La injusticia se transforma en el martillo de la tragedia diaria que viven los migrantes centroamericanos, en este caso el descarrilamiento del tren llamado La Bestia.
El accidente del tren conocido como La Bestia se produjo el pasado domingo en el municipio de Huimanguillo, en la frontera con el Estado de Veracruz, al sur del país.
El Gobierno tabasqueño, en un comunicado, ha informado de que “en el tren viajaban al menos unos 250 ciudadanos de nacionalidad hondureña”. Las cifras todavía son inciertas.
El camino de más de 5.000 kilómetros que emprenden los emigrantes que tratan de cruzar México para alcanzar Estados Unidos es un campo minado que cada año devora miles de vidas. Al acoso de las cárteles y las mafias se suman los rieles de La Bestia, sobre el que los emigrantes viajan de manera clandestina sin ningún tipo de protección. Es difícil saber con exactitud cuántas personas atraviesan la frontera mexicana rumbo al norte, pero la última cifra oficial, de mayo de 2011, calculaba unas 140.000 al año.
Fray Tomás González Castillo, director del albergue de migrantes La 72, situado en Tabasco a unas cinco horas del accidente, explicó por teléfono que en la zona del siniestro no hay señal de celular, lo que imposibilita la comunicación.
Por el albergue que dirige pasan a diario decenas de migrantes centroamericanos, principalmente hondureños y guatemaltecos, para reponerse de la dureza del camino, darse una ducha y sentarse ante un plato de comida. “Seguramente alguno de los que iban en ese tren estuvo aquí hace unos días”.
Fuente: El País