Carta desde la R.D. del Congo

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No nos basta la ayuda humanitaria que tranquiliza conciencias (aunque también tranquiliza nuestros estómagos), necesitamos también que cese esta inestabilidad dictada por los mercados y los intereses del norte…

Ahora, a inicios de este mes de noviembre, las expectativas se vuelven un poco sombrías: voces de guerra, que cambiarán el ritmo de vida y trabajo de todos.
Es tiempo de alimentar la esperanza con acciones concretas desde dentro de nuestro país, pero también y sobre todo desde el extranjero, desde ahí, desde Europa, pues parece que este conflicto que no se termina de apagar desde 1998 tiene su origen en los intereses del norte.


En vuestras manos, hermanos, nuestras vidas.


Necesitamos que compréis menos teléfonos móviles, que disminuyáis el consumo de productos de alta tecnología elaborados con el coltán, necesitamos que digáis a los gobiernos del norte que podéis vivir bien sin tanto consumo, que estáis dispuestos a perder privilegios y a bajar un poco vuestro nivel de vida.


Necesitamos que pidáis que dejen a la República Democrática del Congo decidir sobre sus materias primas… Organizaos, manifestaos, que se oiga vuestra voz, que se oiga nuestra voz a través de la vuestra, que las miles ocupaciones y distracciones de esa sociedad, no dejen que se corte el hilo de esperanza que ahora nos sostiene.


No nos basta la ayuda humanitaria que tranquiliza conciencias (aunque también tranquiliza nuestros estómagos), necesitamos también que cese esta inestabilidad dictada por los mercados y los intereses del norte, necesitamos que nos dejéis empeñarnos con todas nuestras fuerzas y con todos nuestros recursos en el camino de desarrollo y de reconstrucción de un país enorme, difícil de gobernar por su falta de estructuras y con una democracia aún en periodo de lactancia.


Que los intereses del norte no nos compliquen más aún las cosas.


Lo necesitamos todos, aunque quizás con más urgencia, lo necesitamos aquí, en la República Democrática del Congo, en el sur empobrecido. Desde aquí y con nuestros hermanos del sur CREO, ESPERO Y AMO, con límites y defectos, la humanidad del norte. Espero que la conciencia social de nuestros hermanos del norte se despierte y reaccione con decisión para detener las relaciones injustas. Creo que podemos renunciar al consumismo que necesita obtener materias primas a precios más bajos.


Amo cada signo del Reinado de Dios que brilla en el norte a través de las pequeñas y grandes iniciativas que denuncian la injusticia del orden económico internacional y que anuncian una nueva era, más humana, más hermana.


Misionero de la Consolata en la RDCongo