LA GUERRA del HAMBRE

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Has oído bien, la guerra del hambre!. Porque esto es una auténtica guerra. Perfecta y fríamente organizada… para mantener el máximo lucro. Porque seguirá existiendo el hambre mientras siga siendo un negocio rentable y nos mantengamos en esta inicua y mediocre conciencia política que la sostiene. Una guerra de múltiples escenarios.


¡Has oído bien, la guerra del hambre!. Porque esto es una auténtica guerra. Perfecta y fríamente organizada… para mantener el máximo lucro. Porque seguirá existiendo el hambre mientras siga siendo un negocio rentable y nos mantengamos en esta inicua y mediocre conciencia política que la sostiene. Una guerra de múltiples escenarios. Esta si que auténticamente de dimensión global-mundial. Una guerra que sólo es noticia cuando salta a los medios de comunicación social en forma de catástrofe pero que mata cotidiana y calladamente a una persona por segundo. Una guerra que, como todas, y hoy más que nunca, podría ser evitada, lo que la convierte en aún más canalla.

Y, cuando hablamos de hambre, ¡vamos a aclaramos!, no estamos hablando sólo de la desnutrición severa o de grado máximo en donde sólo -cabe esperar la muerte inmediata. Estamos hablando, despojémonos de la hipocresía de las cifras que quieren ocultar tamaño holocausto estructurado, de esa otra muerte lenta que sufre el que se ve sucesiva y simultáneamente expuesto -desvergonzadamente vulnerable- a cualquiera de los múltiples atentados sistemáticos a la vida que hemos sido capaces de organizar técnica, económica, política y culturalmente: el dolor, la enfermedad, la ignorancia o la manipulación, la explotación, la guerra con armas, la esclavitud, el odio, la violencia de todo tipo. … HAMBRE CON MAYÚSCULAS, carencia injusta e injustificable de pan para el cuerpo y para el alma.

El hambre en este siglo pasado se ha multiplicado por 20, siendo -paradójicamente el de más «ayudas». El hambre, que mata cada día más de 20 veces las personas que murieron en las Torres Gemelas de Nueva York, es el mayor problema de nuestro mundo, a inmensa distancia del segundo. El holocausto del hambre abarca en un solo día todo el espanto de las matanzas conocidas por las generaciones anteriores. Por tanto, TU problema más importante y el mío. A grandísima distancia de cualquier otro que te pueda parecer gigantesco. El problema económico más importante. Pero también el problema político más importante, y del que nadie habla en las elecciones. El problema ecológico más importante. El problema más importante de la Justicia. El problema más importante para la paz. El problema más importante de la mujer. El problema más importantes de los jóvenes del mundo. El dilema moral que nadie, comiendo tres veces al día, se quiere plantear (más que en, un 0,7% de ocasiones). Y, por todo ello, también el problema religioso más inaplazable. «Porque tuve hambre… y no me disteis de comer».

Esta barbarie de robo y aplastamiento de los países empobrecidos crece cada día más, con el silencio cómplice de la buena conciencia de los países enriquecidos, al tiempo que se arrogan el monopolio imperialista de la economía y de la política. El sida , el terrorismo, las guerras, la deuda externa, el cambio climático… todo queda supeditado al holocausto a que estamos sometiendo al Hemisferio Sur que afecta al 80 % de la humanidad. Este crimen pretendemos taparlo de muchas maneras: Prometiendo el 0,7 % que nunca se da mientras les quitamos el 25% . Manipulando el lenguaje hablando de países en vía de desarrollo, voluntariado, comercio desigual.

El África subsahariana, aunque ya ha reembolsado 2 veces el montante de su deuda exterior entre 1980 y 1996, está tres veces más endeudada que hace 16 años. En este tiempo el subcontinente desembolsó 170 mil millones de dólares en pago de intereses y capital de deuda. Un pago que le cuesta cada año 4 veces el montante de los presupuestos de sanidad y educación. Las sedes centrales de las empresas multinacionales repatriaron beneficios 2 veces superior a lo invertido. Al cabo de más de 10 años de políticas de ajuste estructural dictadas por el Banco Mundial (BM) y el FMI el fracaso es hiriente. (Declaraciones del economista Eric Toussaint a «Le Monde Diplomatique» en 1997). El Tercer Mundo recibe cada año por concepto de ayuda del Primer Mundo la suma de 50.000 millones de dólares, mientras que pierde anualmente 500.000 millones de dólares por el pago de la deuda externa y la distorsión de los mercados, asegura el catedrático de economía Juan Torres. El precio del café, por ejemplo, se ha desplomado un 77% entre 1997 y 2001. ¿Mala suerte? Cuatro transnacionales de EEUU o la UE (Kraft, Nestlé, Sara Lee y Procter & Gamble) han controlado y controlan el negocio mundial del café e imponen precios de hambre a pequeños y medianos cafetaleros de Guatemala, Camerún, Costa de Marfil, Tanzania o Vietnam. Entre 2000 y 2003 el precio del café se redujo a la mitad; 25 millones de familias que cultivan café viven amenazadas y empobrecidas sufriendo estas medidas. El cacao es un producto del que dependen millones de campesinos en 50 países. Costa de Marfil, Ghana, Nigeria y camerún producen alrededor de dos terceras partes de la producción mundial de cacao, pero los cuatros figuran entre los países más empobrecidos. Las presiones de las multinacionales han rebajado el precio que pagan a los campesinos por libra de cacao desde 1,80 dólares en 1977 hasta 0,80 en 2003. Estados Unidos y la UE representan la mitad de las representaciones de trigo del mundo, y lo venden entre un tercio y un 46 % por debajo costo de producción. Mientras se obliga al Tercer Mundo a desmontar sus aranceles, los países enriquecidos los inundan con sus productos subvencionados. Algo parecido sucede con el arroz. La UE y Japón protegen sus mercados con altas barraras arancelarias. A los países del Sur se les paga por su arroz un 60% menos que en 1980. A principios de los 80, por ejemplo, la paupérrima Haití producía casi todo el arroz que necesitaba. El FMI obligó a abrir su mercado nacional al arroz de los EEUU, fuertemente subvencionado. Hoy, miles de pequeños agricultores han empobrecido y el hambre en zonas rurales se ha disparado.

En definitiva vivimos bajo un sistema que con una mano roba lo que con la otra presta a sus víctimas: cuanto más pagan, mas deben. Cuanto más venden, menos cobran. El FMI y el BM nacen al finalizar la II Guerra Mundial, como instrumentos del imperialismo vencedor, para imponer los tributos a su imperio, que aspiraba y aspira, a que abarque toda la Tierra. Como consecuencia, a través de la imposición de su política económica, va generando Deuda Externa que pone en manos del FMI y el Banco Mundial. En 1997 se abonaron en concepto de pago de la Deuda Externa, 40 billones de pesetas a países del Norte, bancos privados, FMI y BM; y en es mismo periodo, la Ayuda Oficial al Desarrollo total ascendió a cerca de 7,5 billones de pesetas, menos de una quinta parte de dinero devuelto por los países deudores, según el economista Joaquín Estefanía.

Debemos recordar al Señor Zapatero, ante la canallada de prometernos el 0,7 del Producto Interior Bruto en ayuda al Tercer Mundo si es reelegido para un segundo mandato, que cuando se roba a los empobrecidos entre el 25 y el 40% de nuestra riqueza, no valen «cerosietes»; eso solo vale para tranquilizar nuestra conciencia y seguir robando.

Juan Pablo II expresa este drama con estas palabras:
«En el inicio del nuevo siglo, el empobrecimiento de miles de millones de hombres y de mujeres es la cuestión que, más que cualquier otra, interpela nuestra conciencia humana y cristiana. Es aún más dramática al ser conscientes de que los mayores problemas económicos de nuestro tiempo no dependen de la falta de recursos, sino del hecho de que a las actuales estructuras económicas, culturales y sociales les cuesta hacerse cargo de las exigencias de un auténtico desarrollo. Justamente por ello,… la promoción de los pobres, es una gran ocasión para el crecimiento moral, cultural e incluso económico de la humanidad entera. Miramos a los pobres no como un problema, sino los que pueden llegar a ser sujetos y protagonistas de un futuro nuevo y más humano para todo el mundo… Asimismo… es necesario reflexionar sobre el papel del mercado, sobre la omnipresente dimensión monetario-financiera, la separación entre lo económico y lo social… sobre el sentido de la economía y sus fines.»

Saquemos a la vía pública estos problemas y exijamos justicia frente a toda manipulación politiquera de izquierda y derecha…. No seamos cómplices. Es menester educar la conciencia en el sentido de la responsabilidad que pesa sobre todos y cada uno, particularmente sobre los más favorecidos. Todos somos solidariamente responsable del genocidio del hambre…