Tragedias armenias

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El 24 de abril de 2005, la diáspora armenia en el mundo ha conmemorado el 90 aniversario del primer genocidio conocido por la historia de la humanidad.

El próximo 24 de abril, la diáspora armenia en el mundo conmemorará el 90 aniversario del primer genocidio conocido por la historia de la humanidad. En efecto, fue en abril de 1915, cuando el gobierno de la Unión y el Progreso, históricamente conocido como el de los «Jóvenes Turcos» y que en aquel momento gobernaba el otrora Imperio Otomano, planificó el exterminio de la población armenia ubicada al sureste de Turquía. Esta región, en torno al lago de Van y la población de Diyarbakir, es conocida como la «patria histórica de los armenios» y hoy se encuentra habitada, mayoritariamente, por el pueblo kurdo.

El resultado de la decisión de los «Jóvenes Turcos», instigada por el entonces visir Talaat Pashá, fue la expulsión y posterior masacre de 1,5 millones de armenios, entre 1915-1916. Se considera que la población actual en la República de Armenia (anteriormente, una de las repúblicas soviéticas, independiente desde 1991) supera los tres millones de personas, sin contar la numerosa diáspora armenia ubicada, principalmente, en EEUU, Francia, Canadá, Suiza, América del sur, Rusia, Siria y el Líbano. Esta diáspora ronda los 4-5 millones de personas.

El genocidio de 1915 fue la continuación de las masacres otomanas realizadas entre 1894 y 1896 por el entonces sultán Abdulhamid, a quien la historia recuerda como el «sultán rojo». En aquel entonces, unos 250.000 armenios murieron a manos de los turcos y sus aliados kurdos, chechenos y circasianos, quines también ejercieron una efectiva labor en el genocidio de 1915. Del mismo modo, los turcos contaron con la colaboración de oficiales alemanes, su principal aliado en la I Guerra Mundial.

El largo camino por el reconocimiento

¿Existían razones para el odio entre armenios y turcos? El hecho de constituir la nación cristiana más antigua de la historia (abrazó esta fe el año 301, evolucionando hacia la variante ortodoxa nacional) pudo influir en el recelo por parte de los turcos y otros pueblos musulmanes. En realidad, un Imperio otomano en fase de desintegración política se sintió coaccionado ante la idea de que los armenios se estaban constituyendo en una «quinta columna» de las ambiciones imperiales de la Rusia cristiana ortodoxa, cuando durante siglos turcos y armenios convivieron con relativa estabilidad. Los kurdos entraron en la ecuación al prometérseles las tierras antiguas armenias como nuevo hogar.

El genocidio armenio no fue reconocido mundialmente hasta que lo hizo la República Oriental del Uruguay en 1965, un país que cuenta también con una floreciente comunidad armenia. Otros países, especialmente los que albergaban emigrantes armenios, siguieron el ejemplo uruguayo. En 1987, el Parlamento europeo lo reconoció, el mismo año en que Turquía realizó su solicitud formal de admisión a la Comunidad Europea. En el 2001, la Asamblea Nacional Francesa promulgó una ley donde reconocía el genocidio armenio e instó al gobierno turco a reconocerlo, como elemento de importancia en las negociaciones de admisión a la Unión Europea.

Resulta obvio que el rechazo oficial turco a reconocer esta página oscura de su pasado es un obstáculo que hoy recobra interés, tras la decisión del Consejo Europeo, el pasado 17 de diciembre de 2004, de fijar para el 3 de octubre de 2005 la apertura de negociaciones para la admisión turca en la Unión Europea. El presidente francés Jacques Chirac, cuyo país cuenta con una influyente diáspora armenia, avisó al primer ministro islamista Recep Tayyip Erdogan, de la necesidad de realizar «un gran trabajo de memoria» para reconocerlo, un esfuerzo histórico que cierre heridas del pasado.

La memoria como bálsamo

Precisamente, el trabajo de la memoria histórica es lo que hoy ocupa la atención. En Turquía, la tesis oficial, fundamentada por el historiador Türkaya Ataöv, enfatiza el hecho de que no hubo tal genocidio y de que, más bien, fueron las poblaciones campesinas turcas de la Anatolia las que sufrieron a manos de los «guerrilleros» armenios apoyados desde Rusia. Las muertes de armenios se debió, en opinión turca, a las inclemencias temporales durante las deportaciones hasta la desértica Siria. Otra de las razones en las que se basa la tesis turca es la aparente inexistencia de una orden oficial otomana, emanada por Talaat Pashá, de exterminio y deportación de los armenios.

Por parte armenia, sus fuentes documentales narran la existencia de declaraciones oficiales en las cuales se fundamenta la tesis del genocidio. Se menciona el diario del embajador estadounidense en Estambul, Henry Morguenthau, amplio conocedor personal de Talaat Pashá. También están las revelaciones de los archivos de Aram Andonian, sobreviente del genocidio y quien ejerció una gran influencia en el presidente estadounidense Woodrow Wilson. Incluso, existe una declaración de Adolf Hitler de 1939, sobre la necesidad de exterminar a los judíos «como en 1915 hicieron los turcos con los armenios. Después de todo, ¿quién se acuerda hoy de los armenios?. Estas parecen ser las principales fuentes que reafirman la tesis del genocidio.

En la actualidad, algunos tímidos pasos se han dado hacia la reconciliación histórica. El premier turco Erdogan pidió al líder de la oposición, Deniz Baykal, la creación de una comisión imparcial de historiadores turco-armenios para estudiar los hechos. Escritores como Orham Pamuk, historiadores como Halil Bektray y editores como Hrant Dink, han sido silenciados en Turquía por pedir un reconocimiento histórico y un perdón oficial a los armenios. Sin embargo, su labor está obteniendo respaldo en el exterior. Algunos historiadores turcos «revisionistas» han participado incluso en la conmemoración anual en Ereván, la capital armenia.

Noventa años después, no deja de ser relevante este acontecimiento, a la luz de la situación geopolítica actual. Los sucesos de 1915 involucran directamente a turcos, kurdos, chechenos, caucasianos, armenios y europeos y refleja la necesaria andadura por el espinoso camino de la memoria histórica como elemento para sellar la reconciliación.

Fecha Publicación: 21/04/2005

Roberto Mansilla Blanco
Analista del IGADI (Instituto Gallego de Análisis y Documentación Internacional)