“El País” quita un muerto de la lista oficial de fallecidos el 11-M

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Fuente: Hazteoir.org

Recogemos esta interesante iniciativa de Hazteoir.

«El País» quita un muerto de la lista oficial de fallecidos el 11 de Marzo en Madrid. Lo ha quitado de la lista oficial de fallecidos el 11-M, y además lo ha “justificado”. El diario «El País» ofrece cada día en sus páginas un muerto menos que el resto de los medios españoles, y el motivo es que esa última víctima era un no-nacido de ocho meses de nombre Samuel. A pesar de que los abuelos han reconocido al futuro bebé, y hasta le han puesto nombre, y como tal figura en las relaciones oficiales de víctimas, el diario del Grupo Prisa ha optado por quitarlo. Y ha “justificado” la eliminación diciendo que era un «feto». Alguno podría decir que se ha practicado «Un aborto periodístico». Un «aborto mediático».

En la rueda de prensa confirmando 190 víctimas, Carmen Baladía, directora del Instituto Anatómico Forense, dejo claro que «en medios médicos se incluye como víctima al feto, plenamente identificado».

Cuando a alguien se le puede identificar, es que tiene IDENTIDAD.

A ningún otro medio de comunicación se le ha ocurrido jugar así con el dolor de las víctimas del 11-M. Ningún otro medio de comunicación ha modificado las cifras oficiales de los fallecidos.

Si El País juega así con el dolor de todos los españoles ¿qué podemos esperar de este periódico en temas menos transcendentes?

El diario «independiente» El País, en su intento de modificar sistemáticamente la percepción de la sociedad sobre el derecho a la vida del no-nacido, no duda en negar la identidad de una criatura en el seno de su madre para cimentar las bases de las propuestas del partido en el poder, dando así un paso más en la instauración de la cultura de la muerte que figura en su programa electoral.

Parece ser que para este grupo mediático, España no tiene más problemas que la liquidación sistemática de niños en el vientre de su madre en aras de un inexistente derecho que se antepone, cuando les interesa, al derecho a la vida.

Con ser esto dramático, lo es mucho más cuando nos damos cuenta que estas prácticas de impulso y aliento al exterminio de nasciturus benefician económicamente a un grupo reducido de «clínicas» que tienen en esta desalodora y destructiva práctica su principal fuente de ingresos. Ingresos increíbles amasados con la sangre de los niños y la desgracia y desolación de las madres.