Algunos textos para la reflexión de la Doctrina Social de la Iglesia (D.S.I.). 2ª PARTE

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La editorial Voz de los Sin Voz quiere contribuir a dar a conocer este tesoro y a que se haga vida. Pone a tu disposición excelentes libros y videos realizados por expertos, para profundizar sobre la tan silenciada y manipulada D.S.I. La Populorum Progressio fue motejada por el Wall Street Journal, altavoz del capitalismo financiero norteamericano, de `marxismo recalentado´, y la `Laborem Exercens´, de producto de una mente eslava necesitada de una correcta traducción a la mentalidad occidental».


PRIMERA PARTE

Publicado por Solidaridad.net
05/06/2003

2.1.- APORTACIÓN A LA HUMANIDAD DESDE EL VALOR DEL TESTIMONIO.

TEXTOS PARA LA REFLEXIÓN:

«La naturaleza inteligente de la persona humana se perfecciona y se debe perfeccionar por la sabiduría, que empuja con suavidad la mente del hombre hacia la búsqueda y el amor de la verdad y del bien, y, penetrado por ella, el hombre es guiado a través de las cosas visibles hacia las cosas invisibles.
Nuestro tiempo, más que los tiempos pasados, necesita de esa sabiduría para humanizar más todas las cosas nuevas que el hombre va descubriendo. Está en peligro el destino futuro del mundo, a no ser que surjan hombres más sabios. Además, es de notar que muchas naciones -pobres en medios económicos, pero ricas en sabiduría- pueden prestar a las otras un servicio enorme». Gaudium et spes, nº 15.

«La Buena Nueva debe ser proclamada, en primer lugar, mediante el testimonio». Evangelii nuntiandi, nº 21.

«Para la Iglesia el primer medio de evangelización consiste en un testimonio de vida auténticamente cristiana, entregada a Dios en una comunión que nada debe interrumpir y a la vez consagrada igualmente al prójimo con un celo sin límites. «El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan -decíamos recientemente a un grupo de seglares- o si escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio». San Pablo lo expresaba bien cuando exhortaba a una vida pura y respetuosa, para que si alguien se muestra rebelde a la palabra, sea ganado por la conducta. Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará el mundo, es decir, mediante, un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo, de pobreza y despego a los bienes materiales, de libertad frente a los pobres del mundo, en una palabra de santidad». Evangelii nuntiandi, nº 41.

«De modo especial se deberá trabajar por el reconocimiento de la heroicidad de las virtudes de los hombres y las mujeres que han realizado su vocación cristiana en el matrimonio: convencidos como estamos de que no faltan frutos de santidad en tal estado, sentimos la necesidad de encontrar los medios más oportunos para verificarlos y proponerlos a toda la Iglesia como modelo y estímulo para los otros esposos cristianos». Tertio millennio adveniente, nº 37.

«A través de la vida moral la fe llega a ser «confesión» no solo ante Dios, sino también ante los hombres: se convierte en testimonio (…) La caridad, según las exigencias del radicalismo evangélico, puede llevar al testimonio supremo del martirio». Veritatis splendor, nº 89.

«Ante la dimensión mundial que hoy caracteriza a los diversos problemas sociales, la familia ve que se dilata de una forma totalmente nueva su cometido ante el desarrollo de la sociedad; se trata de cooperar también a establecer un nuevo orden internacional, porque sólo con la solidaridad mundial se pueden afrontar y resolver los enormes y dramáticos problemas de la justicia en el mundo, de la libertad de los pueblos y de la paz de la humanidad». Familiaris consortio, nº 48.

«El hombre es interpelado en su libertad por la llamada de Dios a crecer, a madurar, a dar fruto. No puede dejar de responder; no puede dejar de asumir su personal responsabilidad. A esta responsabilidad, tremenda y enaltecedora, aluden las palabras graves de Jesús: si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo echan al fuego y lo queman (Jn 15,6) Christifideles laici, nº 57.

2.2.- RECUPERAR EL ROSTRO DEL HERMANO.

TEXTOS PARA LA REFLEXIÓN:

«El Catecismo de la Iglesia Católica presenta la vida moral de los creyentes en sus fundamentos y en sus múltiples contenidos como vida de los hijos de Dios. Los cristianos, reconociendo en la fe su nueva dignidad, son llamados a llevar en adelante una vida digna del evangelio de Cristo» (Flp 1,27). Veritatis splendor, nº 5.

«La perfección exige aquella madurez en el darse a sí mismo, a que está llamada la libertad del hombre (…) El discípulo de Cristo sabe que la suya es una vocación a la libertad». Veritatis splendor, nº 17.

«La vida del hombre, en efecto, ha de considerarse como algo sagrado, ya que desde su mismo origen exige la acción creadora de Dios. Por tanto, quien se aparta de lo establecido por El, no sólo ofende a la majestad divina y se degrada a sí mismo y a la humanidad entera, sino que, además, debilita las energías íntimas de su propio país». Mater et Magistra.

«Cada persona, precisamente en virtud el misterio del Verbo de Dios hecho carne (cf. Jn 1,14), es confiada a la solicitud materna de la Iglesia. Por eso, toda amenaza a la dignidad y a la vida del hombre repercute en el corazón mismo de la Iglesia, afecta al núcleo de su fe en la encarnación redentora del Hijo de Dios, la compromete en su misión de anunciar el Evangelio de la Vida por todo el mundo y a cada criatura (cf. Mc 16,15). Evangelium Vitae 3.

«El objeto primario de esta enseñanza social es la dignidad personal del hombre, imagen de Dios y la tutela de sus derechos inalienables (PP 14-21). La Iglesia ha ido explicando sus enseñanzas en los diversos campos de la existencia, lo social, lo económico, lo político, lo cultural, según las necesidades». Puebla, nº 475.

«Las Sagrada Escritura nos enseña que el amor de Dios no puede separarse del amor del prójimo:… cualquier otro precepto en esta sentencia se resume: Amarás al prójimo como a ti mismo… El amor es el cumplimiento de la ley (Rom 13,9-10; cf. Y 10, 4,20) Esta doctrina posee hoy extraordinaria importancia a causa de dos hechos: la creciente interdependencia mutua de los hombres y la unificación asimismo creciente del mundo». Gaudium et spes, nº 24.
«Es de esperar que todos aquellos que, en una u otra medida, son responsables de una vida más humana para sus semejantes -estén inspirados o no por una fe religiosa- se den cuenta plenamente de la necesidad urgente de un cambio en las actitudes espirituales que definen las relaciones de cada hombre consigo mismo, con el prójimo, con las comunidades humanas, incluso con las más lejanas y con la naturaleza; y ello en función de unos valores superiores, como el bien común, o el pleno desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres, según la feliz expresión de la Encíclica Populorum Progressio». Sollicitudo rei socialis, nº 38.
«Los derechos humanos permanecen todavía frecuentemente desconocidos, si no burlados, o su respeto es puramente formal. En muchos casos, la legislación va atrasada respecto a las situaciones reales. Siendo necesaria, es todavía insuficiente para establecer verdaderas relaciones de justicia e igualdad. Octogesima adveniens, nº 23.

2.3.- MOTIVACIONES PSICOLÓGICAS: MIEDO, INTERÉS, AMOR.

TEXTOS PARA LA REFLEXIÓN:

«Exhortamos, pues, insistentemente a nuestros hijos de todo el mundo, tanto del clero como del laicado, a que procuren tener una conciencia plena de la gran nobleza y dignidad que poseen por el hecho de estar injertados en Cristo como los sarmientos en la vid: Yo soy la vid, vosotros los sarmientos, y porque se les permite participar de la vida divina de Aquel.» Mater et Magistra.

«Se aliena el hombre que rechaza trascenderse a sí mismo y vivir la experiencia de la autodonación (…). Está alienada una sociedad que en sus formas de organización social, de producción y de consumo, hace más difícil la realización de esta donación». Centesimus annus, nº 41.

«Profesamos, pues, que todo hombre y toda mujer, por más insignificantes que parezcan, tienen en sí una nobleza inviolable que ellos mismos y los demás deben respetar sin condiciones; que toda vida humana merece por sí misma, en cualquier circunstancia, su significación; que toda convivencia humana tiene que fundarse en el bien común, consistente en la realización cada vez más fraterna de la común dignidad, lo cual exige no instrumentalizar a unos en favor de otros y estar dispuestos a sacrificar aun bienes particulares». Puebla, nº 317.

«El hombre – varón o mujer – es la única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma, es decir, es una persona, es un sujeto que decide sobre sí mismo. Al mismo tiempo, el hombre «no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás» . Mulieris dignitatem, nº 18.

«El hombre no puede vivir sin amor. Permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido, sino le es revelado el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y no lo hace propio, si no participa en él vivamente». Familiaris consortio, nº 18.

«El culto que Dios nos pide -expresado en la oración y en la liturgia- se prolonga en la vida diaria, a través del esfuerzo por convertirlo todo en ofrenda». Puebla, nº 252.

«El mandamiento del amor es una posibilidad abierta al hombre exclusivamente por la gracia, por el don de Dios, por su amor. Por otra parte, precisamente la conciencia de haber recibido el don, de poseer en Jesucristo el amor de Dios, genera y sostiene la respuesta responsable de un amor pleno hacia Dios y entre los hermanos (1 Jn 4)».Veritatis splendor, nº 24.

«María, desde el primer momento de su maternidad divina (…) se inserta en el servicio mesiánico de Cristo. Precisamente este servicio constituye el fundamento mismo de aquel reino, en el cual servir quiere decir reinar». Mulieris dignitatem, nº 5.

«El cristianismo no es una cosa más en la vida del cristiano, algo así como las sobras de lo que las otras cosas permiten: sino que es lo único necesario. De tal manera que todo lo demás toma su dimensión en función del vivir cristiano». Guillermo Rovirosa.

«El cristiano sabe que la novedad, que esperamos en su plenitud a la vuelta del Señor, está ya presente desde la creación del mundo, y precisamente desde que Dios se ha hecho hombre en Cristo Jesús y con él y por él ha hecho una nueva creación (2 Co 5, 17; Gal 6, 15). Centesimus annus, nº 62.

«Es el hombre el protagonista del desarrollo, no el dinero ni la técnica. La Iglesia educa las conciencias revelando a los pueblos al Dios que buscan, pero que no conocen; la grandeza del hombre creado a imagen de Dios y amado por él; la igualdad de todos los hombres como hijos de Dios; el dominio sobre la naturaleza creada y puesta al servicio del hombre; el deber de trabajar para el desarrollo del hombre entero y de todos los hombres». Redentoris mismo, nº 58.

2-4.- LIBERTAD, DIGNIDAD DE LA PERSONA.

TEXTOS PARA LA REFLEXIÓN:

«La dignidad del hombre le exige actuar de acuerdo con una elección consciente y libre, es decir, personalmente movido e inducido desde dentro, y no bajo un ciego impulso interno o bajo la sola coacción externa. El hombre consigue esta dignidad cuando, liberándose de toda esclavitud de las pasiones, tiende a su fin con una libre elección del bien y se procura los medios adecuados con eficacia y diligente empeño. Pero la libertad del hombre, herida por el pecado, no puede conseguir esta orientación hacia Dios con plena eficacia si no es con la ayuda de su gracia. Y cada uno tendrá que dar cuenta de su propia vida ante el tribunal de Dios, según haya hecho el bien o el mal». Gaudium et spes, nº 17.

«En nuestros días los éxitos de la ciencia y de la técnica permiten alcanzar de modo hasta ahora desconocido un grado de bienestar material que, mientras favorece a algunos, conduce a otros a la marginación. De este modo, este progreso unilateral puede llevar también a una gradual pérdida de la sensibilidad por el hombre, por todo aquello que es esencialmente humano. En este sentido, sobre todo el momento presente espera la manifestación de aquel genio de la mujer, que asegure en toda circunstancia la sensibilidad por el hombre, por el hecho de que es ser humano. Y porque la mayor es la caridad» «. Mulieris dignitatem, nº 30.

«Por grande que llegue a ser el progreso técnico y económico, ni la justicia ni la paz podrán existir en la tierra mientras los hombres no tengan conciencia de la dignidad que poseen como seres creados por Dios y elevadas a la filiación divina; por Dios, decimos, que es la primera y última causa de todo lo creado». Mater el Magistra.

«Ante las normas morales que prohiben el mal intrínseco no hay privilegios ni excepciones para nadie. No hay ninguna diferencia entre el dueño del mundo o el último de los miserables de la tierra: ante las exigencias morales todos somos absolutamente iguales». Veritatis splendor, nº 96.

«Pero la dignidad del hombre verdaderamente libre exige que no se deje encerrar en los valores del mundo, particularmente en los bienes materiales sino que, como ser espiritual, se libere de cualquier esclavitud y vaya más allá, hacia el plano superior de las relaciones personales, en donde se encuentra consigo mismo y con los demás. La dignidad de los hombres se realiza aquí en el amor fraterno, entendido con toda la amplitud que le ha dado el Evangelio y que incluye el servicio mutuo, la aceptación y promoción práctica de los otros, especialmente de los más necesitados». Puebla, nº 324.

«Gracias a Dios, el hombre perfecto no existe. No hubo más que uno y lo matamos, como es natural. Pero, como el ave Fénix renació y (¡oh maravilla!) los cojos, los ciegos, los lisiados… podemos juntarnos y llevarnos unos a otros, y (si lo hacemos con Él) entonces sí que formaremos verdaderamente el hombre perfecto: El Cuerpo Místico de Cristo. Pero ello no a base de nuestras semejanzas, sino de nuestras diferencias». Guillermo Rovirosa.

«Las familias cristianas podrán realizar esto tanto por medio de su acción educadora, es decir, ofreciendo a los hijos un modelo de vida fundado sobre los valores de verdad, libertad, justicia y amor, bien sea con un compromiso activo y responsable para el crecimiento auténticamente humano de la sociedad y de sus instituciones, bien con el apoyo, de diferentes modos, a las asociaciones dedicadas específicamente a los problemas del orden internacional». Familiaris consortio, nº 48.

«Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza; llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor». Familiaris consortio, nº 11.

2-5.- NO VIOLENCIA Y LUCHA POR LA JUSTICIA.

TEXTOS PARA LA REFLEXIÓN:

«Puede decirse que se ha llegado a un consenso sobre la pertenencia a la misión de la Iglesia del combate en pro de la justicia y de una participación en la obra de transformación del mundo… estamos de acuerdo en que la auténtica liberación humana forma parte de la misión». Cardenal Y.M.J. Congar.

«La caridad no se puede reducir a una pura ética, a una especie de lubricante que se ha de echar en los complejos rodajes de la sociedad moderna. No es suficiente humanizar las relaciones y las instituciones, protegiendo en ellas al hombre atrapado en la red creciente de una socialización fría y anónima. ¡Ay de la humanización que presente una caridad secularizada!. ¡Ay de una caridad que se inspire en los métodos del marketing!». Cardenal Roger Etchegaray.

«Para que el ejercicio de la caridad sea verdaderamente extraordinario y aparezca como tal, es necesario que se considere en el prójimo la imagen de Dios, según la cual ha sido creado (…); se considere con la máxima delicadeza la libertad y dignidad de la persona que recibe el auxilio; (…) se satisfaga, ante todo, a las exigencias de la justicia, y no se brinde como ofrenda de caridad lo que ya se debe por título de justicia; se quiten las causas de los males, no solo los efectos; y se ordene el auxilio de forma que quienes lo reciben se vayan liberando poco a poco de la dependencia externa y se vayan bastando por sí mismos.» Concilio Vaticano II, Decreto «Apostolicam Actuositatem» nº8.

«Las reformas fueron realizadas por los Estados; pero en la lucha por conseguirlas tuvo un papel importante la acción del Movimiento Obrero. Nacido como reacción de la conciencia moral contra situaciones de injusticia y de daño desarrolló una vasta actividad sindical, reformista, lejos de las nieblas de la ideología y más cercana a las necesidades diarias de los trabajadores. Después fue dominado por la ideología (…). Las mismas reformas fueron también el resultado de un libre proceso de autoorganización de la sociedad, con la aplicación de instrumentos eficaces de solidaridad». Centesimus annus, nº 16.

«La actual lucha de clases es, en un mundo materialista, la expresión, por una parte, de la angustia de los pobres y, por otra, de la resistencia de la burguesía a abandonar la preeminencia que ocupa.
Lo malo de la lucha de clases es su materialismo. Todo el esfuerzo de los cristianos debe ponerse en que la lucha de clases se convierta en lucha por la justicia, o mejor, por la comunión. Tomás Malagón.

«Para realizar la justicia social en las diversas partes del mundo son siempre necesarios nuevos movimientos de solidaridad de los hombres del trabajo y de solidaridad con los hombres del trabajo. Esta solidaridad debe estar siempre presente allí donde lo requiere la degradación social del sujeto de trabajo, la explotación de los trabajadores y las crecientes zonas de miseria e incluso de hambre. La Iglesia está vivamente comprometida en esta causa porque la considera como su misión, su servicio, como verificación de su fidelidad a Cristo para poder ser verdaderamente Iglesia de los pobres». Laborem exercens, nº 8.

«No obstante, es necesario denunciar la existencia de unos mecanismos económicos, financieros y sociales, los cuales, aunque manejados por la voluntad de los hombres, funcionan de un modo casi automático, haciendo más rígidas las situaciones de riqueza de los unos y de pobreza de los otros. Estos mecanismos, maniobrados por los países más desarrollados de modo directo o indirecto, favorecen a causa de su mismo funcionamiento los intereses de los que los maniobran, aunque terminan por sofocar o condicionar las economías de los países menos desarrollados. Es necesario someter en el futuro estos mecanismos a un análisis atento bajo el aspecto ético-moral». Sollicitudo rei socialis nº 16.

2-6.- TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN Y D.S.I.

TEXTOS PARA LA REFLEXIÓN:

«El cristiano que quiere vivir su fe en una acción política, concebida como servicio, tampoco puede adherirse sin contradicción a sistemas ideológicos que se oponen radicalmente o en los puntos substanciales a su fe y a su concepción del hombre: ni a la ideología marxista, a su materialismo ateo, a su dialéctica de violencia y a la manera como ella entiende la libertad individual dentro de la colectividad, negando al mismo tiempo toda trascendencia al hombre y a su historia personal y colectiva; ni a la ideología liberal que cree exaltar la libertad individual sustrayéndola a toda limitación, estimulándola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder, y considerando las solidaridades sociales como consecuencias más o menos automáticas de iniciativas individuales y no ya como un fin y un criterio más elevado del valor de la organización social». Octogesima adveniens, nº 26.

«Entre dichos temas quiero señalar aquí la opción o amor preferencial por los pobres. Esta es una opción o una forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad, de la cual da testimonio toda la tradición de la Iglesia». Sollicitudo rei socialis, nº 42.

«Al no ser ideológica, la fe cristiana no pretende encuadrar en un rígido esquema la cambiante realidad sociopolítica y reconoce que la vida del hombre se desarrolla en la historia en condiciones diversas y no perfectas». Centesimus annus, nº 16.

«La teología de la liberación es útil y necesaria». Juan Pablo II.

«La enseñanza y la difusión de esta doctrina social forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia. Y como se trata de una doctrina que debe orientar la conducta de las personas, tiene como consecuencia el compromiso por la justicia según la función, vocación y circunstancias de cada uno.
Al ejercicio de este ministerio de evangelización en el campo social, que es un aspecto de la función profética de la Iglesia, pertenece también la denuncia de los males y de las injusticias. Pero conviene aclarar que el anuncio es siempre más importante que la denuncia, y que ésta no puede prescindir de aquél, que le brinda su verdadera consistencia y la fuerza de su motivación más alta». Sollicitudo rei socialis, nº 41.