Dachau: un campo de concentración para curas

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Con motivo del 70 aniversario de la liberación de los campos de concentración de Hitler. Se ha presentado en Granada el libro de Hermann Scheipers, ‘por el borde del precipicio’, autobiografía sobre su vida en el Campo de concentración de Dachau, en Babiera, cerca de Munchen.

Dachau es el primer campo de concentración que se abre bajo el régimen nazi, en 1933 y el último que se cierra doce años después, en 1945. Desde el principio estuvo reservado para políticos y presos ‘de conciencia’, mayormente sacerdotes (más de 2500), obispos y religiosos (casi 3000) católicos, algunos protestantes y ortodoxos entre otros.

El libro en primicia al castellano, publicado por la ediciones Voz de los Sin voz, traducido por Mª Isabel Rodríguez, afirma que este testimonio supone un acercamiento a lo más bajo y lo más noble del ser humano. Este texto describe los primeros años del nazismo y cómo Scheipers, como otros miles de sacerdotes, es arrestado en 1940 por su fe.

El nacionalsocialismo de Hitler exigía adhesión absoluta a su cosmovisión, no permitía que nadie compartiese su conciencia con nada ni nadie que no fuese el Führer. Hitler siempre quiso ocupar el lugar de Dios. Scheipers decidió seguir atendiendo a los inmigrantes polacos en Alemania a pesar de las prohibiciones oficiales y eso no se podía permitir.

Hermann Scheipers, que actualmente cuenta con 102 años, relata el trato infrahumano que propinaban a los presos, los bajos instintos de supervivencia a cualquier precio entre los presos, junto con los mayores gestos de solidaridad.

“En el campo de concentración me registraron como ’enemigo del estado’”, la misma acusación que recibió Dietrich Bonhöffer para ser ejecutado días antes de la liberación definitiva del campo de concentración.

En el libro se describe al detalle cómo su hermana Anna Scheipers luchó denodadamente de despacho en despacho, a través de opinión pública y la presión moral para que liberasen a Hermann de la muerte. En realidad con ello hizo posible que cientos de sacerdotes se libraran de las cámaras de gas.

Anna, aun a riesgo de su propia vida no se quedó de brazos cruzados, amenazó a las autoridades nazis con hacer público que se estaba asesinando a sacerdotes inocentes; el obispo Von Galen, conocido como el ‘azote de los nazis’, ya había hecho públicas sus encendidas cartas pastorales denunciando la deriva totalitarista del régimen.

Muchos de los compañeros de barracón de Scheipers están ya beatificados; era un lugar para convertirse en cerdo o en santo. En el libro se describe la ordenación sacerdotal de Karl Leisner en el más absoluto secreto a espaldas de la Gestapo. Un hecho que parecía imposible para un joven diácono muy enfermo, con todas las circunstancias en contra. A escondidas se prepararon los ornamentos, los libros, los permisos y el día señalado se celebró la ordenación presidida por un obispo francés también preso. Scheipers lo describe como un acto ecuménico pues sin el silencio y la complicidad de judíos, ortodoxos, protestantes o ateos sería impensable.

Dachau – Déportés se rendant au réfectoire avec leur gamelle

Pese a las prohibiciones y persecuciones se mantenían las oraciones, los sacramentos, la formación y la espiritualidad. Los capos o presos responsables del orden en el campo de concentración solían ser los comunistas, eso se traducía frecuentemente en un mayor maltrato.

La táctica de los guardias era dividir sacerdotes por nacionalidades: alemanes contra polacos o franceses, a los obispos le concedían un pedazo de pan algo más grande para propiciarles la envidia de los sacerdotes y dividirles.

En Dachau se decidió encargar a los sacerdotes polacos la construcción de las cámaras de gas y estaba previsto que precisamente ellos fueran los primeros en sufrirlas; dilataron el trabajo intentando retrasar su funcionamiento y afortunadamente a muchos les sorprendió la liberación por los aliados en junio del 45 sin ser ejecutados.

Meses antes de la liberación se organizaron las marchas de la muerte, ocasión que Scheipers aprovechó para preparar su huida.

La segunda parte del libro ‘Por el borde del precipicio’ este sacerdote alemán en su autobiografía la dedica a sus años en la Alemania comunista, la República Democrática Alemana (DDR) donde una vez acabada la Gran guerra decidió ir, ya que ‘era allí donde más falta hacía su ministerio sacerdotal’. Fue acusado nuevamente de ser enemigo del pueblo por la Stasi, la policía secreta comunista.

A pesar de las nuevas prohibiciones, persecuciones y espías, Scheipers despliega una red de contactos, fundamentalmente entre católicos; pone en ejercicio una astucia inusitada y una gran tenacidad para burlar las leyes y consignas oficiales , sin provocar abiertamente la confrontación. Aprovechando cualquier resquicio para evangelizar. Fue una época de muchas conversiones y gran entusiasmo entre los católicos, especialmente los jóvenes.

El haber sido superviviente de un campo de concentración le confería una cierta ventaja ante los comunistas de la DDR, sin embargo cada vez recelaban más de sus organizaciones juveniles, sus residencias de ancianos o sus procesiones religiosas… todo ello aumentaba la animadversión del régimen hacia el sacerdote.

Tras 1989, con la caída del muro de Berlín, Scheipers escribe sus memorias por obediencia a su obispo que quería no se perdiese este testimonio de esperanza bajo las dos dictaduras totalitarias; Es así como surge este libro; un texto que permite re-conocer cómo la palabra de Dios fortalece y rebustece la fe ante la adversidad. Es de fácil lectura y hondas reflexiones sobre la vida y la muerte sobre la esencia de la fe y la esperanza, a cerca de la solidaridad.

Con el 70 aniversario de la liberación del campo de concentración de Dachau la traductora Mª Isabel Rodríguez recuerda la importancia de conocer la historia si queremos evitar las nuevas versiones actuales de los totalitarismos que vivió Hermann Scheipers en primera persona.

Autor: Ester Medina