Los mártires de Iraq

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Los cristianos son los verdaderos perdedores de la guerra en Iraq. Una comunidad histórica que comprendía un 3 % de la población total del país, se encuentra en la actualidad, en trance de desaparición.

El asesinato del padre Ragheed Aziz Ganni y de los diáconos Basman Yousef Daoud, Ghasan Bidawid y Hanna Wadid recuerdan la trágica situación en la que viven los cristianos iraquíes. El joven presbítero, había estudiado en Italia, y los diáconos que le acompañaban en su labor apostólica, lo hacían en función de custodes de su persona y del Santísimo. No obstante, los cuatro fueron ametrallados por desconocidos. Su asesinato es otra acción desarrollada en una operación que pretende culminar con la extirpación de los cristianos de territorio árabe.


Los caldeos son la comunidad cristiana más grande, son antiguos nestorianos que volvieron a la Iglesia católica.


En Bagdad, tenían antes de la guerra, un seminario y el colegio Babilonia, situados en el famoso barrio de Dora, de donde han sido expulsados de manera violenta.


En la actualidad intentan concentrarse en el norte del país, donde las armas kurdas permiten una cierta libertad. Sin embargo, más de 300.000 residen ya en Europa y otros 30.000 en la vecina Siria.


El éxodo continuo de los cristianos parece anunciar la desaparición de una comunidad de 1.200.000 cristianos, que llevaba 2.000 años de existencia.


Pero la salvaje guerra que se vive en Iraq se cobra un tributo diario entre los más débiles. Los sacerdotes son secuestrados; los cabezas de familia, asesinados; las mujeres obligadas a casarse con musulmanes, y los adolescentes obligados a la conversión.


En definitiva, las familias cristianas, después de ser expoliadas, son obligadas a huir del país.


Tanto las milicias chiítas, como las sunitas, tienen en común el odio a los cristianos.


La llegada de misioneros pentecostalistas, por parte de las autoridades militares norteamericanas, tiene como misión la absorción de católicos caldeos y ortodoxos, por un cristianismo menos universal y más manejable.


José Luis Orella