Acabar con la especulación desenfrenada

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…El primer compromiso es el de eliminar las razones que impiden un respeto auténtico de la dignidad de la persona. Los medios y los recursos de los que dispone el mundo pueden procurar una alimentación suficiente para satisfacer las necesidades crecientes de todos.

Extracto del mensaje de  Benedicto XVI al director de la FAO (oct 08)


 …El primer compromiso es el de eliminar las razones que impiden un respeto auténtico de la dignidad de la persona. Los medios y los recursos de los que dispone el mundo pueden procurar una alimentación suficiente para satisfacer las necesidades crecientes de todos. Lo demuestran los primeros resultados de los esfuerzos aplicados para aumentar los niveles globales de producción ante la carestía registrada por las cosechas. Entonces, ¿por qué no es posible evitar que tantas personas sufran de hambre hasta las consecuencias más extremas?


Los motivos de esta situación, en la que con frecuencia conviven abundancia y penuria, son numerosos. Podemos citar la carrera al consumismo, que no se detiene a pesar de una menor disponibilidad de alimentos y que impone reducciones forzadas a la capacidad alimentaria de las regiones más pobres del planeta; o la falta de voluntad para concluir negociaciones y para frenar los egoísmos de Estados y de grupos de países o para acabar con esa «especulación desenfrenada» que afecta a los mecanismos de los precios y el consumo. La ausencia de una administración correcta de recursos alimentarios causada por la corrupción en la vida pública o las inversiones crecientes en armas y tecnologías militares sofisticadas en detrimento de las necesidades primarias de personas desempeñan también un gran papel.


Estos motivos, sumamente diferentes entre sí, tienen su origen en un falso sentido de valores sobre los que deberían basarse las relaciones internacionales, y en particular, en esa actitud difundida en la cultura contemporánea que sólo privilegia la carrera a los bienes materiales, olvidando la verdadera naturaleza de la persona humana y sus aspiraciones más profundas. El resultado es, por desgracia, la incapacidad de muchos para asumirse las necesidades de los pobres y para comprenderlas, negando así su dignidad inalienable.


Una campaña eficaz contra el hambre exige, por tanto, mucho más que un simple estudio científico para afrontar los cambios climáticos o para destinar en primer lugar la producción agrícola a la alimentación. Es necesario, ante todo, redescubrir el sentido de la persona humana, en su dimensión individual y comunitaria, a partir del fundamento de la vida familiar, fuente de amor y afecto, de la que procede el sentido de solidaridad y la voluntad de compartir. Este planteamiento responde a la necesidad de construir relaciones entre los pueblos basadas en una disponibilidad auténtica y constante para hacer que cada país sea capaz de satisfacer las necesidades de las personas, pero también de transmitir la idea de relaciones basadas en el intercambio de conocimientos recíprocos, de valores, de asistencia rápida y de respeto.


Se trata de un compromiso por la promoción de una justicia social efectiva en las relaciones entre los pueblos, que exige de cada uno ser consciente de que los bienes de la Creación están destinados a todos y de que en la comunidad mundial la vida económica debería orientarse a compartir estos bienes, a su uso duradero y a la justa repartición de los beneficios que se derivan.