Nueve de cada diez de los nuevos empleos no cobran ni el doble del salario mínimo (540 euros brutos al mes)

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Los bajos salarios vigentes en España continúan marcando la marcha denuestra economía, la última estadística de salarios de la Agencia Tributaria revela que la absorción de mano de obra inmigrante en España se está basando en la explotación salarial.

Los bajos salarios vigentes en España continúan marcando la marcha de nuestra economía, cuyas cifras-macro no dejan de resultar espectaculares. La última estadística de salarios de la Agencia Tributaria revela que la absorción de mano de obra inmigrante en España se está basando en la explotación salarial. En 2005, las pensiones aumentaron un 6,2% y los subsidios de paro un 4,3%, mientras los salarios sólo crecían un 2,3%

La economía española marcha bien. Crece por encima del 3,5%, con un déficit público, no ya controlado, sino totalmente superado, y con una deuda pública cuyo peso es inferior al de muchos de los países de nuestro entorno.

No sólo eso, la economía española está demostrando una extraordinaria capacidad de creación de puestos de trabajo y de absorción de nueva mano de obra, especialmente inmigrante. Por si fuera poco, la magnitud más resistente a la mejora, la inflación, ha proporcionando una gran alegría en septiembre: descendió en septiembre con el descenso del petróleo de la misma forma que e disparo con el aumento del precio del crudo. Hasta la siempre deficiente balanza de pagos presenta un semblante menos tétrico en sus dos últimas “comparecencias públicas”.

En resumen, la economía marcha bien, a pesar de que la política económica de Pedro Solbes se ha caracterizado por hacer poco, lo menos posible. Los impuestos prácticamente permanecen inmóviles y la política industrial, sencillamente no existe. De la misma forma, los tres presupuestos presentados por el Gobierno Zapatero mantienen la misma línea de los de Rodrigo Rato : atención prioritaria al déficit público y un aumento de la inversión pública perfectamente asumible, y siempre según los acuerdos políticos con los nacionalistas, especialmente con los nacionalistas catalanes.

Ahora bien, toda esa exitosa macroeconomía se soporta sobre una escala salarial baja. Aunque la estadística española, y cada vez más la europea, oculta las comparaciones salariales entre los distintos países, lo cierto es que los españoles siguen cobrando menos que la media europea (también tras la ampliación de la UE a 25 miembros) y que los nuevos empleos, generalmente tomados por los inmigrantes se caracterizan por salarios de práctica subsistencial.

Para ser exactos, según el último informe de la Agencia Tributaria sobre mercado de trabajo y pensiones, la práctica totalidad de todos los ingresos en el merado de trajo durante 2005 no alcanzaban el doble del salario mínimo interprofesional (unos 514 euros brutos mensuales). Son precisamente los recién llegados a dicho mercado los que deben afrontar la compra de un piso, precisamente el otro bien inalcanzable del mercado español. La economía española sigue estando marcada, pues, por los salarios bajos y las vivienda cara.

El informe no tiene desperdicio: otra característica es que el salario de las mujeres continua siendo inferior al de los hombres –lógico, dado que la incorporación de la mujer al mundo laboral es gradual, y estadísticamente reciente- y tiende a nivelarse, dado que el salario femenino crece por encima del 3% frente al masculino, que lo hace por debajo del 2%. Las cifras echan por tierra el habitual embuste del colectivo feminista y de los sindicatos cuando “titulan” que la mujer cobra menos que el hombre; así es, pero no por igual trabajo. A media que la mujer se incorpora al trabajo de forma más gradual, las cifras se equilibran.

Es en las pensiones donde la mujer, que vive más que el varón, sí está marginada: observen el cuadro sobre pensiones masculinas y femeninas según tramos, aunque también en ese sentido, la evolución hacia un sistema más justo es la adecuada.

También resulta llamativo que aumenten las subsidios de desempleo más que los salarios, y que aumente el número de nuevos desempleados a pesar de que reduce el paro. En efecto : la economía española genera muchos puestos de trabajo, sólo que los retribuye mal.