Economía como colaboración por la existencia

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LA ECONOMÍA COMO COLABORACIÓN POR LA EXISTENCIA (Guillermo Rovirosa)

Por Miguel Angel Ruiz. En el marco del curso sobre «el capitalismo en la era digital» celebrado el 22 y 23 de Mayo de 2021.

Audio y resumen del texto de la ponencia.

1. Planteamiento.

1.1. El reto

Ayer, estudiábamos las fauces de una bestia: el capitalismo en su versión totalitaria actual.  Impresiona.

Hoy toca analizar las posibilidades de respuesta frente a esta organización de la sociedad humana insolidaria que niega la voluntad de Dios de ser hermanos y de cuidar los unos de los otros.

Somos conscientes de la desproporción que supone plantear esta respuesta. Por un lado, un sistema, el capitalismo, lleno de poder y de desprecio por sus víctimas y, al mismo tiempo, dueño de mecanismos de legitimación presentarse como respetable y hasta como única solución a los problemas de los hermanos.

Y frente a este poder el  pequeño grupo aquí reunido un fin de semana en un viejo Monasterio de Cantabria que nos estamos planteando ser respuesta.

Pero, ¡atención! este pequeño grupo está reunido en nombre de Cristo y eso significa que Él está en medio de nosotros. Como MCC, somos parte de la Iglesia,  en la que también está Cristo, como su cabeza. Así pues, somos más fuertes que la bestia y podremos cambiar este sistema inhumano.

1.2. Herramientas y enfoque

¿Como empezar a plantear respuesta? No partimos de cero.

Tenemos el Evangelio, que no sólo nos permite juzgar esos hechos de mal, sino también guiar nuestra mirada para ver las causas profundas de es mal y orientar la respuesta con la buena noticia: hay salida y Dios está en ella.

También tenemos el Magisterio  que, a la luz del Evangelio e inspirada por el Espíritu Santo, ha elaborado la Iglesia  a lo largo de los siglos. En este Magisterio destaca, para nuestros fines de análisis económico, la Doctrina Social de la Iglesia, que quiere proyectar sobre la vida social –por tanto, también sobre los sistemas económicos– la mirada de Cristo y  la ‹‹buena noticia›› de que es posible vivir como hermanos.

Se suele señalar el origen sistemático de esta DSI en la encíclica Rerum Novarum, 1891, del papa León XIII, si bien el magisterio de la Iglesia sobre cuestiones sociales y económicas se remonta a los apóstoles y los padres de la Iglesia.

Pero esta doctrina, este magisterio, deben ser vividos por cada uno desde su particular vocación (la llamada personal que Dios nos hace a ser buenos hijos y, de este modo, a ser felices) y en la parcela de la Iglesia a la que tal vocación (y nuestra respuesta a ella) nos sitúa. Nosotros, la mayoría de los aquí reunidos, somos Iglesia en esta pandilla de amigos que es el MCC y podemos decir, con Rovirosa, que:

‹‹[…] Fieles a la voz del Papa que incesantemente clama a los católicos para que se esfuercen en estudiar la manera en que se puedan realizar los postulados sociales del Pontífice, aportamos nuestro grano de arena en la construcción de la Iglesia de Cristo y decimos: “Nosotros opinamos que una solución es la que sigue…”››

Voy a tratar de exponer, a continuación, dicha solución; el análisis critico y la alternativa que al sistema capitalista ofreció Rovirosa y que el MCC toma en sus manos para actualizarla, desarrollarla y ponerla en acción.

Con las palabras antes citadas terminaba Rovirosa el prefacio de su libro, Manifiesto comunitarista (1949), el primer libro en el que expuso, desde los valores evangélicos, su crítica del sistema capitalista imperante y la respuesta organizada al mismo.

Rovirosa continuará dicho análisis en ulteriores libros: el Cooperatismo Integral (1959), El Fenerismo (1961), SAL –Sociedad Anónima Laboral– (1961), ¿De quien es la empresa? (1964) así como en artículos y escritos diversos.

Adelanto que comunitarismo fue el primer nombre que dio a su propuesta de organización social alternativa al capitalismo, nombre que luego cambiaría por cooperatismo integral (coop. In. o coopin en su formato abreviado), sugiriendo luego su cambio por el de coperación integral.

Llamó fenerismo al elemento clave que caracteriza dicho sistema capitalista.

1.3. Precisiones

Pero antes de entrar en materia con los análisis de Rovirosa, quisiera hacer varias precisiones a lo dicho hasta ahora que sirvan para terminar de enmarcar lo que se diga a continuación.

1.3.1. Vivenciar la DSI

Primera precisión. Aunque, como católicos, sigamos la DSI como  respuesta a un sistema injusto y opresor del pobre, esta hay que vivirla en primera persona. Hay que hacerla propia o encarnarla.

Es decir hay que asumirla, con cabeza propia. La propia DSI lo quiere así. Ya lo decía Chesterton: ‹‹Para entrar en la iglesia hay que quitarse el sombrero, no la cabeza››.

Y no sólo hay que responder con cabeza propia, sino con corazón propio: no se puede entender sin compasión. ‹‹El corazón tiene razones que la razón no conoce››, decía Pascal.

Sólo así, con cabeza y corazón, podremos entender de verdad la injusticia del sistema y sus estructuras opresoras   y podremos responder a ella con la convicción y el amor que nos permita entregarnos con pasión, con alegría y sin reservas.

Esto supone, adicionalmente, que si bien lo que expondré está dentro de la DSI y no aspira a ser la única forma de entenderla, es incompatible con las flagrantes manipulaciones a las que algunos cristianos satisfechos quieren someterla.

1.3.2.  Perspectiva: con los pobres asociadamente.

Segunda Precisión. Hemos dicho que la propuesta de Rovirosa –que sigo en la exposición– es ‹‹su›› comprensión, pero hay que precisar que también fue la comprensión de los que compartieron con él las luchas sociales de la sociedad industrial y postindustrial de su tiempo, muchos de los cuales eran obreros pobres víctimas del propio sistema que analizaban, criticaban y al que querían ofrecer respuesta impulsados por la necesidad, pero también por convicción, amor al prójimo y por fe. En todo caso, es una perspectiva que él maduró viviendo entre los explotados obreros de su época. Y viviendo también con ellos la asociación, la solidaridad y el ideal.

 

Hoy sigue siendo una comprensión de la realidad de los que, también asociadamente, seguimos su estela en el Movimiento Cultural Cristiano, muchos –como entonces– entre los empobrecidos por el sistema económico-social y político que domina el mundo.

Esto es importante –importantísimo– porque el análisis de la realidad varía radicalmente en función de la perspectiva que adoptemos. La palabra perspectiva, en su significado primario, alude a los condicionamientos que en la imagen que percibimos de la realidad imprime el lugar en que se sitúa un observador.

No  ve la misma imagen el que mira desde el balcón que el que mira a ras de suelo, aunque se trate de la misma calle.

No es lo mismo analizar un sistema económico y las alternativas al mismo cuando eres su víctima y pasas hambre que cuando eres un beneficiado (en mayor o menor medida) del propio sistema que dices querer cambiar. No son iguales la perspectiva del pobre y la del rico: la realidad que se mira es la misma pero se percibe de ella una imagen distinta. El satisfecho suele ser más tolerante con lo que existe, más ‹‹conservador››.

No es lo mismo analizar un sistema económico y las alternativas al mismo a un pensador aislado en su torre de marfil (como les ocurre a muchos economistas –sobre todo los que se desenvuelven en el mundo universitario–)  que a un pensador que, como Rovirosa, se inserta en una comunidad  que sufre los problemas que analiza o pertenece a una organización que comparte valores, ideales y luchas (acción) para combatirlos. Las soluciones que a unos parecen imposibles (aunque, en principio, las deseen) no lo son tanto para quienes en esas soluciones se juegan la supervivencia, se saben parte de una comunidad  y, además, están acostumbrados a ir contracorriente.

Por último –y sobre todo– no puede ser igual la perspectiva de quien, como Rovirosa, se sabe hijo de Dios, dotado por ello de una dignidad infinita que lo llama a la perfección (vocación a la santidad) –mucho más allá de a la mera supervivencia– y  a  la comunión con sus hermanos (vocación a la justicia) que la perspectiva del sujeto materialista para quien sólo somos producto del azar, estamos solos en el universo y destinados a la muerte. Para estos últimos se abre como un abismo la perspectiva del hedonismo, el suicidio o la violencia.

1.3.3. Actualidad

Una última advertencia o precisión. Rovirosa analizó la realidad económica de su tiempo: el capitalismo industrial en plena transformación hacia un capitalismo postindustrial. En el año de su muerte -1964- llegó a escribir un libro sobre el sector terciario, característico de esta sociedad postindustrial. Pero su análisis es aplicable igualmente al actual neocapitalismo o hipercapitalismo en constante crecimiento y transformación. Es como si aquel árbol casi sin hojas que teníamos en la huerta se hubiera convertido en un gigantesco árbol de copa frondosa, apenas ya reconocible, pero que, sin embargo, sigue teniendo la misma raíz podrida.

2. Pensamiento económico de Rovirosa .

Voy a dividir esta exposición en dos apartados. Una parte será la crítica que Rovirosa hace al sistema capitalista e incluye el juicio moral que le merece. La segunda será la alternativa que nos propone  y el camino para construirla.

2.1. Crítica del capitalismo

2.1.1. Planteamiento general contra el interés o usura.

La mirada radical que Rovirosa tiene de la realidad, al adoptar la triple perspectiva que hace un instante indiqué (mirada desde el sufrimiento de los empobrecidos, mirada de quien pertenece a una organización militante, mirada desde la fe en Dios) le permite –especialmente a él que hizo de la honradez enseña de vida– reconocer la mala raíz del capitalismo.

Rovirosa hace, además, un gran esfuerzo para formular sintéticamente su análisis del capitalismo. Porque si las ideas y las teorías son importantes para entender la realidad, aun más lo son para transformarla, pero, en este sentido, se deben reducir al máximo posible (sin faltar a la verdad) sus factores explicativos y así poder exponerlos con máxima claridad.

Según Rovirosa, el mecanismo esencial (la mala raíz) que define al capitalismo y que hace de él un sistema perverso es que permite arrendar bienes de toda clase.

Creo que vale decir –sin traicionar la comprensión de Rovirosa– que es un sistema basado en la percepción de rentas de capital o en la obtención de beneficio (interés) con base exclusiva en la propiedad de bienes sin concurso del propio trabajo.

En el término arrendar (que significa algo así como ‹‹dar a cambio de renta››) se incluye, a estos fines, todo contrato del que se obtiene una renta (= un dinero, = un interés) sin trabajar partiendo de que se el propietario de cosas que necesita otro (el que trabaja).

Incluye el arrendamiento de  bienes inmuebles (tales como viviendas o tierras), el arrendamiento de bienes muebles (tales como una maquinaria). Incluye los contratos de préstamo con interés, (incluidos los prestamos que sirven para financiar empresas y al Estado y que se documentan en forma de títulos como obligaciones, bonos, pagarés). Incluye la rentabilidad de las acciones (dividendos). Incluye las retribuciones de cuentas bancarias (los plazos fijos, por ejemplo).  Incluye el contrato de trabajo.

¿Por qué el arrendamiento es moralmente reprobable? :  pueden darse tres razones.

2.1.2. Arrendar es malum in se.

Primera razón: arrendar es inmoral porque arrendar consiste en recibir dinero del trabajo ajeno. El prójimo trabaja para mí. Esto es abusar. Rompe la fraternidad. Es pecado personal.

Vamos a exponer esta idea en detalle a través de cuatro casos típicos:

  1. Arriendo de un piso.

Quien tiene un piso en el que no vive puede guardarlo para un hijo o puede prestárselo a un amigo, puede venderlo (incluso a plazos) y todo eso es justo pues el piso es el producto de su trabajo y es de su propiedad.

Pero si lo arrienda (lo alquila) comete una injusticia, porque el inquilino paga con el producto de su trabajo mientras que el propietario recibe un dinero (la renta) sin trabajar. El arrendador (casero) no hace nada distinto antes que después de alquilar el piso, tanto si alquila como si alquila su actividad es cero; sin embargo, en el momento que alquila, empieza a cobrar una renta ¿y por qué razón la cobra? Si quitamos una parte (una parte  mínima) justificada por el desgaste que produce el ocupante –lo que no deja de ser un gasto ‹‹extra›› para el propietario– o la propia gestión de alquilar –que no deja de ser un esfuerzo o ‹‹trabajo extra›› del propietario– solo cabe decir que cobra por el mero paso del tiempo. Alquilar es cobrar por el tiempo. Dicho en forma menos elegante: alquilar es cobrar ‹‹por la cara››. Dicho aun de otra forma: arrendar es aprovecharse de otro.

Como ejemplo basta con mirar tantas familias trabajadoras que viven situaciones angustiosas al tener que dedicar porcentajes muy elevados de su salario, de sus rentas del trabajo, para pagar los alquileres a personas que no trabajan (‹‹rentistas››). O el de muchos pequeños y medianos empresarios cierran sus empresas (donde han invertido sus ahorros, su trabajo y sus ilusiones) por no poder pagar alquileres. Y eso que, en ocasiones, las empresas funcionan razonablemente bien.

  1. Préstamo de dinero.

El que arrienda dinero (a esto lo llamamos normalmente ‹‹dar un préstamo›› –conceder un préstamo si es el banco–) se aprovecha (abusa) igualmente del que lo recibe.

El dinero es del que presta (eso no se discute) y este dinero simboliza bienes cuya obtención habrán supuesto un esfuerzo personal para su dueño –o para el depositante del banco– (esto tampoco se discute), pero pretender que se nos devuelva una cantidad superior a la prestada (interés) es aprovecharse del que recibe el préstamo, porque el dinero que recibiremos es producto de su trabajo y no del nuestro. De nuevo, puede haber cantidades justificadas por la intermediación (el trabajo del banquero: custodia del dinero, ciertos trabajos contables…), pero estas son siempre unas cantidades  mínimas respecto del interés cobrado.

Puesto que todo interés es ilícito se debe calificar de usura. Se puede decir que el capitalismo es un sistema basado en la usura.

Puesto que en el Derecho Romano (el Derecho de la antigua República Romana heredado por el Imperio Romano) el nombre (latín, lógicamente, del contrato de préstamo con interés es foenus (se lee ‹‹fenus››) Rovirosa calificó al sistema capitalista de sistema fenerista.

Los capitales no son malos en sí, por lo que no deberían dar nombre al sistema inicuo en el que vivimos que no es entonces ‹‹capitalista›› sino ‹‹fenerista››. Obviamente, entendemos que cuando nosotros hablamos de capitalismo hablamos del capitalismo hoy día vigente, que es el sistema fenerista. Otra cosa sería un capitalismo (inexistente hoy día) en que los capitales fueran propiedad de los trabajadores o resultado de préstamo sin interés (por una cooperativa de crédito, por ejemplo).

Como ilustración, pensemos ahora en aquellas familias que dedican porcentajes muy elevados de su salario, a pagar sus prestamos hipotecarios (prestamos garantizados con hipoteca: el que no paga el préstamo o sus intereses pierde –en beneficio de su acreedor– el inmueble que compró con dicho préstamo). También pasa que muchos pequeños y medianos empresarios cierran por no poder afrontar los préstamos que contrajeron para invertir en sus negocios.

  1. Rendimiento de unas acciones.

El accionista de una empresa se dice que es ‹‹dueño›› de una parte de la empresa: la parte representada por el número de sus acciones. Las acciones son, en este sentido, el título de propiedad de la empresa.

Pero, además, de cada acción el propietario cobra una cantidad, el dividendo de la acción, y este es injusto porque es el producto del trabajo de los empleados de la empresa (desde los directivos hasta los operarios) y no del trabajo del titular de las acciones.

En este contexto (análisis de la empresa) el valor del trabajo del personal de la empresa (desde el obrero al personal directivo) –el beneficio neto de la empresa– que cada  accionista se lleva una vez descontado el salario es lo que Carlos Marx denominó la ‹‹plusvalía›› y la consideró un robo al trabajador, un abuso del capitalista.

Una evidencia palmaria de esta injusticia es la desproporción entre los salarios de los trabajadores y los dividendos de las acciones. El caso más extremo es cuando para fijar el salario rige la llamada ‹‹ley de bronce››, que determina el salario al nivel de subsistencia del obrero y su familia: el que trabaja malvive y el que no trabaja, banquetéa.

  1. Contrato de trabajo

Otra situación donde se aprecia el abuso fenerista es el contrato de trabajo.  Es la otra cara del supuesto de rendimiento de las acciones (dividendo a costa de la plusvalía) que acabamos de analizar.

Cuando un abogado o  un fontanero prestan un servicio, realizan lo que se llama  un ‹‹arrendamiento de servicios››. Pese a su nombre, no se trata de un caso de fenerismo. El contrato que celebran el trabajador (‹‹arrendador›› del servicio) con su cliente (el ‹‹arrendatario›› del servicio) se parece (económicamente hablando) a una compraventa donde en lugar de venderse un objeto (producto del trabajo) se vende un servicio (también producto del trabajo). El ‹‹precio de venta›› (el beneficio generado por el trabajo) es, al ciento  por ciento, para el trabajador. No hay abuso.

Pero cuando un empresario (sea persona física –empresario individual– o persona jurídica –una Sociedad Anónima, por ejemplo– ) como  propietario de capital (tierras agrícolas o una fábrica) contrata a unos trabajadores a cambio de un salario para que pongan dicho capital en producción y entreguen el resto del beneficio, estamos ante un caso de abuso fenerista, pese a no recibir ese contrato el nombre de ‹‹arrendamiento›› sino de contrato de trabajo.

El abuso se produce porque son los trabajadores (y aquí incluimos tanto a los técnicos o directivos como a los obreros) los únicos que generan el valor (la producción de la empresa), pero este valor se lo apropia (en grandísima medida) –y sin trabajar– el empresario-empleador, propietario de los bienes de capital (las tierras, la fábrica). Por tanto, abusa.

El paralelismo del contrato de trabajo con otras situaciones de abuso que ya hemos analizado puede verse si pensamos que lo que está ocurriendo es lo mismo que ocurriría si  el empresario arrendara su capital (su tierra, su fábrica) a los trabajadores y fijara la renta de arrendamiento del siguiente modo: ‹‹todo el beneficio que se obtenga una vez descontados los salarios›› ¿no es esto abusar?

2.1.3. Arrendar genera estructuras de pecado

La segunda razón por la que el sistema basado en el arrendamiento de bienes es inmoral, proviene de ser un incentivo para nuevas iniquidades. Señalaremos algunas de las más destacadas:

  1. El arrendamiento incita la acumulación de bienes.

Por estar permitido el arrendamiento es por lo que acumular bienes (incluido dinero) ‹‹sale a cuenta››.

Si de los bienes acumulados no se pudiera obtener renta alguna, en la mayoría de los casos a partir de un cierto nivel carecería de sentido tal acumulación tipo ‹‹tío Gilito›› e incluso sería contraproducente porque  se tendría que pagar por su custodia, por su mantenimiento, etc.

Un ejemplo claro es el de los pisos vacíos sin alquilar. Finalmente el dueño quiere deshacerse de ellos porque le producen gastos (impuestos municipales, gastos de conservación…) sin beneficio.

¿Qué harían los Rothschild si sus acciones, bonos, obligaciones, empresas, depósitos bancarios… no dieran beneficio alguno? Perderían el incentivo de acumular (aunque les quedaría el de contemplar su dinero).

  1. Negación o robo de la propiedad privada.

Al acumular bienes con el incentivo del arrendamiento se priva de propiedad a la mayoría de la humanidad.

Por tal motivo, el capitalismo no es un sistema basado en la propiedad privada, sino en  la negación de la propiedad privada.

Dicho de otro modo, al ser un sistema que sólo permite la propiedad privada para algunos a costa de la propiedad privada de otros, su base no puede definirse como la ‹‹propiedad privada››, sino, más acertadamente, como ‹‹el robo de propiedad privada››. El capitalismo sería un sistema basado en la legalización de la acumulación de bienes por una minoría mediante el robo de propiedad privada de la mayoría.

  1. Mecanismos de competencia salvaje en el mercado.

La búsqueda de la acumulación de  bienes y la consiguiente desposesión ajena con el incentivo de obtener rentas de dichos bienes sin trabajar es motor de la invención de un sinfín de mecanismos (cada uno de ellos injustos per se) inventados para lograr dicha acumulación. Muchos de tales mecanismos están basados en una posición dominante en el mercado: monopolios, colusión de precios, especulación, etc.

  1. Destrucción de la vocación profesional y del bien común.

El sistema capitalista, al buscar la extracción de renta de los medios de producción a costa del trabajo ajeno subordina dicho trabajo al fin principal de acumulación capitalista, anulando la función del trabajo como medio de desarrollo de la persona (vocación profesional) y la sociedad (bien común). El trabajador no sólo es privado de la plusvalía sino también de su vocación.

2.1.4. Arrendar  genera consentimiento universal 

La tercera razón de la iniquidad del arrendamiento es que el sistema creado (la estructura de pecado), por su propia existencia y ‹‹normalización›› social, acaba convenciendo a la mayoría personas de que esta forma de funcionar es lo admisible y terminan así interiorizando el cuento legitimador del capitalismo, sea en su versión clásica (‹‹el ser humano es un homo economicus, cuya búsqueda del interés personal, consustancial a su naturaleza, conlleva el bienestar de la sociedad: los vicios privados permiten alcanzar virtudes públicas››), sea en su versión moderna o socialdemócrata (los sistemas económicos basados en la acumulación y rentabilización de capital, no son malos en sí, sino que deben ser debidamente gestionados por el Estado mediante normas, impuestos, sistemas redistributivos, etc.)

Rovirosa denomina esta convicción ‹‹el consentimiento universal››

En este sentido, se llega a considerar normal y hasta bueno arrendar un piso (‹‹así se aumenta el parque de vivienda››), dar prestamos con interés o comprar acciones para cobrar el interés o el dividendo (pues al invertir se ‹‹crean riqueza›› o ‹‹se engrasa el sistema económico››), crear muchos puestos de trabajo asalariado con el incentivo (legítimo –se dice–) de obtener las plusvalías que generen esos trabajadores (el ‹‹premio›› por haber creado los trabajos). Se admite como buena la acumulación de bienes (la riqueza como valor social en alza) y la competencia salvaje como ‹‹motor de la economía›› –motivador humano fundamental y ‹‹fuente de riqueza››–, etc.

2.1.5. El orden de los factores no altera el producto

Quizá estamos más acostumbrados a enfocar el análisis crítico del capitalismo en un orden diverso, según el cual el afán de lucro y de poder (producto la  naturaleza caída del hombre) están en el origen, a lo largo de los tiempos, de conductas inicuas de muy diverso tipo (asesinatos, robos, esclavitud, extorsión, guerras, pillajes…), expresión de decisiones morales y pecados personales; tales conductas, en consecuencia, arrojan al hombre a una lucha por la existencia que configura estructuras de pecado las cuales evolucionan con el tiempo (esclavismo, sistemas de servidumbre feudal, etc.) desembocando en el capitalismo de nuestros días, uno de cuyos elementos estructurantes es el fenerismo. El mismo Rovirosa adopta este enfoque en su libro Cooperatismo integral (1959).

Cuando Rovirosa emprende expositivamente el enfoque que hemos seguido aquí (lo que hace en sus obras Manifiesto comunitarista, Fenerismo, ¿De quien es la empresa? ) presentando primero la mala raíz del capitalismo (el fenerismo) y, a partir de ella, derivando otras estructuras de pecado y terminando en el consentimiento universal sobre ellas, lo hace por dos razones:

Primera razón. Para destacar la necesidad de desenmascarar las estructuras de pecado. Las estructuras de pecado, una vez creadas (lógicamente a partir de actos inmorales), normalizan conductas inmorales y consolidan sistemas pervertidos de valores, haciendo que hasta sus propias víctimas y quienes se quieren poner de su lado (¡algunos de ellos invocando incluso la DSI!) asuman tales elementos ocultos del sistema –invisibles por el consentimiento universal–, aunque no asuman  de ningún modo sus resultados.

Rovirosa afirma que la propia DSI de su tiempo (anterior al Concilio Vaticano II) había interiorizado –parcialmente– ese consentimiento universal

Es imprescindible, pues, desenmascarar estos elementos ocultos de las estructuras de pecado.

Segunda razón. Para hacer una propuesta revolucionaria. Identificar con precisión los elementos nucleares de las estructuras de pecado, permite a Rovirosa formular, mediante su supresión, una propuesta alternativa que no adolezca de vicios o errores de partida y que, por tanto, se configure como estructura de gracia que favorezca la conducta moralmente adecuada (aunque esta siempre será una decisión moral personal) y la confianza en la cooperación por la existencia.

2.2. Propuesta

Tras su análisis crítico del capitalismo Rovirosa hace una propuesta esperanzada: es posible un mundo diferente basado en la cooperación por la existencia.

Su propuesta tiene tres patas.

Primera pata: nos presenta una utopía o visión de lo que podrían ser un mundo en el que estructuras de gracia sustituyeran a las estructuras de pecado. En esta utopía hay que incluir su descripción de como funcionaría el breve periodo transitorio de ‹‹cambio de estructuras››: esto es: sin violencia, sin coerciones y sin abusos.

Segunda pata: nos propone una estrategia concreta o camino para alcanzar la utopía

Tercera pata: nos sugiere una táctica para dar los pasos que permitan avanzar por el camino de la estrategia.

2.2.1. Tener una utopía: comunitarismo

Como hemos dicho, Rovirosa llamó a su utopía comunitarismo en 1949 y la rebautizó como sociedad cooperatista integral en 1960.

En este punto Rovirosa saca máximo partido a su esfuerzo previo para identificar el núcleo duro del capitalismo.

Haberlo hecho le permite ahora proponer aquellos cambios estrictamente imprescindibles en el sistema actual para lograr un sistema económico justo.  Al mismo tiempo, minimizando los cambios necesarios se favorece una implantación rápida del nuevo sistema sin tener que ejercer violencias, presiones o contrariedades mayor de la necesaria a quienes se crean perjudicados.

Como todas las utopías serias (realizables) su utopía, es, con todo, un artilugio didáctico. No un verdadero diseño acabado de la sociedad del futuro, sino un horizonte para poner la mirada, un boceto para entrever (con los ojos semicerrados) las posibilidades reales (estas sí) de un cambio de paradigma sin alteraciones innecesarias del funcionamiento económico.

Podemos desgranar los elementos clave de la utopía.

1.º Prohibición legal del fenerismo.

Obviamente el arrendamiento de bienes queda prohibido.

La propiedad de las empresas corresponde a quienes trabajan en ellas, que reciben la parte proporcional de los beneficios conforme a un sistema que, partiendo de que toda  persona es  un valor en sí mismo, pondera la dedicación del trabajador, su grado de formación y excelencia, etc. Estos beneficios sirven también para capitalizar la empresa (fijo y circulante).

De este modo, la empresa es desde el minuto uno propiedad de todos los que la trabajan; los antiguos accionistas son retribuidos como obligacionistas (acreedores, pero no propietarios) en una especie de periodo transitorio que mantiene el pago de estos préstamos  hasta que sus créditos quedan satisfechos; al no haber más propietarios que los trabajadores, desaparece el salario como mecanismo de abuso y se percibe una retribución justa (proporcional) del beneficio generado con el trabajo.

Este sistema de empresa lo llama a veces empresa proporcionalista y otras veces, empresa cooperatista (para distinguir de la empresa cooperativista) o, incluso, Sociedad Anónima Laboral.

Estas empresas no tienen por qué ser pequeñas: si la producción implicada requiere una gran escala el modelo empresarial lo permite.

Las necesidades de financiación de la empresa (las necesidades de capital) se resuelven a través de cooperativas de crédito cuyos socios se financian sin cobrar intereses, pero previa evaluación de solvencia del proyecto presentado. Federaciones de cooperativas pueden asumir necesidades de inversión de capital mayores. El Estado también puede jugar un papel subsidiario.

Algo parecido se prevé con el resto de los arrendamientos: por ejemplo: los pagos de renta de alquiler se considerarían como pagos de una venta a plazos hasta que, pagado el último plazo, la propiedad de los bienes pasara al arrendatario.

2.º Propiedad  para todos.

Toda persona tiene la propiedad directa de su casa y de sus enseres.

También la propiedad directa o indirecta (como miembro trabajador de la cooperativa) de sus herramientas de trabajo o de los factores de producción (bienes de capital) necesarios para ganarse la vida

La propiedad privada a lo que todos tienen derecho es una propiedad  a la medida del hombre: una propiedad que libera y dignifica al hombre porque le permite asegurar su existencia y su desarrollo como persona sin impedir la subsistencia y el desarrollo de los demás mediante el abuso del arrendamiento y acumulación consiguiente.

3.º Desarrollo de la vocación profesional.

Cada persona, propietaria y, por tanto, libre, puede desarrollar su vocación profesional eligiendo su profesión.

Esto es un punto clave de la propuesta económica de Rovirosa.  La vocación profesional es un aspecto esencial para el desarrollo de la persona, pues se trata de una llamada íntima a desarrollar nuestro ser en la transformación del mundo, con el trabajo somos copartícipes de la creación

Como una consecuencia del trabajo vocacionado la productividad aumenta.

La productividad que los sistemas capitalistas pretenden obtener del ansia de beneficio (previa acumulación indebida de bienes) procede realmente de la creatividad y laboriosidad humana que se multiplicará al permitir que dada persona atienda a su vocación y que perciba lo que en justicia corresponde a su trabajo.

La sociedad científico-técnica se verá  también muy beneficiada del cambio de paradigma porque el trabajo científico se ve favorecido por la vocación y por el trabajo en equipo propio de las empresas cooperativistas.

4.º Problemas propios del mercado desde la selección de los productos a producir hasta la fijación de precios de venta  que en el sistema capitalista se resuelven mediante la competencia salvaje y ciega, la inducción al consumo masivo y grosero o mediante prácticas inicuas como los monopolios, carteles, trust, especulación…,   se resolverían a través de cooperativas de consumo y las relaciones entre cooperativas (federaciones de cooperativas), aunque también, y sobre todo, por el nuevo clima moral que regirá la sociedad cooperatista o comunitarista

5.º La nueva estructura social contribuirá (como estructura de gracia) a mantener los principios opuestos al capitalismo: la cooperación por la existencia basada en la comunión y el amor.

2.2.2. Tener una estrategia: implantación masiva previa modificación de la conciencia.

¿Cómo llegar a implantar esa utopía?

Plantea nuestro autor  el siguiente dilema: ¿implantación masiva o progresiva? Y opta por la implantación masiva, es decir, todos los elementos ‹‹de golpe›› a través de reformas estructurales y normativas, pero no violentamente, sino por estar ya la sociedad madura para el cambio.

Entre tanto, la tarea para preparar la implantación de la sociedad cooperativista o comunitarista consiste en la transmisión por contagio de los ideales y valores de la sociedad del futuro. Sin perjuicio de que de tal estrategia de transmisión puedan formar parte experiencias de vida cooperatista, si bien, Rovirosa advierte con realismo que  el entorno económico  hará muy difícil su subsistencia. Recomienda, en este sentido, empezar por las cooperativas de consumo.

Sin perjuicio de este camino estratégico, Rovirosa no reniega de  victorias  parciales frente a las estructuras de pecado (por ejemplo, a través de la lucha sindical).

2.2.3. Tener una táctica: formación y difusión

Señalada la utopía como punto de llegada y habiendo bosquejado el camino estratégico a emprender procede Rovirosa a señalar con profundidad los pasos que –desde este momento– nos permitirán avanzar por dicho camino.

  1. Organización y formación.

Esta es la constitución u organización de grupos de entusiastas que contagien entusiasmo a la sociedad. De pandillas de amigos que cultiven entre ellos los ideales de comunión y de fraternidad.

Rovirosa diseñó durante su vida programas formativos con los que estas organizaciones y grupos podrían ir viviendo progresivamente esa comunión (de vida, bienes y acción), ese entusiasmo, ese deseo de transformar estructuras  y contagiarlo a la sociedad.

  1. Expansión, evangelización…

Estas pandillas de amigos pondrán en la calle su denuncia de una sociedad injusta y la promesa de una sociedad de hermanos y las experiencias  que (triunfen o no) iluminen el futuro (sectores).

  1. Medios.

Usarán para ello siempre medios propios, con gratuidad, sin subvenciones ni dependencias.

  1. Contemplación y lucha.

Este cultivo requeriría sistemática, esfuerzo y espiritualidad. Rovirosa estaba convencido de que sólo con fe en Cristo y la ayuda del Espíritu Santo todo esto sería posible.

(MCC)- Miguel Ángel R.