La mañana del 27 de Mayo, la Santa Sede ha dado a conocer la aprobación de un milagro atribuido al beato Carlos de Foucauld, lo que permitirá su canonización. Así se desprende de un decreto promulgado por la Congregación para las causas de los Santos, emitido después de que su prefecto, el cardenal Angelo Becciu, haya sido recibido en audiencia por el Papa Francisco.
Carlos de Foucauld es un referente de la llamada «espiritualidad del desierto». Nació en Francia en 1858 y falleció en Argelia el 1 de diciembre de 1916. Descreído durante buena parte de su vida adulta, experimentó una profunda conversión en 1886 en una visita a la iglesia de San Agustín de París, que había comenzado a frecuentar. En Argel, luchó contra la esclavitud, en la búsqueda de los más pobres. Su espiritualidad es la inspiración para los Hermanitos de Jesús.
Presentamos dos textos de Carlos de Foucauld
Bienaventurados los pobres
“Bienaventurados aquellos que tengan la pobreza de espíritu; que no solamente rechacen los bienes materiales, que es “el primer grado, sino que suban más arriba y vacíen completamente su alma de toda amarra, de todo gusto, de todo deseo, de toda búsqueda que no me tiene por meta (…) Esta pobreza de espíritu hace el vacío completo en el alma, vaciándola del amor, de las cosas materiales, del amor del prójimo y del amor de sí mismo (…) echando fuera todo … todo, dejando sólo un lugar vacío que ocupo enteramente (…) Pero entonces, Yo les devuelvo divinizado este amor a las creaturas materiales que ellos han echado de su alma para darme todo el lugar (…) Ellos han echado de su alma estos amores; sólo yo ocupo su alma vacía y llena de Mi; pero en Mi, comienzan de nuevo a amar estas cosas, no por ellas mismas, ni para ellos, sino para Mi. Es la caridad ordenada. Amarán todas las creaturas por Mi y ninguna por ellas mismas, porque me deben todo su amor, deben perderse en Mi, el amor como el resto. Bienaventurados aquellos que sean pobres de espíritu, vacíos de todo y llenos de Mi” (…)”.
CARLOS DE FOUCAULD,
Escritos espirituales.
¡Señor, sálvanos que perecemos!
(Lucas 8, 24)
“Hijos míos, cualquier cosa que les ocurra, acuérdense que estoy siempre con vosotros… acuérdense que, visible o invisible, pareciendo actuar o pareciendo dormir y olvidarlos, Yo velo siempre, estoy en todas partes y Soy Todopoderoso. No tengan nunca ningún temor, ninguna inquietud; Yo estoy ahí, Yo velo, Yo los amo, (espero que no duden de Mi amor) Soy Todopoderoso… ¿Qué más necesitan?.. Todo lo que les sucede les sucede por Mi permiso o Mi voluntad, por el permiso o la voluntad de Mi amor, para que saquen un gran bien, gran bien que Yo los ayude a obtener por Mi gracia… Entonces no teman nada, puesto que nada les puede suceder sin Mi permiso… No se aflijan por nada, ni por un dolor que sobrepase su sensibilidad, pronto y pasajero, que es efecto de la naturaleza y de los sentidos…
Acuérdense de las tempestades que he calmado con una palabra, haciéndolas seguir de una gran calma… Acuérdense de la manera cómo sostuve a Pedro caminando sobre las aguas… Estoy siempre tan cerca de cada hombre como estuve entonces cerca de él, y tan dispuesto a ayudarlo, a socorrer en todo lo que sea para el bien de su alma. Tengan confianza, fe, valor; no tengan inquietud por su cuerpo o su alma, puesto que estoy ahí Todopoderoso y amándolos. No olviden que estoy ahí… que su confianza no nazca de la indiferencia, de la ignorancia de los peligros o de la confianza en vosotros o en otras criaturas; no, su situación es muy grave, no tienen más que algunos años, algunos días para ganar una eternidad bienaventurada o merecer el fuego eterno… los peligros que corren son inminentes; los demonios enemigos fuertes y astutos, su naturaleza y el mundo les hacen continuamente una guerra encarnizada; no tienen que tener confianza en vosotros mismos; repasen en su espíritu sus pecados y sus años, y este examen de su pasado les mostrará el fondo de lo que pueden hacer de su virtud, de su espíritu, sobre todo lo que sois vosotros; con los otros no pueden contar más; ellos no pueden ni actuar por vosotros ni salvarlos a pesar de vosotros y sin Mí son tan impotentes como vosotros ¡Ay! en esta vida la tempestad es continúa y su barca está siempre a punto de hundirse… Pero Yo estoy ahí, y conmigo no se puede hundir; desconfíen de todo y sobre todo de vosotros pero tengan en Mí una confianza completa que destierre la inquietud…”
(Meditación de CARLOS DE FOUCAULD)