“Filipinas no es pobre” afirmó Monseñor Broderick S. Pabillo, Obispo auxiliar de Manila y responsable de la Comisión de Acción Social Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal filipina, en la intervención que presentó en el curso que con el título Frente a un mundo de esclavos: solidaridad, se celebra en la Casa Emaús de Torremocha de Jarama en el ámbito del XXVIII Aula Malagón Rovirosa del Movimiento Cultural Cristiano.
Filipinas no es pobre, pero sufre la pobreza, indicó. Del los 94 millones de filipinos el 28% vive con menos de 1,5€ al día. Es un país donde el 76% del PIB lo controlan 40 familias. El crecimiento económico aumenta pero la pobreza también. “Los pobres sufren más y las élites viven mejor” señaló. Una muestra del robo, que promueven las compañías transnacionales, es que “en 1970 exportábamos arroz y en 2013 lo importamos siendo éste parte de nuestra dieta básica”
En unos claros ejemplos de que no es pobreza sino empobrecimiento fruto del robo, abundó en exponer como por ejemplo la democracia real no existe porque “los puestos de funcionarios de los poderes son acaparados por miembros de 250 familias lo que les convierte en una oligarquía que controla el 94% de los cargos gubernamentales.”
No obstante una de sus principales fuentes de ingresos son los 15,2 billones de dólares de las remesas que entran en el país y que vienen del trabajo de los 10 millones de emigrantes a países como Japón, Noruega o Arabia Saudita, donde son explotados, y las familias rotas en origen sufren la situación. Muchos niños crecen solos, sin padres o con los abuelos. El gobierno está fomentando el turismo, explicó, con lo que lamentablemente está aumentando el turismo sexual de occidentales.
Golpeados por la violencia de las guerrillas comunistas, de los diferentes frentes moros e incluso del propio gobierno de benigno Aquino III que en 2010 llegó a 137 ejecuciones extra judiciales, decenas de torturados y desaparecidos y las presiones de otros países de la zona como Malasia reclamando tierras propias o China que con sus multinacionales mineras está arrasando con cultivos, biodiversidad marina…”hunden montañas, secan fuentes y contaminan la costa” sin dejar ninguna contraprestación social y sí un gran aumento de la miseria, en clara connivencia con los gobernantes locales.
La emigración interior, forzada por la pobreza, está provocando un problema de falta de vivienda. Sin empleo, con una fuerza de trabajo del 66% su tasa de paro es del 7,1% y su subempleo del 20,9%. Con salarios mínimos que no se cumple y que llegan a ser por debajo de 5,7% al día… cuando se pagan. Esto hace que por ejemplo en Metro Manila existan 2,7 millones de personas sin vivienda y sin derecho de propiedad.
A los emigrantes solo se les contrata por 5 meses para evitar tener que regularizarlos y ser más competitivos frente a otros países de la zona. Solo el 1% de la fuerza laboral está sindicalizado y las fuerzas del Gobierno tratan de eliminarlos.
Pese a todo son un pueblo de creyentes. El 93% es católico, el 10% de otras confesiones cristianas, el 5% musulmanes y el resto de religiones y sectas animistas, etc… “Difícilmente se dirá que un Filipino no cree en Dios” indicó.
Fuertemente católicos y de una gran religiosidad popular no pierden lo oriental pues son de la raza malaya si bien el materialismo y el consumismo proveniente de occidente (Mc Donal’s, Starbuck’s…) les afecta. “Filipinas es una fusión de culturas. Es marrón de color, cristiana de alma, americana de educación y china en los negocios”
Filipinas es, al mismo tiempo, el tercer país en número de católicos, pero una minoría en Asia donde sólo el 1% de sus habitantes son de esta confesión. Un país con 800 años de historia que hoy día se constituye en un estado secular con la Iglesia y el Estado separados. Pese a esto es una sociedad llena de manifestaciones religiosas. La Fe católica, de cuya llegada celebraran el 5º centenario en 2021, es muy importante en la vida de los filipinos. Una Fe que les llegó mediante los misioneros españoles “que no impusieron su propia lengua sino que aprendieron la nuestra, colaborando a que se recogiera en escritos” subrayó.
La Iglesia en Filipinas, en 1991 en su II Concilio Plenario, “se ha comprometido a ser la Iglesia de los pobres, a reivindicar sus derechos, no solo a evangelizar a los pobres sino a reconocer que los pobres mismos son evangelizadores, a inclinar el centro de gravedad de la comunidad al servicio a los pobres”; afirmó tras manifestar como los servicios sociales de la Iglesia Filipina son más y mejores que los gubernamentales.
Finalizó con una referencia a las formas de vida tan distintas que se dan: “En el centro de negocios de Manila hay dinero, autos de marca, casas lujosas… un mundo en si mismo. Por el contrario en Manila hay pobreza, calles estrechas y oscuras pero hay risas, incluso peleas, hay mucho cuidado unos de otros… ¡Hay vida!”