ACTITUD ante el DOLOR y el HOMBRE en BUSCA de SENTIDO. Por Víctor E. Frankl.

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En cierta ocasión viene a mi consulta un anciano médico que hacía un año había perdido a su mujer, a quien él amaba sobremanera, sin que pudiera encontrar algo capaz de consolarle por esta pérdida…
Fuente: Arvo.net

En cierta ocasión viene a mi consulta un anciano médico que hacía un año había perdido a su mujer, a quien él amaba sobremanera, sin que pudiera encontrar algo capaz de consolarle por esta pérdida.

Yo pregunto a este paciente, tan profundamente deprimido, si se le había ocurrido pensar alguna vez lo que hubiese sucedido caso de haber muerto él antes que su mujer. «No es para imaginarlo, contestó él; mi mujer se hubiera desesperado.»

Entonces me permití hacerle esta observación: «Vea usted de qué trance se ha librado su mujer, y usted ha sido precisamente quien se lo ha evitado, aunque esto le cueste a usted el tener que llorarla ahora muerta.»

En el mismo instante comenzó a tener un sentido su dolor: el sentido del sacrificio.

Su sino estaba decidido y nada podía cambiarlo, pero se había cambiado su actitud frente a él. El destino le había exigido la renuncia a la posibilidad de planificar su vida en el amor, pero le había quedado la posibilidad de tomar postura ante este destino, la de aceptarlo y enfrentarse a él dignamente.

Víctor E. Frankl.
La idea psicológica del hombre.
Ed. Rialp.
Pag.117


El HOMBRE en BUSCA de SENTIDO

Por Victor Frankl*

Para ilustrar la lección sobre «El ideal de la vida» será útil leer detenidamente el texto de Victor Frankl, en el que explica por qué, en el campo de concentración de Auschwitz, aumentó notablemente la tasa de mortalidad semanal durante las Navidades de1944 al Año Nuevo de 1945.

La explicación de este aumento no estaba en el empeoramiento de nuestras condiciones de trabajo, ni en una disminución de la ración alimenticia, ni en un cambio climatológico, ni en el brote de nuevas epidemias. Se trataba simplemente de que la mayoría de los prisioneros había abrigado la ingenua ilusión de que para Navidad les liberarían. Según se iba acercando la fecha sin que se produjera ninguna noticia alentadora, los prisioneros perdieron su valor y les venció el desaliento. (…)

Cualquier intento de restablecer la fortaleza interna del recluso bajo las condiciones de un campo de concentración pasa antes que nada por el acierto en mostrarle una meta futura. Las palabras de Nietzsche: “Quien tiene algo por qué vivir es capaz de soportar cualquier cómo” pudieran ser la motivación que guía todas las acciones psicoterapéuticas y psicohigiénicas respecto a los prisioneros. Siempre que se presentaba la oportunidad era preciso inculcarles un por qué – una meta – de su vivir, a fin de endurecerles para soportar el terrible cómo de su existencia. Desgraciado de aquel que no viera ningún sentido en su vida, ninguna meta, ninguna intencionalidad y, por tanto, ninguna finalidad en vivirla, ése estaba perdido. La respuesta típica que solía dar este hombre a cualquier razonamiento que tratara de animarle era: “Ya no espero nada de la vida”. ¿Qué respuesta podemos dar a estas palabras?

(…) Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud ante la vida. Tenemos que aprender por nosotros mismos y, después enseñar a los desesperados que en realidad no es lo importante que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros. Tenemos que dejar de hacernos preguntas sobre el significado de la vida y, en vez de ello, pensar en nosotros como en seres a quienes la vida les inquiera continua e incesantemente. Nuestra contestación tiene que estar hecha no de palabras ni tampoco de meditación, sino de una conducta y una actuación rectas. En última instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuamente a cada individuo”.

… Tales pensamientos no eran especulaciones muy alejadas de la realidad, eran los únicos pensamientos capaces de ayudarnos, de liberarnos de la desesperación, aún cuando no se vislumbrara ninguna oportunidad de salir con vida

* «El hombre en busca de sentido».
(Editado en Ediciones Voz de los Sin Voz, nº 282, pedidos en: Formulario de contacto