Queremos dejaros «pequeños fragmentos » de textos de un libro de nuestras ediciones Voz de los sin Voz.: COMTEMPLATIVAS EN MEDIO DE LA HUMANIDAD (en base al testimonio de la Hermanita Magdeleine de Jesús) Podemos leerlos desde la oración, desde la meditación, desde el corazón.
Y, además, poder trasladárselos a todos los amigos del mundo desde los medios de comunicación que tengamos cada uno.
Nadie puede impedir que podamos LEER JUNTOS. Ahondemos en las reflexiones que nos hagan crecer personal y comunitariamente.
Que estos pequeños fragmentos nos hagan crecer en esperanza, ESPERANZA DEL QUE LUCHA. ¡ARRIBA LOS CORAZONES!
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«No he querido hacer sino una obra de AMOR». Estas palabras las escribía la hermanita Magdeleine de Jesús a sus hermanitas… Ella ayudó a los más pobres y proyectó su vida religiosa mezclada entre la gente, algo sorprendente en un tiempo preconciliar. Quería vivir íntimamente mezclada con la humanidad, en «los lugares de abajo». «Dios me tomó de la mano y lo seguí»
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Puso en marcha “los lugares de abajo”: «vivir, alojarse y viajar como los más pobres, como Jesús, que no perdió su dignidad divina al tomar la condición de un pobre artesano». «Tener derecho a ser, como Jesús, realmente pobres, viviendo del trabajo manual y las limosnas, sin rentas ni dotes. No dejar sólo a los laicos el privilegio de despojarse de sus bienes cuando quieren para seguir a Cristo pobre, y no hacer voto de pobreza para estar obligadas a prever el futuro, estando seguras de no carecer de nada».
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Los obstáculos se convertían para ella en una fuerza que la empujaba hacia delante y la palabra «imposible» era uno de sus más poderosos estimulantes. «La debilidad de los medios humanos, es motivo de fuerza. Jesús es Señor de lo imposible. Tened la fe que hace desaparecer cualquier imposibilidad, que hace que las palabras inquietud, peligro, miedo, carezcan de sentido». «No podemos permitir que la gente siga sufriendo y no ir hacia ellos bajo pretexto de preservarnos. Un alma que arde basta para encender una hoguera».
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«No esperéis de las hermanitas algo solemne. Como veis, somos insignificantes, vivimos sencillamente a vuestro lado. No os escandalicéis de nuestras capas remendadas, de las sandalias gastadas
… Somos hermanitas que queremos imitar a nuestro padre.
Hace dos meses, arrodillada a los pies del papa Pío XII, le pedí que nos permitiera vivir como los más pobres de los seres humanos, hermanos nuestros, sin que nunca nadie pueda reprochamos la falta de dignidad religiosa.
He escuchado a menudo este reproche: «Llevar una mochila al hombro, viajar en la bodega de los barcos, o «a dedo» en medio de bidones de gasolina y de cestos de verduras, no es digno de una religiosa». Pero, ¿era digno de un Dios convertirse en un pobre artesano de pueblo y cargar tablones sobre sus hombros?
Por favor, permitid nos hacer nuestro este tipo de pobreza. Dejadnos vivir íntimamente mezcladas con la humanidad, como “la levadura en la masa”. Es nuestra forma de apostolado».
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«Las hermanitas tendrán un amor de predilección por los más despreciados pero no excluirán de su corazón a ningún ser humano y estarán dispuestas a ofrecer su vida por cada uno de ellos (…) Serán instrumentos de paz y entendimiento».
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«No tengáis miedo. Partid ligeras, aun más ligeras que las pompas de jabón, a todos los continentes. Partid muy lejos, sin mirar atrás. No tengáis miedo al sufrimiento, sobre todo a la soledad (…) El Señor desea que tengamos el corazón libre para amar a todos sin excepción. Es esto lo esencial de nuestra vocación llevar en el corazón a todos aquellos que nos rodean y que el Señor ha puesto en nuestro camino. Como si cada uno fuera nuestro único amigo (…) Es este el mensaje de fraternidad que debemos llevar a través del mundo a los cinco continentes, a todos los pueblos, sean cristianos, judíos, musulmanes o budistas, marxistas o ateos»