«Cuchillos caídos» a la puerta de las iglesias para renunciar a la violencia

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«De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas», cantaba el profeta. Y en Nápoles, la diócesis más castigada por la Camorra, donde la violencia juvenil está a la orden del día, la palabra de Isaías está a punto de cumplirse

«De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas», cantaba el profeta. Y en Nápoles, la diócesis más castigada por la Camorra, donde la violencia juvenil está a la orden del día, la palabra de Isaías está a punto de cumplirse. El arzobispo de la ciudad, cardenal Crescenzio Sepe, no oculta su satisfacción. Desde que dejó su cargo de prefecto en el Vaticano para entregarse a su diócesis, no ha dejado de proponer iniciativas, especialmente para los jóvenes. Pero, sin duda, de la que se encuentra más satisfecho es de la propuesta lanzada para esta Pascua: «Una invitación dirigida a los jóvenes de Nápoles para que renuncien a la violencia y a la ley del más fuerte y depositen sus propios cuchillos en todas las iglesias de la diócesis». Las armas, que están siendo depositadas en cestos colocados al pie de los altares, serán quemadas en la tarde del Viernes Santo: «Quemaremos estas armas para transformarlas en objetos útiles», ha explicado el cardenal. Con el metal, como cantaba Isaías, se construirán útiles de labranza.
«Hasta la fecha -ha explicado el cardenal- hemos recogido unos quince cuchillos en el interior de la catedral, a los que tenemos que añadir otros cinco en los “Quartieri Spagnoli” y otros tantos que se han recogido en la periferia», asegura. Más allá del número de cuchillos recogidos, el objetivo era sensibilizar a los jóvenes «para hacerles comprender que ése no es el camino. Hay un camino mejor, el camino del bien, el camino de Cristo».

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Asesinada a los 14 años

 
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El cardenal Sepe habla de la necesidad de «despertar las conciencias»: «El objetivo es que vuelvan a encontrarse a sí mismos, que intenten buscar un sentido más profundo a su vida. Esto es un rescate, un rescate civil, pero también cultural y económico, sobre todo si está fundado en una motivación religiosa, que es lo que nosotros hemos querido dar a estos jóvenes». Y ellos están respondiendo con creces a la iniciativa.
La respuesta ha sido positiva desde el principio. Hay quien incluso ha llevado personalmente su cuchillo al arzobispo, con un mensaje personal: «He querido enviarle directamente a usted el cuchillo que utilizaba para defenderme», rezaba una nota recibida en el arzobispado.
Gestos concretos, unidos al mensaje cristiano de esperanza que desde el principio se ha querido emitir. «Es la hora de abrir las manos, de dejar caer los cuchillos pero también cualquier otra forma de ofensa, es la hora de estrechar las manos, de recuperar las palabras de amistad», ha escrito el cardenal en una carta pastoral expresamente dirigida a los jóvenes. «Y es la hora también de encender una vela en la noche, una luz de esperanza contra todo pesimismo y toda desilusión». El sueño del cardenal Sepe es el de poder contemplar una ciudad en la que «no haya espacio para la mala hierba, en la que pueda germinar todo lo bueno que pueden dar los jóvenes».
Uno de estos domingos de Cuaresma, tres de estos cuchillos han sido entregados durante el ofertorio. Eran tres navajas que habían sido depositadas en un pequeño cesto situado en el exterior de la tienda de Giovanni Durante, el padre de Annalisa, la niña de 14 años asesinada por la Camorra en 2004. Allí, en un gran cartel naranja se puede leer: «A todos los jóvenes: basta ya de violencia. Depositad aquí vuestros cuchillos». «Aunque sólo sean tres -comenta Durante- es un signo de que este barrio está cambiando. No sé quién los ha puesto aquí, dentro del cesto, pero algo me dice que no han sido sólo los jóvenes, sino también los más viejos…».

 
< style="background: white; mso-line-height-alt: 11.25pt;">La Razón  28 marzo 2007