Las NUEVAS EUGENESIAS

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Antes era la esterilización forzada, y los experimentos del Dr. Mengele. Ahora es la tecnología genética y el mercado libre. Regresan las personas que sueñan con crear una raza superior. Si se permite que las consideraciones financieras determinen el desarrollo de las tecnologías genéticas, podemos asistir a una rápida expansión de la eugenesia de libre mercado.

Por Michael Dorsey
Revista febrero-marzo de 2005

Antes era la esterilización forzada, y los experimentos del Dr. Mengele. Ahora es la tecnología genética y el mercado libre. Regresan las personas que sueñan con crear una raza superior.

En un futuro no muy lejano, los adelantos en biotecnología humana pueden permitirnos diseñar la composición genética específica de nuestros hijos. Hace sólo unos meses, el médico italiano Severino Antinori dijo haber implantado embriones clónicos en varias mujeres. Ya estamos en la fase donde podemos eliminar nuestra descendencia selectivamente si no se dan ciertos criterios genéticos. Pronto será posible discernir y seleccionar ciertos rasgos individuales en nuestros hijos.
Es en este momento cuando la promesa de la biotecnología se une con la historia y los horrores de la eugenesia –la búsqueda de la «mejora» biológica a través del control reproductivo.

A comienzos del siglo XX, el científico británico Francis Galton acuñó el término eugenesia, del eugenes griego, para «bien nacido». Posteriormente distinguió dos grandes clases de eugenesia, positiva y negativa. «Las eugenesias positivas» eran la mejora preferencial de los que llamó «individuos superiores» para mejorar el acervo genético de la raza humana. «Las eugeneisas negativas» son las que disuaden o prohíben legalmente la reproducción de los individuos que se piensa que tienen genes «inferiores» y se debe «lograr por terapias o por la esterilización, voluntaria o a la fuerza».

Galton, que era primo de Charles Darwin, describió la eugenesia como «la ciencia de la mejora del acervo… para dar a las razas menos convenientes». Fundó la Sociedad Eugenésica en 1907 «para extender la enseñanza eugenésica y poner la reproducción humana bajo el dominio de los ideales eugenésicos».
Un movimiento social popular en apoyo de tales ideales había surgido a finales del siglo XIX en Estados Unidos y Europa. Este movimiento alcanzó su cenit en los años treinta, pero fue disuelto tras la Segunda Guerra Mundial y el descubrimiento de las horrendas prácticas eugenésicas de los nazis. No obstante, el apoyo al control genético de los seres humanos no desapareció, y el apoyo público a los ideales eugénesicos volvió a aflorar.

En 1962 se celebró una conferencia de la Fundación Ciba titulada «El hombre y su futuro». Los participantes de la Conferencia, entre los que estaban muchos de los principales investigadores de la biotecnología de ese tiempo, acordaron que la biología molecular permitiría a «la humanidad» dominar la evolución. Algunos sostuvieron que la modificación genética para promover los rasgos heredados «positivos» podrían ser parte de una estrategia más amplia para establecer un futuro mejor para la humanidad.

Un informe de 1980 de la Oficina de Pronóstico Tecnológico de la Comisión Europea proporcionó otro ejemplo. El informe predijo audazmente: «los próximos veinte a treinta años verán, se piensa, dos grandes cambios: la informatización de la sociedad (y)… la revolución biológica originada por el boom de las ‘tecnologías’ de la vida… En un futuro relativamente cercano, la biotecnología podría usarse en varios sectores: podríamos controlar el desarrollo del embrión humano y, quizás dentro de veinte años, determinar su sexo. Podríamos prevenir ciertos defectos.

Algunas de estas previsiones se han cumplido, incluso con creces. La determinación del sexo no sólo es posible, sino que en algunos lugares es bastante popular, sobre todo en las culturas y países dónde las hijas son «menos deseables». El diagnóstico prenatal y el diagnóstico de preimplantación posibilita «seleccionar» ciertos embriones antes de implantarlos en una mujer.

Algunos científicos y filósofos consideran que tales técnicas son una reversión inequívoca de las prácticas eugenésicas. El problema, señalan, es que la lógica de la eugenesia, la gestión racional de una población para algún «fin superior», es una lógica fácilmente susceptible, para proyectos más siniestros que aquellos previstos por los eugnésicos «racistas» y «no racistas», y quizás por los defensores de la nueva biotecnología. El Holocausto es un caso claro.

Algunos defensores de la biotecnología apoyan estas tecnologías porque las personas son libres de escogerlas o no. El estado no está implicado. David King, editor de GenEthics News, habla de la emergencia del mercado libre de la eugenesia. Los pacientes reciben consejos genéticos no obligatorios, o se les ofrece la oportunidad de que ellos o sus posibles hijos, se sometan a un sin fin de pruebas genéticas, para detectar los genes de las enfermedades. Pero como señala King, tal consejo es «eugenésico en el propósito y en el resultado, dado que el objetivo es claramente reducir el número de nacimientos de niños con desórdenes congénitos y genéticos». En un estudio de 1997 publicado en el Journal of Contem- porary Health Law and Policy, los investigadores encontraron que el 13% de los genetistas ingleses, el 50% de los genetistas del sur y el este de Europa, y el 100% de los genetistas indios y chinos estaban de acuerdo con la sugerencia eugenésica que «una meta importante del consejo genético es reducir el número de genes deletéreos en la población».

Estos nuevos métodos de identificar y eliminar enfermedades y varias incapacidades heredadas plantean algunas importantes preocupaciones éticas. Pocos se opondrán al análisis de los embriones para encontrar algunos grandes desórdenes genéticos como la enfermedad de Tay-Sachs. Pero aceptar la lógica de la eugenesia en un determinado contexto abre la puerta a justificar prácticas más polémicas: ¿pueden los padres empezar a escrutar los embriones buscando rasgos cosméticos como el color de los ojos? ¿Y qué sucederá con la modificación genética heredable, que obligaría a las generaciones futuras a vivir con las alteraciones genéticas que les hemos impuesto?

Además, identificar y eliminar a aquellos que podrían nacer con defectos tiene también implicaciones deletéreas. «Hay una creciente oposición en el movimiento de los discapacitados contra este tipo de investigación genética y de pruebas que crean un clima de intolerancia hacia las personas con discapacidades», según la ONG canadiense ETC (antes RAFI).

Un estudio de la industria de 2001 publicado en Nature identificó 361 empresas de biotecnología, de ellas más de las tres cuartas partes de Estados Unidos. Estas empresas, por su misma naturaleza, buscan el beneficio. Y si se permite que las consideraciones financieras determinen el desarrollo de las tecnologías genéticas, podemos asistir a una rápida expansión de la eugenesia de libre mercado.

De hecho la industria se dirige casi exclusivamente a aquellos que pueden permitirse el lujo de pagar sus servicios, a pesar de emplear decenas de millones de dólares de fondos públicos para financiar la investigación básica. Y los grupos de presión de la industria trabajan duro para impedir cualquier regulación gubernamental. Tras una intensa campaña del lobby empresarial en diciembre de 2001, el Parlamento Europeo votó abruma- doramente (316 votos contra 17) contra restricciones más rigurosas sobre las técnicas genéticas y la biotecnología.

Hace mucho tiempo que se debería haber hecho un debate público sobre las implicaciones sociales de las biotecnologías para la humanidad. Pero son pocos los gobiernos o las agencias internacionales interesadas, y aún menos los que promueven regulaciones más estrictas. La Organización Mundial de la Salud ha hecho poco para promover la regulación internacional de la biotecnología, a pesar de que dos de sus cuatro funciones principales son «dar una guía mundial en el campo de la salud» y «desarrollar y transferir las tecnologías apropiadas en el campo de la salud, la información y las normas». La Asamblea General de la ONU se ha embarcado en un proceso para prohibir la clonación humana, pero ésta no está asegurada.

Lejos de detener el progreso científico, como proclaman algunos grupos de la industria, la imposición de moratorias o prohibiciones en un par de las nuevas tecnologías genéticas humanas más peligrosas podrían ayudar a reforzar la viabilidad a largo plazo de la investigación biomédica compeliendo a sus partidarios a considerar las implicaciones sociales y morales de su trabajo


* En la sentencia de 1927 de Buck vs Bell (Oliver Wendell Holmes, Jr., redactó la opinión de la Corte Suprema de EEUU aquí extractada) centrada en Emma Buck, su hija Carrie, y su nieta Vivian. Las dos primeras mujeres fueron etiquetadas como promiscuas, aunque Vivian fue el resultado de la violación de Carrie; todas fueron juzgadas «subnormales» y sirvieron de justificación a la ley de 1924 de esterilización eugenésica de Virginia. Un experto estatal testificó que los Bucks eran miembros de «la clase perezosa, ignorante y sin valor de los blancos antisociales del Sur». Más de 7.000 personas fueron esterilizadas bajo el programa de Virginia entre 1924 y 1979. En mayo de 2002 Virginia fue el primero en pedir disculpas de los 30 estados que habían ejecutado programas de eugenesias por las esterilizaciones forzadas.