Cambio político en Iberoamérica ¿Por qué?

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A lo largo de los últimos tres años, algunos dirigentes latinoamericanos que presidían economías del “bienestar” basadas en el “libre comercio” heterodoxo y la exportación de materias primas han perdido elecciones presidenciales, legislativas y municipales, referendos o se enfrentan a una destitución. Han caído mediante las urnas y no por causa de invasiones de EE.UU. o golpes de Estado

¿Por qué motivos los presidentes de izquierda han dejado de recibir el apoyo electoral mayoritario después de casi una década?

Algunos analistas y periodistas internacionales estaban impresionados por la feroz retórica antiimperialista de los gobiernos de izquierda y sus políticas anti-neoliberales. Los comentaristas locales y extranjeros repetían como un loro la retórica sobre las nuevas formas del socialismo, el “socialismo” del siglo XXI en Ecuador y Venezuela y el socialismo andino en Bolivia.

A lo largo de estos años, los cuadros políticos de los partidos de izquierda en el poder reunieron votos mediante favores clientelares, financiados mediante sobornos aportados por los contratistas y transferencias ilícitas de fondos públicos.

Los gobiernos de “izquierda” fomentaron el crecimiento del capitalismo extractivo y convirtieron a sus bases en receptoras pasivas de las reformas promovidas desde el poder.

Las diferencias de poder entre los dirigentes y sus seguidores fueron toleradas mientras se mantuvo el flujo gradual de recompensas.

A medida que las clases ascendían en la escala social, mudaron su ideología “izquierdista” nacida de la crisis y empezaron a considerar a la élite política como los nuevos “modernizadores”.

Los regímenes de izquierda fomentaron una “cultura de la dependencia” en la que competían por votos en base al crecimiento, los mercados y el clientelismo.

La mayor parte de la gente empezó a no tomar en serio la retórica antiimperialista de sus dirigentes, que contrastaba con el aumento de la inversión de capital extranjero y de los contratos firmados con multinacionales. Aceptaban los “gestos” simbólicos y las inauguraciones de proyectos locales ante grandes muchedumbres, pero estos cada vez eran más incapaces de compensar el aumento del poder centralizado y de la corrupción local.

Los funcionarios de “izquierda”, imposibilitados de ascender mediante la participación en los sectores agro-minerales “cerrados”, controlados por las multinacionales, recurrieron a la corrupción del Estado, extrayendo “comisiones” como intermediarios para las multinacionales, o simplemente fugándose con fondos públicos asignados para proyectos locales sanitarios, educativos o de infraestructuras.

Como resultado de todo ello, las promesas electorales no fueron cumplidas. Los dirigentes ignoraron las prácticas corruptas, ofendiendo profundamente al electorado popular, indignado ante el espectáculo ofrecido por los políticos corruptos de izquierda que aplaudían la retórica radical al tiempo que saqueaban el dinero público con impunidad.

La lealtad al partido limitaba cualquier supervisión de los políticos y funcionarios locales por parte de las esferas políticas nacionales. El desencanto hacia los funcionarios locales se extendió hasta la cumbre de los partidos. Los líderes populares, elegidos en repetidas ocasiones, empezaron a verse implicados, o al menos cómplices, en la aceptación de sobornos.

El final del decenio y el final del auge de las materias primas señalaron el ocaso de los ídolos. La izquierda perdió elecciones por toda la región.

Datos:

En Argentina, cayó el régimen Kirchner-Fernández (2015).

En Brasil, el régimen de Lula-Roussef está imputado y se enfrenta a la destitución (2014-2016).

En Venezuela, el régimen Chávez-Maduro perdió las elecciones legislativas (2015).

En Bolivia, el régimen de Evo Morales perdió el referéndum para modificar la constitución y permitir un tercer mandato presidencial (2016).

Autor: James Petras ( *Extracto)
Fuente: rebelion.org