El aborto como herramienta para oprimir a las mujeres

2691

Irlanda: ministra expulsada de su partido por obedecer a su conciencia. Ante la creciente oposición de muchos diputados a la reforma de la ley del aborto, el gobierno decidió imponerles la disciplina de partido.

Pero la secretaria de Estado para Asuntos Europeos, Lucinda Creighton (foto), se la ha saltado para votar en contra, por lo que ha sido expulsada del grupo parlamentario y ha renunciado a su cargo en el gobierno.

“Cada vez tengo más claro que, en la práctica, el aborto funciona muchas veces como una herramienta para oprimir a las mujeres”

Tras dos sesiones parlamentarias que se prolongaron hasta la madrugada, el gobierno de coalición formado por conservadores y laboristas ha logrado sacar adelante su controvertida ley del aborto.

Para romper la disciplina de partido, había que estar dispuesto a jugarse el puesto. Es lo que ha hecho Lucinda Creighton, ministra para Asuntos Europeos. El voto en contra le ha valido la expulsión automática de su grupo parlamentario. Después ella ha presentado la dimisión como ministra. Ahora se queda como un miembro más del partido al que llegó con 18 años.

La ministra recuerda cómo el aborto, unido a la preferencia por el hijo varón en China, la India, Corea e incluso en algunos países de Europa y EE.UU., ha conducido a la eliminación de millones de niñas. “Sería muy extraño que nosotros, como legisladores y espero que como seres pensantes, no nos preguntáramos cuál es la diferencia neta entre el diagnóstico prenatal seguido de un aborto en función del sexo y el homicidio intencionado de una niña tras el parto”.

Cambio de postura

“Nunca he sido una activista pro-vida”, aclara Creighton. “ ya he explicado en otras ocasiones que mi postura en este debate era muy diferente cuando era estudiante”.

Sus ideas han ido cambiando en los últimos años, fruto de su reflexión personal y del contacto con amigas y familias afectadas por el aborto. Ahora no está dispuesta a tragarse los tópicos que rodean a este debate, dominado por lo que califica de “groupthink”: “Si cuestionas que el aborto es una solución progresista, un asunto crucial para los derechos de las mujeres, un elemento central de la agenda progresista… se te considera atrasado e intolerante”.

 Ella cambió cuando empezó a considerar la perspectiva de la otra vida implicada en el debate: “Creo que la mayoría de nosotros somos conscientes de que un bebé no nacido es justamente eso: un bebé. Y si nace de forma prematura (…) pondremos todos los recursos de la ciencia a su servicio para salvarlo”.

“Conozco un buen número de mujeres que han abortado y que después lo han lamentado profundamente. Pero no conozco a ninguna mujer que haya tenido un bebé y se haya arrepentido”

A favor de las mujeres

“Estoy a favor de los derechos de la mujeres, de todas las mujeres. No solo las adultas, ni las adolescentes, ni las niñas: también de las que son un bebé. (…) Cada vez tengo más claro que, en la práctica, el aborto funciona muchas veces como una herramienta para oprimir a las mujeres”.

El recurso al aborto como instrumento para segar la vida de las niñas está tan extendido en China que, de seguir así, hacia 2020 faltarán entre 30 y 40 millones de niñas. Ante este dato, Creighton apunta: “30 o 40 millones de mujeres menos en el mundo difícilmente se puede contar entre los logros del feminismo o del progresismo”.

Pero las niñas no son las únicas que han sufrido los efectos del aborto selectivo. También es cada vez más corriente eliminar por el aborto a cualquier bebé que padezca alguna anomalía.

Esto nos devuelve a la cuestión de si el aborto es una solución avanzada. En una sociedad progresista, dice Creighton, celebramos la vida también en sus manifestaciones imperfectas. Prueba de ello es que ahora Irlanda conmemora con orgullo el décimo aniversario de la llegada de las Paraolimpiadas a Dublín.

Consultar a la conciencia

Lucinda Creighton pertenece al Fine Gael, partido que siempre había defendido sin ambages el derecho a la vida. De hecho, en 2011 el partido hizo un compromiso electoral de que no legislaría a favor del aborto. Pero el primer ministro Enda Kenny, que también pertenece a ese partido, ha cambiado las reglas del juego. Además de lanzarse a apoyar una causa que no figuraba en el programa electoral, ha exigido a sus diputados que se sometan a la disciplina de partido. Curiosamente, es a Creighton a quien se ha acusado en estos días de traicionar sus ideas políticas.

“Algunos me han exigido que aparque mis convicciones morales y mi conciencia para que me sume a apoyar el aborto. La verdad es que a mí esto me resulta muy extraño. Me pregunto a quién debería consultar en un asunto que afecta a los derechos humanos si no es a mi conciencia, ¿A la última encuesta de opinión? ¿A la jerarquía del partido? ¿Al director del periódico más influyente?”.

Creighton sabe cuál es el precio a pagar por desobedecer al primer ministro. Muchos representantes políticos evitan los debates controvertidos: siempre es más fácil hacerse el sordo que dar la cara por las propias ideas. Pero si la conciencia (y el derecho a la objeción de conciencia) se retiran de este debate, perderá todo el país.

Una ley que desprotege al no nacido

Creighton no critica todos los aspectos de la reforma. Valora, por ejemplo, que se refuercen las intervenciones médicas necesarias para salvar la vida de una mujer embarazada cuando la vida de ella corre peligro, aunque puedan causar, indirectamente, la muerte del no nacido. La vida de la madre merece igual protección que la del no nacido. Este es un principio genuinamente provida.

“Estoy absolutamente perpleja al comprobar que esta reforma renuncia a la protección legal del no nacido”.Y concluye: “Conozco un buen número de mujeres que han abortado y que después lo han lamentado profundamente. Pero no conozco a ninguna mujer que haya tenido un bebé y se haya arrepentido. No importan las circunstancias, el estrés inicial, el miedo o la ansiedad, el estigma o la inquietud, debemos apoyar a las mujeres en esos momentos de necesidad. Este es, lisa y llanamente, nuestro deber moral y constitucional”.

Fuente: Aceprensa