Todos los informativos MIENTEN

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Estamos obligados a consumir informativos en los que la propaganda política ocupa el 20%, la publicidad encubierta el 70% y la información pura y dura no más de otro 5%. ¿Y el 5% restante?, se preguntarán. Para la información meteorológica…

La mentira en los informativos de televisión es tan antigua como la propia televisión. En tanto que sirven a unos determinados intereses mediáticos, normalmente cimentados sobre una determinada orientación política que les sirve de sustento, los informativos de cualquier cadena ejercen una función indudable de generadora de opinión, a partir de un envoltorio presuntamente informativo que está consagrado a ejercer influencia sobre la conducta de los ciudadanos. Hasta ahí, no hay nada nuevo. Lo que sí parece haber cambiado son los aspectos cualitativos de la mentira. El marketing y las nuevas formas de venta han ejercido una poderosa influencia sobre el medio televisivo, sin duda el más suculento para cualquier empresa ávida de venta. De ahí que, cada vez más, los informativos de cualquier cadena se parezcan más a un catálogo disimulado de productos y servicios que a una recopilación de los asuntos más destacados del día. La obsesión por el negocio ha hecho saltar los principios deontológicos del periodismo más tradicional, de manera que prácticamente el 70% de un informativo televisivo es en realidad publicidad encubierta. Precisamente por esa opacidad, nadie, ni la asociación de televidentes más perspicaz y virulenta, es capaz de combatir esta mentira, administrada de forma tan amable como agresiva.


Los teóricos del marketing y la comunicación llaman «Publicity» a la actividad de comunicación que va más allá de la publicidad, y que se fundamenta en la venta de productos y servicios a través del envoltorio objetivo de la información. En lugar de emplear los soportes típicos de la publicidad, que tienden a generar rechazo, la venta de una empresa o un servicio bajo el envoltorio de una información seria resulta siempre infalible, ya que es consumida por el espectador como una noticia no pagada y, por tanto, con credibilidad.


Este invento no es nuevo, pero ha encontrado en la televisión su versión más sofisticada y refinada. Día tras día, los informativos nos anuncian a bombo y platillo el estreno de superproducciones cinematográficas, a través de reportajes de gran atractivo visual en los que se intercalan los propios fotogramas de las películas. Es sólo un ejemplo de esta publicidad encubierta, pero hay muchos otros. Por ejemplo, la reciente Feria del Móvil de Madrid no ha escatimado planos y exclusivas en algunos informativos sobre nuevos productos de algunas marcas, en lo que es un encubrimiento descarado de actividad comercial. Igualmente, no hay canal que se resista a emitir regularmente noticias sobre la realización de los nuevos anuncios de las zapatillas deportivas de turno, a los que concurren deportistas de alto standing que funcionan como verdaderas marquesinas con piernas. Ningún informativo de sobremesa es capaz de resistir a esta tendencia, a través de la que las cadenas obtienen unos beneficios millonarios, que se escapan al control estatal sobre los minutajes de emisión de publicidad. Con dinero, cualquiera puede pagarse sus segundos de gloria comercial en un informativo. Desde el otro lado, el panorama es desolador: diariamente, estamos obligados a consumir informativos en los que la propaganda política ocupa el 20%, la publicidad encubierta el 70% y la información pura y dura no más de otro 5%. ¿Y el 5% restante?, se preguntarán. Para la información meteorológica y, en el caso de Antena 3, para los chistes de Matías Prats.