Benedicto XVI invita a superar la «contaminación» comercial de la Navidad

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Descubriendo la pobreza de Cristo que siendo Dios se hizo hombre . A rezar la oración mariana del Ángelus desde la ventana de su estudio, presentó la tradición de preparar el belén en las casas como una manera de presentar la fe cristiana, especialmente a los niños.

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 11 diciembre 2005 (ZENIT.org)

De hecho, en esta ocasión había muchos niños en la plaza de San Pedro: siguiendo una costumbre típica de Roma vinieron con la imagen del Niño Jesús que después colocarán en el belén de su casa para que fuera bendecida por el Papa.

«En la actual sociedad de consumo, este período sufre por desgracia una especie de «contaminación» comercial, que corre el riesgo de alterar su auténtico espíritu, caracterizado por el recogimiento, la sobriedad, una alegría que no es exterior, sino íntima», comenzó constatando el obispo de Roma en las tradicionales palabras que dijo antes de recitar la oración.

Por este motivo, alentó a los creyentes a prepararse a la Navidad con los sentimientos de la Virgen María, para «predisponernos con sinceridad de corazón y apertura de espíritu a reconocer en el Niño de Belén al Hijo de Dios, venido a la tierra por nuestra redención».

En este sentido, el pontífice alentó a continuar con las costumbre de hacer el belén en casa, pues «puede ser una forma sencilla pero eficaz de presentar la fe y transmitirla a los propios hijos».

«El pesebre nos ayuda a contemplar el misterio del amor de Dios que se ha revelado en la pobreza y en la sencillez de la gruta de Belén», explicó.

En este contexto, el Papa recordó el primer belén viviente de la historia, realizado en 1223 por san Francisco de Asís, en la localidad italiana de Greccio. Esta tradición, aclaró, «conserva todavía hoy su valor para la evangelización».

«El belén nos puede ayudar, de hecho, a comprender el secreto de la verdadera Navidad, porque habla de la humildad y de la bondad misericordiosa de Cristo, que «siendo rico, por vosotros se hizo pobre»», aclaró Benedicto XVI.

«Su pobreza –añadió– enriquece a quien la abraza y la Navidad trae alegría y paz a quienes, como los pastores, acogen en Belén las palabras del ángel: «esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre»».

Para el Papa éste «sigue siendo el signo también para nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI. No hay otra Navidad».