Algunas ORACIONES de: GANDHI, HELDER CAMARA, CARLOS de FOUCAULD…

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«No se si habrá alguien que pueda contemplarte en el pesebre y seguir siendo rico: yo no puedo» Carlos de Foucauld… Es fácil leer acerca de los hambrientos y mirar en la TV esos cuerpos esqueléticos, Pero, como dijo Santiago: «¿puede la fe sin obras salvarte? No. Es una fe muerta»Podríamos perder todo sentido si no nos introducimos en profundidad en la vida de los oprimidos.


El 1 de febrero de 1948 caía asesinado Gandhi. Nos complace recordar hoy sus últimos pensamientos, escritos el 30 de enero de 1948, al mismo tiempo, que damos gracias a Dios por el regalo que ha supuesto Gandhi para toda la humanidad.

Ya te sientes fatigado o no, ¡oh hombre!, no descanses;
no ceses en tu lucha solitaria,
sigue adelante y no descanses.

Caminarás por senderos confusos y enmarañados
Y sólo salvarás unas cuantas vidas tristes.
¡Oh hombre!, no pierdas la fe, no descanses.

Tu propia vida se agotará y anulará,
y habrá crecientes peligros en la jornada.
¡Oh hombre!, soporta todas esas cargas, no descanses.

Salta sobre tus dificultades
aunque sean más altas que montañas,
y aunque más allá sólo haya campos secos y desnudos.
¡Oh hombre!, no descanses hasta llegar a esos campos.

El mundo se oscurece y tu verterás luz sobre él
y disiparás las tinieblas.
¡Oh hombre!, aunque la vida se aleje de ti, no descanses.
¡Oh hombre!, no descanses; procura descanso a los demás.


¡ VEN, SEÑOR!
NO SONRIAS DICIENDO
QUE YA ESTÁS ENTRE NOSOTROS.
SON MILLONES LOS QUE
NO TE CONOCEN TODAVÍA.
¿Y DE QUE SIRVE EL CONOCERTE?
¿PARA QUE TU VENIDA,
SI PARA LOS TUYOS LA VIDA PROSIGUE
COMO SI TAL COSA…?
¡CONVIERTENOS!
¡SACUDENOS!
QUE TU MENSAJE SE HAGA
CARNE EN NUESTRA CARNE,
SANGRE DE NUESTRA SANGRE,
RAZÓN DE NUESTRA VIDA.
QUE NOS ARRANQUE DE LA TRANQUILIDAD
DE LA BUENA CONCIENCIA,
QUE SEA EXIGENTE, INCOMODO,
PORQUE NO ES OTRO EL PRECIO
QUE HEMOS DE PAGAR
PARA ALCANZAR
LA PAZ PROFUNDA,
LA PAZ DIFERENTE: TU PAZ.

Hélder Cámara


LAMENTO POR UN NIÑO

Señor, esta noche me encuentro triste.
Te ofrezco esa pobre madre que hoy he encontrado.
Consuela, Señor, su corazón roto
y el de todas las madres que lloran sus hijos,
pero especialmente el de las madres ugandesas cuyos hijos mueren de hambre.
Yo no creo, Señor, que tú quisiste jamás que tus pequeños
Se viesen atormentados por esa hambre.
¿Qué le ha pasado a tu hermoso mundo?
Nunca estuvo en tus designios que unos pocos de los tuyos
tuviesen tanta, mientras los pequeñuelos sufren hambre.
El dolor de esa madre me acosa.
Caminó muchas leguas bajo el sol de los trópicos para traernos su niño.
Recuerdo su delgado, consumido cuerpo y sus ojitos enfermos…
Mejoró con nuestros cuidados y la tensión abandonó su rostro.
¡Que amor derramó aquella madre sobre su pequeño!
Hoy, de repente, el niño ha muerto.
La malnutrición le había dejado sin resistencias.
Y, Señor, he sido testigo de un dolor sin fondo.
Me he sentido incapaz y las palabras me han faltado…
Ella, esa madre, es una de tus más pobres…
He contemplado el Calvario encarnado en esa colonia verde fuera del hospital.
De la misma manera que, ante los ojos de tu Madre, envolvieron, Señor, tu cuerpo en lienzos de lino,
Ahora tan recogido ese pequeño cuerpo y con cariño inmenso lo han envuelto en tela de corteza.
Su padre, con destreza y reverencia, lo ha asegurado con unos pedazos de bambú en una bicicleta prestada. ¿No lo era también su tumba?
Yo, apretaba en simpatía silenciosa la mano de la madre.
«Weebale Nnyo»:»Gracias hermana», por tu bondad con mi pequeño, me dijo.
Con dignidad emprendió sin mirar atrás la vuelta a casa.
Mi alma iba con ella, intranquila y pesarosa,
pesarosa de que niños deban morir cuando tantos comen demasiado.
Señor, te pido por tu mundo, este maravilloso mundo cuya abundancia deseas por todos compartida.
Envía profetas que desafíen a las naciones ricas a distribuir tu pan entre las multitudes hambrientas.
Destruye el hambre; danos la «Tierra Nueva».
Es fácil leer acerca de los hambrientos y mirar en la TV esos cuerpos esqueléticos,
Pero, como dijo Santiago: «¿puede la fe sin obras salvarte? No. Es una fe muerta»»
Podríamos perder todo sentido si no nos introducimos en profundidad en la vida de los oprimidos.

Oración de Mónica Prendergast (MMM.), Medical Missionaries of Mary, una noche sobre una escena vivida ese día en el Hospital de la misión de Kitovu, en Uganda.


El poeta católico coreano Kim Dja Ha, condenado a muerte en 1975 y recientemente liberado bajo la presión de la opinión internacional, expresa en sus poemas el grito del pueblo oprimido y explotado. Su clamor nos conmueve y nos interpela. He aquí uno de sus poemas:

Oración de las manos atadas

Durante largos días, meses y años,
estas manos están atrapadas por cadenas;
oh manos orantes e imploradoras,
que nunca abrazarón ni estrecharon otras,
manos sin calor ni ternura.

Estribillo:
Ven presto, Señor,
rompe las cadenas, líbrame.

En este valle de desesperanza,
cubierto por sombras de muerte,
hasta mis sueños yacen prisioneros.
Triste está mi corazón,
ansioso de justicia y amor,
muriendo está, errante en este valle de la muerte.

A manos llenas sembré estos campos helados,
mis manos ensangrentadas los cultivaron,
mis manos ensangrentadas hicieron la recolección.
Su cosecha te ofrezco, Señor,
y todo mi cuerpo, sobre el gran altar de la tierra.

Cuando los campos se iluminan por la luz púrpura
del sol poniente,
con manos manchadas de tierra
salgo al encuentro de los hombres;
con la antorcha encendida busco tu camino,
tu corazón, Señor.
Enteramente me ofrezco a ti, Señor,
despeja mis tinieblas;
quiero ser luz, reflejo de tu resplandor.

El cuerpo cansado, roto por sus trabajos;
estas manos, desafiando la muerte, buscan la libertad;
seguiré buscando libertad para estas manos.
Volverá la aurora; al sol radiante, las rosas florecerán.
Con la noche las tinieblas desaparecerán
y la luz manantial anunciará un mundo muevo.


«NO SE SI HABRÁ ALGUIEN QUE PUEDA CONTEMPLARTE EN EL PESEBRE Y SEGUIR SIENDO RICO: YO NO PUEDO»

Carlos de Foucauld