Compartir. El dinero no vale para casi nada

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Muchas voces se levantaron para atacar la conciencia de aquellos que, cotidianamente, matan a Anas Lucías. Una de las respuestas fue la ayuda al desarrollo.

La ayuda al desarrollo es la imagen de esta joven debilitada que va a la fuente llevando en la cabeza una vieja lata que trae en letras azules la inscripción: ALIANZA PARA EL PROGRESO.

1. La ayuda exterior, la mayoría de las veces, no llega a alcanzar al más hambriento, al más pobre… tal vez simplemente porque no hay carretera para llegar hasta él.

2. La ayuda técnica -digamos, por ejemplo, una presa para hacer un embalse- beneficia en general al que ya es rico. Vi propietarios que prohíben el acceso a los vecinos a un embalse construido en sus tierras con fondos de la ayuda exterior. Por otra parte una mejoría técnica sin participación y sin educación del pueblo no vale gran cosa. Vi con mis propios ojos un puesto de agua y una escuela en ruinas en un local muy necesitado, pero donde el pueblo no está interesado en el proyecto. Vi bombas hidráulicas que ya no funcionaban, motores diesel generadores de corriente eléctrica inutilizados, puestos de transmisión radiofónica abandonados, en ciudades distantes de los centros importantes. Sin hablar de los puentes jamás acabados y de las carreteras llenas de baches y elevaciones, antes incluso de inaugurarlas.

Aquí, el agua corriente sirve para las casas ricas del centro. Los barrios pobres disponen de una media de dos o tres mil personas para una fuente pública; y esta fuente está abierta algunas horas al día, pero, en realidad, deja de funcionar un día de cada tres.

Entonces los pobres compran el agua a 50 cruceiros la lata de 20 litros. Mientras tanto las casas ricas tienen reserva de agua para más de un mes.

3. Ayuda médica: se puede recibir una receta médica en un puesto de salud, pero ningún pobre tiene dinero para comprar medicinas. Y cuando hablo de pobres me estoy refiriendo a la mayoría del pueblo.

4. La ayuda de los católicos extranjeros no tiene mejor suerte. Son, muchas veces, los católicos pobres de los países ricos los que enriquecen a los ricos de los países pobres. Una pobre vieja, de un país de Europa, saca de su pensión una gran parte para la construcción de una escuela ¿para los niños de un determinado país pobre? ¡Mirad bien! Los primeros que se sirven de este dinero serán el arquitecto, el maestro de obras, los comerciantes, y un poco también la comunidad que va a ir a esta escuela. Pero, ¿quién va a estudiar ahí prioritariamente? los niños de las propias familias que ganaron dinero con esta construcción. Es necesaria por lo menos una camisa para que un niño vaya a la escuela gratuita, y muchos aquí, no pueden ni comprar una camisa.

Sería necesario hablar también de la cocina bancaria que sufre este dinero antes de llegar al local. Habría ahí curiosos descubrimientos que hacer.

¿Y qué decir del desperdicio de esos donativos? Sé de un lugar donde sumas enormes fueron empleadas para construir la estructura de cemento armado de una iglesia. Después se decidió que esa construcción sería inútil. Se paralizaron para siempre los trabajos. Ahora, la parte que fue construida sirve de garaje.

La ayuda exterior es como un río grande que se va a perder en la arena. Debo decir, para no faltar a la justicia, que existen honrosas excepciones… Pero de estas ya se ha hablado tanto que no necesito cansarme en eso.

5. Por fin, la ayuda en material humano: los técnicos cuestan caros. ¿Pero qué pueden ellos, en realidad realizar? ¿La ayuda de sacerdotes? Contrariamente a lo que se piensa en occidente, este tipo de ayuda está lejos de ser deseada por todos aquí. Tarde o temprano, los sacerdotes y religiosos extranjeros deberán dejar África, Asia y América del Sur. De eso, además, son ellos conscientes, lo que exige una gran abnegación para continuar. Pero ellos pueden retrasar, por mucho tiempo, esta fecha, siendo aceptados por todos, si ponen en práctica el consejo que me dio a mí en su día un misionero de Bolivia: No será nunca la falta de dinero lo que va a impedir a un misionero realizar su trabajo, sino al contrario.

El papel del misionero no es el de civilizar a los pueblos según el modelo de su país, sino revelar como el Espíritu Santo ya está actuando en las comunidades y en las personas. Debe ser un revelador, un profeta.

Por todo esto, los misioneros deberían ser enviados realmente desnudos, y en una actitud de vigilancia con relación a lo que aun les queda. En caso contrario ellos van a construir edificios y sus muros les impedirán ver al Espíritu Santo actuando.

Tema sugerido para la próxima campaña de ayuda al Tercer Mundo y a las Misiones: Cortad la ayuda en víveres. Pero este cortad los víveres no puede resolver nada en nuestro mundo, sino se acompaña en el occidente capitalista, por la operación austeridad.