El Papa, a los farmacéuticos católicos: 'No anestesiéis vuestras conciencias'

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Es necesario que los farmacéuticos reflexionen sobre la función que están llamados a desarrollar, especialmente como intermediarios entre médico y paciente.

La Razón.


También para los farmacéuticos existe la objeción de conciencia. Lo recordó el Papa durante su discurso a los participantes en el XXV Congreso Internacional de Farmacéuticos Católicos, que se celebró en Roma reflexionando sobre «Las nuevas perspectivas de la profesión farmacéutica». La exhortación llega en un momento clave en la sociedad italiana, que estos días discute sobre la legalización de la llamada «píldora del día después» -que bloquea la hormona progesterona, necesaria para llevar adelante un embarazo- disponible en muchos países de la Unión Europea y regulada en EE UU, pero que no está autorizada en Italia.


«Es necesario que los farmacéuticos reflexionen sobre la función que están llamados a desarrollar, especialmente como intermediarios entre médico y paciente», recordó Benedicto XVI. «Es necesario que conozcan las implicaciones éticas de su actividad y de sus decisiones, den a conocer las implicaciones éticas de algunos fármacos», prosiguió. «En este ámbito, no es posible anestesiar las conciencias, por ejemplo, cuando se trata de moléculas cuyo objetivo es detener la implantación de un embrión o acabar con la vida de una persona», continuó el Papa.


«El farmacéutico debe invitar a todos a un impulso de humanidad, para que cada ser sea protegido desde la concepción hasta la muerte natural, y las medicinas desarrollen verdaderamente su papel terapéutico», recalcó en una referencia directa a medicamentos como la píldora abortiva. El Papa hizo referencia también al respeto a la dignidad del hombre: «Ninguna persona puede ser utilizada como un objeto para realizar experimentos terapéuticos: estos deben desarrollarse conforme a unos protocolos que respeten las normas éticas fundamentales», prosiguió. «Toda intervención médica debe tener en perspectiva el bienestar de la persona, y no sólo la búsqueda del progreso científico», afirmó.



La objeción, un derecho


En este orden de cosas, Benedicto XVI invitó a los farmacéuticos católicos a «considerar la objeción de conciencia que es un derecho que debe ser reconocido para su profesión, para que puedan evitar colaborar, directa o indirectamente, en el suministro de productos que tienen objetivos claramente inmorales, por ejemplo el aborto o la eutanasia».


El Pontífice recordó también en su discurso la necesidad de solidaridad en el campo terapéutico, «para conseguir un acceso a los medicamentos de primera necesidad por parte de todas las franjas de población de todos los países, en especial de aquellos más pobres», recalcó. «Las ciencias biomédicas están al servicio del hombre; si no fuera así, tendrían un carácter frío e inhumano; cada saber científico en el campo de la sanidad y cada acto terapéutico están al servicio del enfermo. El ser humano, como imagen de Dios, debe ser siempre el centro de las investigaciones en materia biomédica», concluyó.