El Campo de Concentración de Dachau: escuela de la violencia

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El Campo de Concentración de Dachau fue uno de los más crueles que existieron durante la II Guerra Mundial, teniendo en cuenta que existió durante 12 años (1933-1945). “Hablamos de un campo de concentración y escuela de la violencia, y no de exterminio” dijo Pieter Dietz de Loos, presidente del Comité Internacional de Dachau en la conmemoración del 70º aniversario de la liberación.

Este Campo se consideró como escuela de la violencia, es decir, se usó para el adoctrinamiento del Régimen Nazi y los soldados de las SS. Se construyó en 1933 y fue modelo para el resto de campos de concentración que se fueron ramificando después. Dachau fue uno de los últimos Campos en liberarse y sirvió como propaganda política, mostrando en los medios de comunicación la “cara amable” del nazismo como un régimen protector del pueblo alemán ante los “enemigos del estado”.

Sin embargo, el acto del pasado domingo 3 de mayo que tuvo lugar en el mismo Campo de Concentración se silenció que había tres barracones enteros especialmente para sacerdotes católicos (concretamente 1.000 sólo en Dachau), acusados como prisioneros políticos de ser “un peligro para la seguridad nacional del pueblo alemán”, y condenados a trabajos forzados en las plantaciones o construyendo los crematorios y cámaras de gas, (aunque estas últimas nunca se llegaron a poner en funcionamiento). El único superviviente sacerdote alemán vivo, Hermann Scheipers, con 103 años no asistió al acto por cuestiones de salud.

“Según Benedicta María Kempner en su obra Sacerdotes ante los tribunales de Hitlerhubo entre 1933 y 1945cerca de 4.000 sacerdotes víctimas de la persecución nazi, de los que unos 1.000 sacerdotes murieron en Dachau”, publicó Hermann Scheipers en su libro autobiográfico traducido al español con el título “Por el borde del precipicio” en 2013.

En el acto también estuvo presente el cardenal Bernard Marx obispo de Munich. Por otra parte, se recordaron los más de 5000 gitanos que perdieron la vida en aquel lugar. Además, la Canciller alemana Angela Merkel inició su discurso nombrando a los prisioneros del Congo, Senegal y Eritrea que también vivieron este horror.

La llegada de los americanos tardó en llegar; el campo ya se había convertido en un verdadero cementerio para aquellos que no pudieron soportar las torturas, experimentos médicos, palizas, hambrunas, enfermedades, fusilamientos, trabajos forzados…

Clément Quentin, un superviviente francés nos cuenta cómo le retuvieron durante seis meses en el barracón de los experimentos médicos, utilizándolo como cobaya humana. Aún hay experiencias que no puede expresar, cosas que le hicieron que no puede decir, pero cuando le pregunté cómo pudo sobrevivir su respuesta fue contundente: “Sobreviví gracias a mi fe”.

Otro superviviente, esta vez checo de 91 años Valdimir Feierabend intervino haciendo referencia al día de la liberación del Campo: “estábamos nerviosos, pero más las SS”.

“Los SS eran padres de familia y esposos maravillosos, eran personas. Y ese era el problema. El que salva una vida salva al mundo, y las SS han matado a muchos mundos”, dijo en su intervención Abba Naor, superviviente israelí. Y es que Hitler no sólo sabía cómo manipular la razón, sino que era un maestro manipulando las emociones. Arrastró a todo un ueblo a la irracionalidad y locura, exigiendo, como en todo totalitarismo, la entrega no sólo las ideas sino de toda la vida.

En 1945 se liberaron uno tras otro todos los Campos de Concentración. Hoy, tras 70 años, no sólo es necesario mirar atrás y aprender del pasado, sino que hace falta ahora más que nunca afrontar el presente; más de 400 millones de niños esclavos, 1600 millones de parados en el mundo… El mediterráneo se ha convertido en el nuevo cementerio para miles de personas. Como en aquella época, hoy en día la indiferencia también mata. El mundo hoy es Dachau, ¿qué hacemos nosotros ante eso? ¿Qué dirán de nosotros las futuras generaciones?

Autor: Ester Medina