leer en su testimonio cómo tenían que cambiarle de carceleros cada quince días porque, con su amabilidad y amor, contagiaba a prisioneros y carceleros del amor de Dios.
«Los días más oscuros de mi vida transcurrieron en la cárcel; y mis días más luminosos, allí mismo»
El autor se sirve de retazos de su vida en la cárcel para ofrecernos la maravilla sobre cómo las circunstancias más adversas pueden llevar a Dios, incluso cuando todo se oscurece. Como él mismo dice: «Los días más oscuros de mi vida transcurrieron en la cárcel; y mis días más luminosos, allí mismo».
Cuando se le pidió que contara su experiencia se sintió muy incómodo, porque consideraba que no era agradable hablar de sí mismo, pero comprendió que la experiencia de su vida podía hacer mucho bien: «Quiero compartir mis experiencias: cómo he encontrado a Jesús en cada momento de mi existencia diaria…»
Al contar su testimonio de vida, algo le hizo sufrir: «Muchas veces sufro interiormente porque los medios de comunicación quieren que cuente cosas sensacionales, que acuse, denuncie, excite la lucha, la venganza… No es esta mi intención. Mi más grande deseo es trasmitiros mi mensaje de Amor, en la serenidad y en la verdad, en el perdón y en la reconciliación.»
Fue arrestado en Saigón el 15 de agosto de 1975 y liberado el 21 de noviembre de 1988. En medio de las tinieblas de la cárcel, Van Thuan fue el rostro luminoso de la misericordia de Dios. Todos lo vieron.
Un hermoso libro para tiempos nuevos.
«LEER NOS HACE LIBRES»