Cuatro de cada diez firmas ya han trasladado sus actividades, según Unctad . Europa se suma con fuerza a la moda de la deslocalización, siguiendo los pasos de Estados Unidos. Un informe de la Unctad revela que las empresas más grandes del Viejo Continente ya han empezado a desplazar sus actividades de servicios hacia países de mano de obra barata y que lo harán cada vez más. Los ahorros en términos de costes son de «entre un 20% y un 40%» y un 80% de las firmas se consideran satisfechas. La mitad asegura que va a deslocalizar más servicios en el futuro.
PIERGIORGIO M. SANDRI – 17/06/2004
La Vanguardia
La hemorragia continúa. Según un estudio de la Unctad, la organización de las Naciones Unidas para el comercio y el desarrollo, las compañías europeas recurren cada vez más a la práctica de deslocalización de sus servicios hacia países de bajo coste.
«Cuatro de cada diez entre las empresas más grandes de Europa han empezado a trasladar sus operaciones de servicios fuera», advierte el informe, presentado con ocasión de su conferencia anual en Sao Paulo. «Todo hace pensar que esta tendencia va a aumentar», explica a este diario Anne Miroux, responsable del departamento de análisis de inversiones de la Unctad.
En efecto, esta política parece ser rentable. Los ahorros en términos de costes son de «entre un 20% y un 40%» y un 80% de las firmas se consideran satisfechas. La mitad asegura que va a deslocalizar más servicios en el futuro.
El fenómeno parece imparable, pero en el seno del Viejo Continente persisten las diferencias. Las empresas europeas más proclives a trasladar sus servicios son las británicas. Un 60% de las actividades deslocalizadas pertenece a las firmas anglosajonas, seguidas de las alemanas. Las españolas casi no aparecen. «La parte de España es mínima y en todo caso no supera el 5%», precisa Miroux.
Según el estudio, está emergiendo una fractura entre las empresas del norte de Europa y las del sur. El hecho es que las firmas inglesas, alemanas o belgas parecen más predispuestas a instalar parte de sus servicios en países de bajo coste que las españolas, italianas o francesas. «Esto se debe a que en los países del sur de Europa la mayoría de las empresas son de tamaño pequeño o mediano. Para ellas, es más difícil asumir el coste de la deslocalización y el idioma representa una barrera añadida», indica Miroux.
En este sentido, el destino preferida por las firmas europeas (en su mayoría, anglosajonas) es India, donde se habla extensamente el inglés, que atrae un 40% de los servicios que se deslocalizan. Pero no es sólo una cuestión lingüística o de costes. «India es un país donde la mano de obra es barata pero también muy cualificada», recuerdan desde la Unctad.
Aquí está otro punto clave. Los directivos toman en consideración muchos factores en el momento de externalizar. El informe demuestra que una empresa opta por deslocalizar también para «mejorar la calidad de los servicios», «acelerar a la velocidad de los ciclos productivos» y «acceder a una mejor tecnología». En un 40% de los casos, las firmas externalizan simplemente «para seguir a sus competidores».
«Hay que pensar que cuando se habla de servicios uno no se refiere únicamente a los call centers, sino también a actividades de diseño o investigación», precisan desde la Unctad. Esto explica por qué las compañías deslocalizan también dentro de Europa Occidental en países como Irlanda (aquí hay que tener en cuenta también las ventajas fiscales), España o Portugal, donde el nivel de educación es más adecuado según las actividades que se pretenden externalizar. En Europa del Este, Polonia y Hungría están considerados los países más atractivos, pero Rumania está al alza, ya que «la presión sobre los precios y los salarios que sufren los países que acaban de ingresar en la UE aún no se ha manifestado».
En la conferencia de Sao Paulo se destacó cómo el fenómeno de la deslocalización puede generar empleos en los países desarrollados. Pese a los numerosos cierres empresariales, las empresas europeas opinan lo mismo. Ayer, la Federación de Industria Alemana (FDI) afirmó que las deslocalizaciones hacia países con menores costes de producción hacen competitivos los productos germanos y por tanto sirven para crear empleo en Alemania, con el fin de incrementar la competitividad en un mercado a la vez más globalizado.