JUAN PABLO II pide responder al grito de los empobrecidos

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Nunca más genocidios como el de Ruanda, clama Juan Pablo II. Diez años después del estallido del conflicto que provocó 800.000 muertos. Tambien pidió responder al grito de dolor «mudo» de los niños víctimas del hambre y enfermedades como la tuberculosis y el sida, o reclutados para combatir en los así llamados «conflictos olvidados». En estos momentos, 300.000 niños son reclutados por ejércitos regulares o grupos armados en 36 guerras, según informa la agencia misionera de la Santa Sede, Fides.



El grito de dolor «mudo» de los niños exige una respuesta; asegura el Papa

Juan Pablo II pidió este domingo responder al grito de dolor «mudo» de los niños víctimas del hambre y enfermedades como la tuberculosis y el sida, o reclutados para combatir en los así llamados «conflictos olvidados».

«Estos hermanos nuestros más pequeños, que sufren por el hambre, la guerra y las enfermedades, lanzan al mundo de los adultos un llamamiento angustiante», afirmó en las palabras que pronunció antes de rezar la oración mariana del Ángelus.

El pontífice dedicó su intervención dominical, dirigida a varios miles de peregrinos congregados en una jornada soleada y primaveral, a recordar el tema central que toca en su, Mensaje de Cuaresma 2004, en el que pide poner a los niños en el centro de la atención de las comunidades cristianas.

«Muchos de ellos son víctimas de graves enfermedades, incluidas la tuberculosis y el sida, carecen de instrucción y sufren a causa del hambre», afirmó el pontífice hablando desde la venta de su estudio que se asoma a la plaza de San Pedro del Vaticano.

«Desnutrición y malnutrición, agravadas por preocupantes carencias sanitarias, siguen siendo causa cotidiana de muerte de muchos de estos pequeños, privados incluso de lo mínimo indispensable para sobrevivir», subrayó.

«En algunos rincones de la tierra, especialmente en los países más pobres, hay niños y adolescentes que son víctimas de una horrible forma de violencia –siguió denunciando el Papa con voz bastante clara–: son reclutados para combatir en los así llamados «conflictos olvidados»».

«Sufren así una doble agresión escandalosa –lamentó–: se hace de ellos víctimas y al mismo tiempo protagonistas de la guerra, involucrándoles en el odio de los adultos. Privados de todo, ven su futuro amenazado por una pesadilla difícil de alejar».

«¡Que su grito de dolor mudo no quede sin ser escuchado!», exclamó el obispo de Roma recordando las palabras de Jesús que ha propuesto como lema para esta Cuaresma: «El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe».

«El tiempo de cuaresma invita a los cristianos a una acogida más generosa de estas palabras evangélicas, para traducirlas en obras valientes a favor de la infancia en peligro y abandonada», insistió.

El Santo Padre rezando para que Dios, por intercesión de María, «ayude a los niños en dificultad y haga fecundos los esfuerzos de quienes con amor tratan de aliviar sus sufrimientos».


Nunca más genocidios como el de Ruanda, clama Juan Pablo II

Diez años después del estallido del conflicto que provocó 800.000 muertos

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 28 marzo 2004 (ZENIT.org).- Diez años después del estallido de los enfrentamientos que darían lugar al genocidio en Ruanda, Juan Pablo II pidió este domingo que no vuelvan a repetirse tragedias como la que ensangrentó el suelo de ese país africano.

En tan sólo tres meses, ochocientas mil personas fueron masacradas y tres millones de ruandeses tuvieron que huir del país, mientras los cadáveres flotaban en los ríos y en el lago Victoria, según fuentes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

«Han pasado diez años desde que, el 7 de abril de 1994, en Ruanda, estallaron graves enfrentamientos entre hutus y tutsis, culminados en el genocidio, en el que fueron bárbaramente asesinadas centenares de miles de personas», recordó el Papa antes de rezar la oración mariana del Ángelus.

«Pidamos al Señor que una tragedia así no se repita nunca más», imploró ante los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.

El pontífice concluyó haciendo un llamamiento a los líderes religiosos y civiles, y a los miembros de la comunidad internacional «comprometidos generosamente para llevar la paz en la amada Región de los Grandes Lagos».

En esta zona africana tienen lugar conflictos en los que las potencias de la región de los Grandes Lagos se disputan el control de los inmensos recursos naturales del territorio.

«¡Nos os desalentéis! Sed constructores de la civilización del amor, animados por la palabra del Salvador», concluyó repitiendo las palabras de Cristo: «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios».


Trescientos mil niños soldado combaten en treinta y seis guerras «olvidadas»
Según datos publicados por la agencia Fides

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 28 marzo 2004 (ZENIT.org).- En estos momentos, 300.000 niños son reclutados por ejércitos regulares o grupos armados en 36 guerras, según informa la agencia misionera de la Santa Sede, Fides.

Mano de obra barata en los «conflictos olvidados», como los definió este domingo Juan Pablo II, los pequeños «sufren así una doble agresión escandalosa: se hace de ellos víctimas y al mismo tiempo protagonistas de la guerra, involucrándoles en el odio de los adultos».

«Privados de todo, ven su futuro amenazado por una pesadilla difícil de alejar», añadió el pontífice antes de rezar el Ángelus exigiendo la ayuda de todos los cristianos a favor de estos muchachos.

Los datos publicados por la agencia Fides, de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos, tienen en cuenta a niños y adolescentes entre 7 y 17 años.

Los niños son obligados a matar en decenas de naciones, en particular, en Colombia, Myanmar (Birmania), Sri Lanka, Afganistán, Somalia, Burundi y en la República Democrática del Congo, país en el que se calcula que existen 150.000 niños soldado.

Algunos de estos niños, informa Fides, «son utilizados como el medio más brutal e inhumano para abrir camino seguro en las zonas minadas. Caminando delante de las tropas, los niños eliminan con su muerte un peligro para quien pasa detrás».

Según un informe de las Naciones Unidas, en los últimos diez años, han muerto en guerra dos millones de niños y cuatro millones han quedado gravemente discapacitados.

«Cifras alarmantes que dan una idea de una auténtica «matanza de los inocentes», incluso cuando estas víctimas son obligadas a convertirse en verdugos», concluye la agencia.