Recuperamos este artículo publicado en 2007 en Solidaridad.net con motivo del centenario de su muerte.
La Solidaridad, que ha movido y mueve la historia, es la historia de millones, de miles de millones de gestos solidarios cotidianos, la historia de la vida entregada en la familia, en el trabajo, en la amistad, de multitud innumerable de gente sencilla.
Salvador Seguí Rubiñals, conocido como “el Noi del Sucre” (el chico del azúcar), en memoria de su pasado como niño esclavizado, nació en Lérida el 23 de diciembre de 1890, y representa la figura de un militante de una gran personalidad humana y política. En él se unirán en síntesis admirable, la lucidez y el espíritu revolucionario, la ponderación más sobria, y un gran amor al Ideal.
Hijo de pobres, obrero, pintor de brocha gorda. Pobre entre los pobres, destacará en seguida, no como pensador ni por lo que escribió que fue muy poco, sino por sus dotes excepcionales para organizar a los obreros, para la oratoria y la estrategia, campos en los que no tuvo rival.
Seguí era de complexión alta, fuerte, y de carácter simpático y franco. Según testimonios hasta de sus más cerrados enemigos, suscitaba afecto, admiración y respeto en cuantos le trataban. Desde aprendiz militó en el movimiento obrero en Cataluña. A los 17 años fue encarcelado por primera vez por sus actividades en el Sindicato de Pintores de Barcelona. En 1910 participa en el congreso fundacional de la CNT, desde donde comenzará a destacar. En 1915 organizará como presidente del Sindicato de la Construcción de Barcelona, una huelga general que terminó con un éxito rotundo.
Uno de los rasgos más importantes de su lucha fue la UNIDAD. Fue constantemente vínculo de unidad dentro de su propio sindicato, teniendo muchas veces que enfrentarse abiertamente con los sectores más exaltados.
En cierta ocasión puso término a la hostigación de un grupo de rivales y enemigos de su propia organización al proponer, en una habitación cerrada, apagar las luces y acabar la discusión a tiros, en plena oscuridad. Indudablemente llegaron a un acuerdo. Unidad Sindical, siendo Seguí uno de los artífices de los sindicatos de clase, fórmula (aun vigente hoy en día) del Sindicato Único, frente a los sindicatos de ramo u oficio. Esto, marcará el transito de la lucha sindical local y dispersa, a la lucha nacional, internacional y global.
UNIDAD, incluso entre todos los pobres. Así, Seguí y Pestaña por la CNT, y Besteiro y Caballero por la UGT, lanzarán el manifiesto publicado por las dos grandes centrales sindicales en 1917, y antesala de las huelgas más ejemplares del movimiento obrero universal: la de agosto de 1917, y la de La Canadiense de 1919. Por ellas fue encarcelado de nuevo en varias ocasiones, y a pesar de todo Seguí siempre adoptó una actitud prudente y moderada. UNIDAD de los pobres, frente al capitalismo y al nacionalismo.
En 1919, invitado por la casa del pueblo socialista de Madrid a pronunciar unos discursos, les dirá a los obreros madrileños, que el problema de Cataluña es el mismo problema que el Madrid: un sistema injusto que condena a los pobres a la miseria.
Siendo Secretario Nacional de la CNT llegó a postular la unión CNT-UGT. Nunca cobró del sindicato, y recorrió toda España viajando en tercera, propagando el Ideal. Sólo en Andalucía pronunció 102 mítines y actos públicos.
Al irrumpir en Barcelona la época del pistolerismo entre las bandas financiadas por la patronal catalana de Sindicatos Libres y sectores exaltados confederales, condenó el uso del crimen político e hizo todo lo que estuvo en su mano para poner fin a los derramamientos de sangre. A principios de marzo de 1923 sus futuros asesinos le enviaron el siguiente anónimo. “Reunidos los elementos del Sindicato Libre, hemos acordado asesinarte a ti y a Pestaña, entre otros. Esta vez no escaparéis ninguno, aunque tu serás el primero”. Sus verdugos cumplieron la cobarde amenaza. Al atardecer del 10 de marzo de 1923, el Noi del Sucre fue acribillado a balazos en la calle de la Cadena de Barcelona.
El asesinato de Seguí fue deplorado por todos los españoles honrados, sin distinción de partidos ni ideologías. Periódicos de derechas, como el ABC o La correspondencia de España escribieron: El Noi del Sucre, no incluyó jamás entre sus predicaciones el derramamiento de sangre ni la violencia, y ello, unido a la firmeza de sus convicciones, basta para que, aun distantes de su credo político, lamentemos la sangrienta asechanza que le ha deparado el destino.
Su muerte no sólo fue un crimen, sino una tragedia para el futuro de la CNT, y quizá de España. Seguí, reunía todos los elementos ideales para haber puesto fin a los desbordamientos de la violencia y al sectarismo que se fue agudizando en el anarcosindicalismo, y para haber dado al movimiento obrero español la autoridad moral y la eficacia orgánica que tan necesarias eran en aquella encrucijada decisiva de nuestra historia. Un militante diría de él: Se le tenía por un hombre conservador dentro de las agrupaciones de la extrema izquierda. Pero Seguí era el verdadero tipo del revolucionario consciente, sin prisas y sin desmayos; cada día daba un paso hacia delante.
“Se habla con demasiada frecuencia de los problemas de Cataluña. ¿Qué problemas de Cataluña?. En Cataluña no hay ningún problema; el único problema que pudiera haber planteado en Cataluña está planteado por nosotros (el problema proletario); pero el problema que está planteado por nosotros no es un problema de Cataluña, es un problema universal. Cuando han venido aquí (a Madrid) las representaciones organizadas de la burguesía catalana a hablar del problema de Cataluña, no han hecho más que desviar la opinión y decir cosas que no se ajustaban a la realidad de los hechos”.
Salvador Seguí |
Del libro: Militantes Obreros. Semblanzas
(Ed. Voz de los sin Voz)