EE.UU : 18.000 MUERTOS por NO PODER IR al MÉDICO

2227

HABLAMOS de EEUU, aunque parezca mentira. En el país donde todo es posible, 43 millones, muchos de clase media, no pueden permitirse un seguro médico. Ni Bush ni Kerry solucionarán esta tragedia asumida Según el Instituto de Medicina, todos los años mueren prematuramente más de 18.000 personas por carecer de seguro sanitario.



Por JULIE WINOKUR

Hace un par de años, Sheila y Bob Wessenberg vivían en una casa de más de 200 metros cuadrados en un barrio de lujo a las afueras de Dallas, Texas. Ganaban más de 100.000 dólares (unos 83.000 euros) al año. Con dos hijos pequeños, dos coches en el garaje y dinero para invertir en bolsa, ambos vivían de lleno el sueño americano. Hoy tienen que hacer frente a la bancarrota y a una enfermedad terminal sin poder disponer de atención médica. Sheila padece un cáncer de mama y han pasado siete meses desde que se sometió a su última sesión de quimioterapia y se hizo los últimos análisis. Todo porque no tiene seguro médico ni dinero para pagar la asistencia que precisa.

Los Wessenberg y sus dos hijos se cuentan entre los seis millones de personas que se estima que perdieron su seguro médico en 2002 a causa de la crisis económica. En 2003 fueron otros dos millones.

Bob, programador informático, tenía un trabajo relativamente seguro y su familia disfrutaba de excelentes prestaciones sanitarias. Cuando a Sheila le diagnosticaron cáncer de mama, pudo someterse sin problemas a la lumpectomía y a la mastectomía que necesitaba. Pero, al cabo de poco tiempo, Bob perdió su trabajo y se produjo un efecto dominó. Los Wessenberg hicieron todo cuanto pudieron para pagar su seguro médico, pero cuando las primas ascendieron hasta los 837 dólares (unos 700 euros) mensuales, la cantidad se hizo prohibitiva. Como la mayoría de la gente en su situación, decidieron destinar su dinero a la alimentación de la familia y la hipoteca de la casa antes que a la cobertura sanitaria.

Cuando la economía norteamericana se contrae son las clases medias las que sufren el mayor impacto. Suena irónico, pero en EEUU es posible ser pobre y desempleado y recibir mejor asistencia médica que una persona que trabaja a tiempo completo. Y aunque ni George Bush ni John Kerry abogan por un sistema de atención gratuita universal, serán estas desprotegidas clases medias las que en buena medida inclinen la balanza en las elecciones del próximo martes.

En EEUU sólo tienen póliza médica los trabajadores de grandes empresas, prácticamente los jubilados y los indigentes absolutos. Sin embargo, un empleado en un pequeño negocio o un pequeño empresario ha de costearse su seguro, que como media se aproxima a 800 euros mensuales por persona. Un lujo imposible para algo más de 40 millones de personas.

El fotógrafo Ed Kashi y yo conocimos a Sheila mientras elaborábamos un libro sobre lo que supone carecer de seguro de asistencia sanitaria. En dicho libro, titulado Denied: The Crisis of America´s Uninsured (Rechazados: la crisis de los que carecen de seguro médico en Norteamérica, inédito en España), se pasa revista a determinadas situaciones personales que reflejan el sufrimiento de los 43 millones de ciudadanos norteamericanos que no disponen de seguro médico. La historia de Sheila no es única. En la investigación conocí muchísimos casos similares, como Nancy Gorman, a quien durante 10 meses le negaron tratamiento radiológico. Ha perdido la vista.

Según el Instituto de Medicina, todos los años mueren prematuramente más de 18.000 personas por carecer de seguro sanitario. Si esto no fuera suficiente, la amenaza se cierne también sobre la ya insuficiente asistencia médica pública. Casi todos los estados de EEUU han anunciado planes de recortes en Medicaid, el programa de cobertura sanitaria para las personas con menos recursos.Si se llevan a cabo estas medidas, varios millones de personas más se quedarán sin seguro médico en los próximos años.

En la actualidad, uno de cada seis habitantes de EEUU carece de seguro médico. Se da la circunstancia de que los Wessenberg viven en Texas, el estado natal de George Bush y el que presenta el porcentaje de población sin seguro más alto de todo el país.

El perfil de la persona sin seguro médico en EEUU resulta verdaderamente sorprendente. Ocho de cada 10 pertenecen a familias en las que uno o más adultos trabajan. Un tercio vive en familias con unos ingresos anuales superiores a los 50.000 dólares (unos 41.600 euros). El grupo de personas sin seguro que creció más rápidamente el año pasado fue el de adultos con ingresos medios y altos. La mayoría trabajaba en pequeñas empresas y, o fueron despedidos, o sus empresas traspasaron a los trabajadores los costes del seguro porque las primas habían subido un 13% de media, el mayor incremento de los últimos 30 años.

El resultado es que, como se ha dicho en alguna ocasión, el sistema sanitario norteamericano «incentiva a todo el mundo a hacer lo menos adecuado». Incentiva a los médicos a rechazar pacientes sin seguro o con seguro insuficiente. Incentiva a los pacientes a renunciar a tratamiento hasta que su situación sea crítica. Incentiva a dejar de trabajar para poder optar a los programas de ayudas públicas. Incentiva a los hospitales a elevar sus precios para que sean los pacientes sin seguro los que compensen la reducción de las cantidades por reembolso decidida por las compañías aseguradoras.

Si cada uno de estos incentivos perversos es nocivo, juntos dan un diagnóstico de desastre seguro.