El excesivo poder de la banca

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El elevado desempleo europeo es consecuencia de la influencia política del capital financiero.El Banco Central Europeo (BCE) promueve (con ayuda del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial) el pensamiento liberal que atribuye el elevado desempleo en Europa a la rigidez laboral de sus mercados laborales y al excesivo gasto público (incluido el social).


El Banco Central Europeo (BCE) promueve (con ayuda del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial) el pensamiento liberal que atribuye el elevado desempleo en Europa a la rigidez laboral de sus mercados laborales y al excesivo gasto público (incluido el social).

Estamos viendo hoy en Europa algo semejante a lo que ocurrió en España en los años 80. Durante aquella década, la banca y otros círculos financieros españoles atribuyeron el elevado desempleo del país a la rigidez del mercado de trabajo y a la excesiva generosidad de nuestro Estado del bienestar.

Debido al enorme poder e influencia de estos grupos financieros y de su portavoz, el Banco de España, tal percepción de las causas del desempleo se generalizó en la cultura mediática y política del país. La evidencia acumulada desde entonces muestra, sin embargo, que las causas del paro radicaban más en el comportamiento de la banca que en la supuesta rigidez de los mercados de trabajo o en la excesiva generosidad del Estado del bienestar español, uno de los menos desarrollados en la UE.

En realidad, el poder de la banca (reforzada por unas políticas muy proteccionistas del capital financiero español que no permitía la liberación de los mercados de capitales) forzó unos intereses bancarios muy altos (de los más elevados de la UE) que dificultaron enormemente la inversión, siendo los costes financieros de las empresas en España los más altos de la Unión. Estos elevados intereses también crearon dificultades al consumo, obstaculizando así el crecimiento económico y la creación de empleo. Las políticas públicas, sin embargo, se centraron más en la desregulación de los mercados de trabajo (alcanzando la cota más elevada de precariedad en Europa), mientras que los beneficios de la banca española alcanzaban también las tasas más altas de Europa.

Hoy estamos viendo una situación semejante a nivel de la Unión. El Banco Central Europeo (BCE) promueve (con ayuda del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial) el pensamiento liberal que atribuye el elevado desempleo en Europa a la rigidez laboral de sus mercados laborales y al excesivo gasto público (incluido el social). El BCE es también una de las instituciones europeas que está presionando más para que el Pacto de Estabilidad se mantenga firme, exigiendo la penalización de aquellos países que tienen un déficit presupuestario público mayor que el 3% de su PIB. Es más, el BCE es también una de las instituciones europeas que más se ha opuesto al crecimiento del presupuesto de la UE que permitiera ejercer un mayor estímulo económico y una mayor corrección de las desigualdades regionales europeas. En apoyo de tales propuestas liberales, los círculos financieros citan constantemente a EEUU como modelo a seguir, atribuyendo erróneamente el elevado crecimiento económico y bajo desempleo norteamericanos a sus altamente desregulados mercados laborales y al escaso desarrollo de su Estado del bienestar.

COMO OCURRIÓ en España en los años 80, las causas del escaso crecimiento económico y alto desempleo en Europa hay que buscarlas, en parte, en el desarrollo de las políticas públicas favorecidas por el capital financiero. Una de ellas ha sido mantener unos intereses bancarios muy elevados, mucho más altos, por cierto, que los intereses de la Reserva Federal estadounidense, que tiene como objetivo no sólo controlar la inflación, sino también estimular el crecimiento económico. La otra causa del bajo crecimiento económico en la UE es el Pacto de Estabilidad, que fuerza a los países europeos a tener un déficit público muy bajo (mucho más que el existente hoy en EEUU, un 5,2% del PIB), impidiendo que el gasto público aumente y anime la economía.

Y la tercera causa del bajo crecimiento económico y del elevado desempleo es la escasez de recursos del Gobierno europeo (la Comisión Europea) para estimular y redistribuir los fondos europeos, pues controla sólo el 1,2% del PIB de la Unión, en contraste con el Gobierno federal norteamericano, que gestiona el 19% del PIB de aquel país. Una consecuencia de esto último es que el Gobierno federal de EEUU no sólo ha sido más exitoso en estimular la economía que el Gobierno central europeo, sino que ha podido reducir las diferencias regionales de renta y de desempleo de una manera más sustancial que la UE. La variabilidad regional en los niveles de desempleo dentro de EEUU, por ejemplo, va de un máximo del 8% a un mínimo del 4%, mientras que en la UE va de un máximo del 21% a un mínimo del 3%.

ES FÁCIL imaginar qué pasaría a la economía estadounidense si su Gobierno federal gestionara sólo el 1,2% de su PIB, si los intereses bancarios de la Reserva Federal fueran constantemente más altos (y no sólo por unos pocos años) que los del BCE y si el déficit de su presupuesto central fuera menor del 3% de su PIB. No hay duda de que el crecimiento de EEUU sería mucho menor y el desempleo mucho mayor que el actual.

Tal como ocurrió en España en los años 80, el paro en la UE está alcanzando unas cuotas muy elevadas mientras los beneficios bancarios (y también del mundo empresarial) llegan a unas cuotas sin precedentes. Como admite The Economist (12 de febrero del 2005), «el mundo empresarial y bancario está absorbiendo un porcentaje cada vez mayor de la renta nacional a costa de los trabajadores». Nunca antes, comenta este semanario, los beneficios del capital (y sobre todo del capital financiero) habían sido tan altos. Mientras, los portavoces de tales lobis económicos y sus economistas liberales continúan acentuando la necesidad de moderar los salarios, desregular los mercados de trabajo, rebajar los impuestos y recortar el gasto público como medida de reducir el desempleo. Es consecuencia del enorme poder de la ideología liberal que esta interpretación de nuestras realidades haya sido aceptada también por algunos sectores de las izquierdas gobernantes hoy en Europa.

VICENÇ Navarro
Catedrático de Políticas Públicas de la Universitat Pompeu Fabra
El Periodico

2 de mayo de 2005