Coca Cola acusada en México de numerosos crímenes

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'Quien decide no consumir más productos de la Coca-Cola es porque llegó a un alto grado de conciencia política', afirma Gustavo Castro.

Daniel Cassol (periodista)
Adital


 


Comunidades rurales de India, que conviven con embotelladoras de la Coca-Cola, ya sufren por la falta de agua en la región. Una fábrica es capaz de captar hasta un millón de litros de agua por día. En Colombia, desde 1990, ocho trabajadores de fábricas de la multinacional que actuaban en el Sindicato de Trabajadores de la Alimentación, fueron asesinados por grupos paramilitares, con la connivencia de la empresa. En Turquía, 14 choferes de la empresa, actuantes en los sindicatos, denunciaron a la Coca-Cola por intimidación y tortura.


Los casos están relatados en el documento «Coca-Cola – el informe alternativo», divulgado en la Ciudad de México por la organización no gubernamental War on Want (www.waronwant.org). Es por ello que, en la visión de los activistas de la entidad, boicotear a los productos de la transnacional no tiene que ver solamente con la defensa del agua. «Quien decide no consumir más productos de la Coca-Cola es porque llegó a un alto grado de conciencia política», afirma Gustavo Castro, de México.


En el país en el cual el actual presidente de la República ya fue presidente nacional de la Coca-Cola, la empresa está apoderándose de los recursos hídricos. De acuerdo con el informe, la Coca-Cola está recibiendo incentivos y exenciones para privatizar los acuíferos del Estado de Chiapas, rico en agua. «En México, la Coca-Cola entró en la vida familiar, es parte del paisaje y de la vida de las personas», relata Castro.



Contaminación y violencia






«Beber Coca-Cola es como beber la sangre de los agricultores de la India»
El hindú Amit Srivastava, de la organización India Resources (http://www.indiaresource.org), relata que, en su país, la Coca-Cola arrasa comunidades donde posee fábricas embotelladoras. La cantidad de agua utilizada por la empresa es tanta que en algunas regiones el nivel de los ríos ya bajó hasta 10 metros en cinco años. «Casi toda el agua que la Coca-Cola usa es para limpiar máquinas y botellas. Ellos ponen químicos en el agua y la contaminan, perjudicando los suelos, las plantas y los acuíferos», afirma Srivastava, destacando que el 70% de la población hindú vive de la agricultura y que las consecuencias de la presencia de la Coca-Cola en el país son trágicas para este sector.» «Beber Coca-Cola es como beber la sangre de los agricultores de la India», completa.


El dirigente sindical Javier Correa, del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria de la Alimentación de Colombia, denuncia otra faceta de la transnacional: la represión a los sindicatos y la violencia contra los trabajadores. Desde 1990, son nueve los sindicalistas empleados de la empresa muertos por grupos paramilitares, 14 detenidos y 48 víctimas de amenazas de muerte, como es el caso de Correa. «Existen buenas relaciones entre la Coca-Cola y los paramilitares», denuncia.



Boicot internacional


Todos los casos de violación de derechos humanos, de explotación predatoria de los recursos hídricos y contaminación del agua, llevaron a la Coca-Cola a patrocinar el IV Foro Mundial del Agua, en la opinión de Amit Srivastava. El evento, en la Ciudad de México, sería un gran ejercicio de relaciones públicas de la empresa. «Es increíble que la Coca-Cola esté patrocinando un foro internacional sobre agua, porque su relación con el agua es extremadamente insustentable», declara.


En el contexto del Foro Internacional en Defensa del Agua, evento paralelo al foro oficial, la organización War on Want divulgó su propuesta de una campaña internacional de boicot a los productos de la empresa. «La Coca Cola no entiende de ética. No hay como negociar con esa empresa, porque la única cosa que entiende es de dinero. Por eso necesitamos boicotear los productos de la Coca Cola», afirma Srivastava. De acuerdo con la organización, universidades estadounidenses, como la Universidad de Michigan y la Universidad de Nueva York, ya cancelaron sus contratos con la empresa.


Traducción: Daniel Barrantes