Comunistas y cristianos

1973

Libro de Guillermo Rovirosa, publicado por ediciones Voz de los sin Voz

Cuando los cristianos nos desentendemos de los problemas de los hombres, cuando no defendemos la fraternidad universal, la dignidad de toda persona, la justicia… otras ideologías llegan a llenar el ansia de libertad y justicia de los pobres, adueñándose de las verdades cristianas y poniéndolas al servicio de ideologías materialistas. Pasa con el comunismo y sigue pasando con el capitalismo liberal, su verdadero progenitor, ya que lo engendró con sus injusticias que siguen siendo su nota dominante.

Esta situación la vivía Rovirosa como un puñal clavado en su corazón, clavado en el corazón de la Iglesia y se esforzaba por dejar clavado ese puñal en el corazón del que quisiera escucharle.

El libro es un documento histórico escrito y pronunciado públicamente por el autor en el año 1951, en la España de postguerra -con una feroz dictadura- hablar de comunismo a los obreros, a los pobres -muchos de ellos semianalfabetos-, era jugarse la propia libertad.

La Editorial ZYX lo publicó en 1966. Hoy 45 años después lo volvemos a sacar a la luz en nuestro afán de acercar a las nuevas generaciones la aportación de Guillermo Rovirosa a la liberación de los pobres.

Colocamos aquí un pequeño extracto del libro:

INTERPRETACIÓN MATERIALISTA DE LA HISTORIA

Esta parte de mi exposición será seguramente la más extensa, ya que las que siguen constituirán, en cierta manera, como unos corolarios de ésta.

Es curioso observar que en numerosas ocasiones se da el caso de que los que encuentran razones abundantes y contundentes para refutar el error en cualquiera de sus formas, caen luego, en la práctica, en los mismos errores que teóricamente se han refutado.

Tal ocurre en este caso con uno de los fundamentos ideológicos del marxismo, que es lo que suele denominarse: «interpretación materialista de la historia».

Esta «interpretación materialista de la historia» yo la estoy viendo constantemente empleada en los autores de nuestro campo que tratan del comunismo, a base de argumentos, razonamientos y conclusiones de carácter material. Cifras, datos, estadísticas, economía, etcétera. Casi estoy por decir que en este desamparo no me queda más que la «Divini Redemptoris», donde agarrarme firmemente para estar seguro de que al comunismo no debo atacarlo en su aspecto material, sino en el netamente espiritual. Aquí es donde me siento con toda la fuerza; aquí es donde piso firme; y no atacándolo con otras interpretaciones materialistas de la historia, porque la construcción que ellos tienen es fortísima y no voy a caer en el cepo, para atacarles, de argumentar interpretando en sentido materialista unos hechos materiales.

La fuerza nuestra no está en lo material, ni siquiera en razonamientos de carácter filosófico. Donde somos imbatibles es en lo sobrenatural. El Evangelio, he aquí el antídoto del comunismo. Y de todos los errores.

MARXISMO

…Pero la primera noción que hay que tener bien clara es que el marxismo no es una filosofía ni un sistema social, económico o político, sino un «método».

El filósofo es el hombre que contempla el mundo y trata de explicarlo, y los comunistas afirman categóricamente que no están en el mundo para contemplarlo, sino para transformarlo.

Menos aún que una filosofía, quiere el marxismo ser un sistema. Marx, que estudió a fondo el sistema capitalista, analizando sus mecanismos y descubriendo sus puntos débiles, ni una sola vez ha tratado de descubrir cómo será la «Ciudad Comunista». No quiso ser nunca el descubridor de un sistema ideal que después empleará todas sus energías en realizarlo; sino que quiso ser únicamente un analista de la situación histórica en la que se encontraba colocado para descubrir sus leyes y su sentido y entregarse de lleno a su realización.

El verdadero marxista no es el que repite textos de Marx a diestro y a siniestro, sino el que comprende el movimiento de la historia y participa en él, juntando en una sola persona las cualidades de «sabio» y de «embajador».

El «método» marxista es esencialmente dinámico y realista, fundamentado en el racionalismo.

La razón, desprovista de «alienaciones», permite descubrir el sentido de la evolución histórica de la humanidad y percatarse en cada momento del lugar que en la evolución se ocupa y de la orientación de la marcha que se lleva. Todo lo que sea para la liberación del proletariado es progreso; y es atraso todo lo que la dificulta.

Porque el comunismo no es un sistema filosófico, ni político, ni social, ni económico, aparecen en tan mala postura los que quieren combatirle en cualquiera de estos terrenos. La cosa debe ser tan inconfortable como la lucha contra un fantasma.

MATERIALISMO DIALÉCTICO

La piedra angular sobre la que descansa todo el edificio marxista no es otra que el «Materialismo Dialéctico». Esta es la creación original de Carlos Marx, y de la que se desprende toda la fuerza arrolladora de su «método». Antes de él había una separación infranqueable entre los materialistas y los idealistas, no viendo los primeros en el hombre más que materia y los segundos más que intelecto.

Marx desprecia cordialmente lo que él llama materialismo vulgar, concepción grosera que con su determinismo, desposee al hombre de toda noción de libertad. Junto con esto, él y sus sucesores, afirman netamente que la única realidad universal es la materia. ¿Cómo se compaginan ambas cosas? Aquí está la pieza maestra de Marx; su materialismo no es el vulgar; es el materialismo dialéctico.

Lo sorprendente aquí es que la dialéctica fue el instrumento principal que llevó a Hegel a los extremos del idealismo, afirmando que no hay realidad fuera de la idea, puesto que en último término todo lo material se reduce a ideas. El primer paso lo dio Feuerbach al invertir los términos a la conclusión de Hegel, diciendo: si en su última expresión se confunde la idea con la materia, y la materia es lo real, todas las ideas son un producto de la materia.

Marx y Engels dieron unos pasos más y llegaron a admitir en el hombre valores espirituales, pero subsistentes por la materia, de suerte que se aniquilan al morir el hombre. Con esto devolvían al hombre su libertad, negada por el determinismo de los materialistas vulgares.

Ni que decir tiene que, como materialistas, aunque dialécticos, los fundamentos del marxismo son absolutamente ateos, con la pretensión de ateos científicos.

Admitido el materialismo dialéctico, todo lo restante de la construcción marxista se hace coherente, lógico y necesario. Como pasa con la Geometría, una vez admitido el postulado de Euclides….

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