El Dólar y el Euro, frente a frente y a cara de perro

2118

En sus pocos años de existencia, el euro se ha convertido ya, a pesar de todo, en un serio adversario del dólar a escala mundial. Y no tanto por mérito propio sino porque el dólar ha empezado a entrar en una crisis que se aventura profunda. Como no podía ser de otro modo, debido a los enormes desequilibrios de la economía estadounidense que se han visto agudizados por la crisis del llamado Régimen Dólar-Wall Street

Autor: Ramón Fernández Durán
(miembro de Ecologistas en Acción) [1].
18/01/2005

En sus pocos años de existencia, el euro se ha convertido ya, a pesar de todo, en un serio adversario del dólar a escala mundial. Y no tanto por mérito propio [2] sino porque el dólar ha empezado a entrar en una crisis que se aventura profunda. Como no podía ser de otro modo, debido a los enormes desequilibrios de la economía estadounidense que se han visto agudizados por la crisis del llamado Régimen Dólar-Wall Street (RDWS) [3] y por las políticas “neoimperiales” de la Administración Bush, que curiosamente se habían lanzado, pensamos, con el afán de intentar mantener dicho Régimen manu militari (Fdez Durán, 2003). Cada día queda más claro que tal opción no está funcionando, y no sólo eso sino que está profundizando aún más la crisis del RDWS. Sin temor a equivocarnos se puede decir que se ha iniciado ya la fuga del dólar. Otra cosa serán los ritmos que adopte esta fuga y cómo se manifestará la gravedad de dicha crisis, pues EEUU va a intentar mantener como sea la primacía del dólar recurriendo a su enorme poder militar.

El dólar tiene, por supuesto, todavía, una dimensión mundial y manifiesta una importante inercia a perder su condición hegemónica planetaria; aparte de que EEUU tiene capacidad para crear liquidez mundial sin control (que se acepta sin problemas, hasta ahora, a nivel planetario), lo que no le ocurre al euro, cuyo proceso de emisión está más restringido por el BCE (atado por su objetivo de control de la inflación). El euro, mientras tanto, tiene presencia principalmente, aparte de indudablemente en la UE, en Europa Oriental, Oriente Próximo y Medio y África, más las antiguas colonias europeas en el Caribe y Pacífico, unos 80 países (de los 190 que hay en el mundo), aunque en algunos de estos espacios comparte terreno con el dólar; sin embargo este abundante número de países tan sólo suponen el 20% de la población mundial y un muy escueto 5% del PIB planetario. Y dentro de ese conjunto más de 50 están anclados de una u otra forma al euro, manifestando un vínculo mayor con la moneda única, y algunos de los países balcánicos tienen ya el euro como moneda de curso legal. Muchos Estados del mundo están diversificando sus reservas, hasta ahora en dólares, casi exclusivamente, para hacer frente a una devaluación sustancial de la divisa estadounidense. A mediados de 2003, un 20% ya de las reservas mundiales de los bancos centrales era en euros, frente a un 68% en dólares, y un 5% yenes; y no sólo eso, sino que en un año las reservas en euros habían pasado del 10% al 20%. Y este porcentaje no hace sino subir lenta pero paulatinamente desde entonces (Mazzaferro et al, 2003; Giacché, 2003). Igualmente el euro ha aumentado de forma importante su papel como moneda de pago en los intercambios comerciales internacionales, especialmente en los que se realizan con la UE. E incluso el euro está empezando a disputar al dólar los suculentos “mercados negros” de distinto tipo, hasta ahora un coto prácticamente exclusivo del billete verde, y entre éstos destaca especialmente el del narcotráfico.

Esta pérdida progresiva de status del dólar como principal moneda de reserva y de pago mundial, va a afectar decisivamente al aflujo de capitales hacia EEUU que ayuda a financiar su agudo déficit por cuenta corriente con el resto del mundo y su déficit fiscal en aumento [4], consecuencia del tremendo coste de sus aventuras “neoimperiales” y del brusco recorte de impuestos impulsado por Bush. El aflujo de capitales hacia EEUU (provenientes en gran medida de la propia UE y Japón, así como de ciertos países del sudeste asiático -China, Taiwan, Corea del Sur, p.e.-) [5] ha disminuido ya en los dos últimos años en cantidad y en calidad, pues se reduce en IED (Inversión Extranjera Directa) y en bolsa, y aumenta en bonos (a los que hay que pagar un interés fijo, independientemente de la coyuntura económica). Todo lo cual está convirtiendo a EEUU (desde hace años) en el Estado más endeudado del mundo. Y esta deuda crece además de forma imparable. De ahí en gran medida la subida del euro respecto del dólar en este periodo. La pérdida de posiciones del dólar como principal divisa de reserva mundial, derivará en una pérdida brusca también de los privilegios económicos relativos a dicho status y hará que no pueda financiar ni su déficit por cuenta corriente ni su déficit fiscal, lo que producirá una repentina quiebra de su modelo económico y su nivel de vida (Giacché, 2003), y conllevará muy probablemente una depresión deflación planetaria. El crecimiento mundial ha estado garantizado en muy gran medida por EEUU (agudizando de forma desenfrenada sus propios desequilibrios) y por una dinámica de favorecer dicho crecimiento en base a la expansión imparable del crédito a escala estadounidense y global (es decir, a la generación de deuda a todos los niveles -Estados, empresas, familias-), y si todo este juego de la pirámide falla (incluida la burbuja inmobiliaria en expansión en muchos países centrales) asistiremos a un brusco colapso de la economía mundial.

Ante la amenaza de la irrupción del euro a escala internacional una de las respuestas que ha adoptado EEUU ha sido impulsar (a través del FMI) la dolarización total de países completos (Ecuador, Salvador, Guatemala…) y así no perder, entre otros beneficios, derechos de señoreaje (Carchedi, 2001). Lo cual no quiere decir para nada que ésta sea una buena opción para ellos, pues profundizará aún más su dependencia y sus problemas, [6] sino que sencillamente no se podían resistir a las exigencias del FMI (y por ende, de EEUU). En Irak se ha intentado ir aún más lejos, al promover en un principio la dolarización del país manu militari, pero más tarde ha habido un reculamiento por parte de EEUU, ante las necesidades de pactar nuevas resoluciones de NNUU con la “comunidad internacional”. Pero, además, la guerra de Irak ha respondido a distintos objetivos de la hiperpotencia. Aparte de procurar apropiarse de los recursos petrolíferos de dicho país, era una forma de eliminar a un régimen que había mostrado su voluntad de que “Europa” pudiera pagar el petróleo en euros, lo que iba a ayudar a erosionar el dominio del dólar, sobre todo si esta actitud se extendía poco a poco al resto de países de la OPEP, pues el petróleo es la principal mercancía que se negocia en el mundo. La guerra de Irak ha servido también para dividir a “Europa”, lo que puede afectar a la fortaleza y credibilidad del euro.

El nuevo capitalismo global camina hacia un mundo de dos o tres monedas (el dólar, el euro y el yen, o el yuán chino, quizás a medio plazo), pues los países periféricos son incapaces de mantener la paridad y virtualidad de sus monedas, acosados por vendavales especulativos que les provocan cada vez más crisis monetario-financieras. De ahí una de las causas principales de que se conviertan en “Estados fallidos”. Y esa es una de las razones más importantes de la necesidad a corto plazo de reforzar el poder político y militar en la UE con el fin de respaldar al euro, cosa que intentan el proyecto de Constitución Europea y la nueva Estrategia de Defensa Europea (documento Solana) [7], sobre todo en un momento en que cae el dólar y se puede ir al garete todo el entramado monetario internacional. Si bien, el euro como se ha visto no dispone todavía de un poder político fuerte, ni mucho menos un poder militar potente que lo sustente. Y ello es observado también con enorme preocupación por los principales detentadores de capital a nivel mundial, sobre todo aquel de carácter financiero y más altamente especulativo, pues la mayoría de la riqueza mundial está hoy en día en activos denominados en dólares. Y es por eso por lo que, ante una previsible caída del dólar, y ante el temor de que el euro no responda como es debido por lo que el precio del oro está subiendo. El euro, a pesar de todo su afianzamiento, no está actuando como depósito de valor indiscutible. Y eso lo aprovecha EEUU, que sabe que detrás de su moneda, a pesar de todos los desequilibrios económico-financieros que tiene, hay un fuerte poder político y militar (financiado todavía por el resto del mundo) que lo hace por el momento viable e insustituible. Y esta estrategia es apoyada por la venta de oro por parte de la Reserva Federal para controlar su subida, y hasta el Bundesbank está asimismo vendiendo oro con objetivos parecidos, es decir, para que no caiga bruscamente el dólar y que no se ponga en cuestión, de paso, al euro. No hay que olvidar que todas las divisas hoy en día están basadas exclusivamente en la confianza, al no tener ya ningún vínculo físico. Curiosamente potencias periféricas como China e India están comprando oro ante el temor de la devaluación de sus reservas en dólares [8] y a que el euro, hacia el que diversifican también parte de sus reservas, no responda quizás adecuadamente (Fdez Durán, 2003).

A esta inquietud se suma el hecho de que todavía no hayan entrado en el euro tres países de la UE. Dinamarca lo rechazó en referéndum en 2001. Y Suecia votó “No” también de forma clara en 2003. Lo cual puede dificultar aún más que la “euroescéptica” Gran Bretaña llegue a ingresar en el euro a corto plazo. Este hecho significa un serio revés para el euro, por el tamaño económico y sobre todo financiero del Reino Unido (y en concreto de la City de Londres [9]). Además, no ingresar en el euro podría llegar a poner en cuestión a medio plazo la primacía de la City en los mercados bursátiles europeos, desplazándose quizás poco a poco el centro de gravedad financiero de la UE hacia Frankfurt.. Blair, artífice de la neoliberalización de la socialdemocracia, y hombre del gran capital “británico”, que prometió integrar a Gran Bretaña en el euro y llevarla a la cabeza de la UE, no pasa precisamente por sus mejores momentos para convocar el polémico referéndum. Una consulta, además, que se enfrenta a un muy amplio rechazo ciudadano a la moneda única. El objetivo de Blair era imponer la influencia de Gran Bretaña en la UE a partir de su poderío financiero, su política de Defensa y su relación privilegiada con Washington (Verçamen, 2003), revalorizando su papel de plataforma principal de los intereses de EEUU en Europa, y sirviendo de rótula de los intereses comunes empresariales entre EEUU y la UE. Pero la polarización “Vieja Europa”-EEUU en la guerra contra Irak ha cortado la yerba bajo sus pies, aparte del barullo interno creado por las manipulaciones de su gobierno para involucrar al Reino Unido en las fuerzas de la “coalición”. Robin Cook, el dimisionario ministro de exteriores británico a causa de la guerra, lo definió de esta forma contundente: “Hicimos la guerra por razones de política exterior de EEUU y de política interior de los republicanos” (Cook, 2003), cosa en muy gran medida cierta, si bien se calló los posibles intereses de Gran Bretaña en esta guerra [10]. De cualquier forma, la guerra contra Irak, y la demencial posguerra, le están pasando una abultada factura a posteriori a Blair. Y el referéndum sobre el euro parece que queda postergado sine die.

Mientras tanto, Gran Bretaña seguirá siendo probablemente el principal freno para una “Europa de la Defensa”, lo que supondrá un serio handicap para el euro. Además, sólo la participación de Gran Bretaña haría “creíble” a escala mundial el “Proyecto Europeo de Defensa”, por su potencia militar. De cualquier forma, parece que en los últimos tiempos está cambiando en cierta medida la posición del gobierno Blair, tal vez como resultado de esta situación de encontrarse, de repente, en tierra de nadie y con una delicada situación interna. En otoño de 2003, se celebró una cumbre entre Blair, Chirac y Schroeder, en la que todo indica que se ha pactado un cierto apoyo de Blair a las tesis del eje francoalemán en materia de militar. Es decir, las bases para una “defensa” autónoma europea, que en determinadas circunstancias pudiera actuar al margen de la OTAN. Esta cumbre provocó una muy airada reacción de Washington ante el tímido acercamiento de Londres a las posiciones de Francia y Alemania. Ya lo hizo también en abril de 2003, en pleno conflicto de Irak, cuando los denominados por EEUU países “chocolateros” (Francia, Alemania, Bélgica y Luxemburgo) decidieron por su cuenta iniciar un embrión de la “Europa de la Defensa”. O cuando la UE aprobó, después de muchas tensiones internas, impulsar el programa de localización espacial Galileo, trascendental para poder llegar a tener una capacidad militar propia a escala global que no dependa del dominio del espacio de EEUU (con su sistema GPS). Pero ahora parece que hasta su amigo británico se distancia, en cierta medida, de Washington. No es de extrañar con la que está cayendo en Irak. Además, Blair necesita desesperadamente ganar como sea legitimidad interna.

Así pues, sin esos tres países (Gran Bretaña, Suecia y Dinamarca) el espacio de la moneda única se quedará circunscrito al Eurogrupo (12 países), y eso será un lastre para una mayor potencia y proyección del euro a escala global. Eso sí, se baraja quizás un Mister Euro (de acuerdo con la Constitución) que defienda el peso mundial de esta divisa en el G-8 y el FMI; sin embargo, los estatutos del FMI la hegemonía monetaria mundial de EEUU. Y este espacio estará rodeado por países en los que la influencia del euro será determinante, los tres díscolos mencionados, más los que forman parte del llamado Espacio Económico Europeo, esto es, que integran el Mercado Único (pues han aprobado todas sus directivas), pero que por el momento debido a la oposición interna no están en la UE: Noruega, Suiza e Islandia. Es más, muchos de los países a los que se ampliará en su día la UE están o estarán probablemente eurizados antes (es decir, el euro será su moneda de curso legal, al no poder defender la suya propia), como ya ocurre de forma minoritaria en la actualidad, con todos los inconvenientes y ninguna de las pretendidas ventajas de estar en el euro.

Los aspectos monetarios cumplen un papel decisivo en el nuevo capitalismo global crecientemente financiarizado. Todos los mercados financieros giran en torno al valor de las monedas. Y como ningún otro, el mercado de divisas, el mayor del mundo, el más especulativo, el más desterritorializado, y el que condiciona a su vez a todos los demás y a los propios Estados, depende cada día más de consideraciones y decisiones estratégicas, de carácter político y militar. Y las monedas se convierten en un elemento trascendental de la hegemonía económica, financiera, política y militar, y viceversa. La hegemonía de EEUU se mantiene hoy en día principalmente porque el dólar es todavía la divisa hegemónica mundial. Y el euro es un reto de primer orden a la hegemonía de EEUU. Pero la devaluación del dólar respecto del euro puede tener un efecto devastador. No estamos como en 1985 (cuando los Acuerdos del Plaza), pues hoy en día la deuda externa e interna de EEUU es verdaderamente astronómica, y una fuerte devaluación impediría financiarla y crearía un brusca quiebra de confianza. Llegado el caso podría llegar a ocurrir como en los “mercados emergentes” que ante la amenaza de una brusca devaluación los inversores internacionales pidieran que la nueva deuda de EEUU estuviera denominada en moneda extranjera (probablemente en euros), lo que sería el fin de la hegemonía del dólar. Además, la producción industrial tiene un peso relativamente limitado en la economía de EEUU (25% del PIB)(Giaché, 2003), que es la que más se podría beneficiar de una devaluación [11], y sobre todo lo que prima es la importancia de las transacciones en los mercados financieros y el papel que un dólar fuerte cumple respecto a las mismas. Esta amenaza de devaluación brusca del dólar está incrementando las tensiones entre las dos orillas del Atlántico Norte. Es más habría que preguntarse si todavía EEUU y “Europa” configuran una comunidad de intereses.

Los conflictos comerciales entre EEUU y la UE en el seno de la OMC se han incrementado también en los últimos tiempos (guerra del acero, de la carne hormonada, competencia desleal de las transnacionales estadounidenses, guerra de los transgénicos, etc). Y en Cancún, en la última y fracasada cumbre de la OMC, aunque EEUU y la UE habían llegado finalmente a adoptar un cierto frente común ante los países periféricos, era la UE la que buscaba más afanosamente un acuerdo multilateral para imponer los intereses de sus empresas transnacionales y de su capital financiero, ante la incapacidad de la Unión de forzar la aceptación de esos intereses europeos de otro modo (CEO, 2003). EEUU es capaz de imponer dichos intereses mediante acuerdos bilaterales, debido a su enorme capacidad de “influencia” en el plano político-militar, cosa que no es el caso (todavía) en relación con la UE. Pero a la UE le es difícil imponer estas exigencias a los países periféricos debido a su debilidad política y sobre todo militar. Al final, en esta competencia acrecentada en los mercados globales en todos los ámbitos el componente militar se vuelve un elemento trascendental para garantizar los intereses de cada bloque. Y en la Unión Europea, al igual que ya ocurre en EEUU, los gastos de armamento y aquellos derivados de las intervenciones militares en el extranjero, que ya han empezado [12], terminarán por sacrificar los últimos restos del llamado Estado social. Sobre todo por los costes adicionales que suponen los ejércitos profesionales.

Y como colofón simplemente destacar un hecho “curioso” que enlaza con algunas de las tesis que se han defendido en este texto. Tras la derrota del PP, el Wall Street Journal tildó a los ciudadanos españoles de “cobardes”, por haberse plegado a la estrategia de Al Qaeda, defendiendo la postura y la ejecutoria del gobierno Aznar. Dos días después Aznar publicaba una carta de su puño y letra en dicho diario, que recordemos una vez más refleja los intereses de Wall Street (y del dólar). Poco después, el Financial Times publicaba en primera página (a cuatro columnas, de las cinco que tiene) una feroz diatriba contra el gobierno Aznar por la manipulación mediática que había llevado a cabo en relación con el 11-M, y resaltaba la madurez democrática de la ciudadanía en el Estado español. El Financial Times, a pesar de ser un diario británico (pero de gran proyección internacional), siempre ha estado a favor del ingreso del Reino Unido en el euro. Y en los últimos años ha abierto una edición en alemán (el Financial Times Deutschland), que refuerza su dimensión europea. Llama la atención constatar tamaña diferencia de criterio entre los dos principales periódicos financieros del mundo. Simplemente a constatar.

Bibliografía

  • BALANYÁ, Belén et al: “Europa, S. A. La Influencia de las Multinacionales en la Construcción de la UE”. Icaria. Barcelona, 2002.
  • CARCHEDI, Giugliemo: “For Another Europe”. Verso. London, 2001.
  • CEO (Corporate Europe Observatory): “Corporate Conquistadors in Cancún”.
  • COOK, Robin: “Dónde Están Las Armas”. En EL PAÍS, 6-6-2003.
  • FERNÁNDEZ DURÁN, Ramón: “Contra la Europa del Capital y la Globalización Económica”. Talasa. Madrid, 1996.
  • FERNÁNDEZ DURÁN, Ramón: “Capitalismo (Financiero) Global y Guerra Permanente”. Virus. Barcelona, 2003.
  • FMI: “Perspectiva económica mundial”. IMF, 2004.
  • GIACCHÉ, Vladimiro: “Guerra tra Capitale. Dollaro contro Euro: Ultime notizie dal Fronte”. 2003.
  • MAZZAFERRO, Francesco et al: “Il Ruolo Internazionale dell’ Euro: I Paesi Aderenti, la ‘Zona del Fuso Orario’” (Da Banca Centrale Europea). www.ebc.int.
  • VERCAMMEN, François: “America Limited vs Europe S.A”. En Inprecor, mars-avril, 2003.

[1] Este artículo forma parte de un número especial conjunto de las revistas Ecologista, Libre Pensamiento y La Lletra A, dedicado a difundir una reflexión crítica sobre la UE y las resistencias al «proyecto europeo», de cara al próximo referéndum sobre la Constitución Europea

[2] Aunque sí ha manifestado un gran éxito en el mercado de emisión de bonos (en euros), en la UE y fuera de ella.

[3] Este es el régimen de acumulación crecientemente financiarizado que se habría establecido a nivel mundial por parte de EEUU desde la década de los ochenta y que estaría basado en el tandem Dólar-Wall Street, basado en un dólar fuerte y un Wall Street fuerte, dos potentes polos que se reforzarían entre sí además mutuamente (Gowan, 2000).

[4] El déficit corriente (saldo de la balanza comercial de bienes y servicios, mas transferencias corrientes) alcanza ya casi un 6% del PIB y el déficit fiscal (ingresos menos ingresos del Estado) casi el 5% (FMI, 2004).

[5] Y China, el gigante asiático, reinvierte en bonos del tesoro de EEUU el enorme aflujo de dólares que obtiene vía venta de mercancías en el mercado estadounidense.

[6] Los países que adoptan el dólar (o el euro) como moneda de curso legal no sólo pierden los derechos de señoreaje vinculados a la emisión de dinero, sino que (si no tienen un abultado superávit comercial que les permita conseguir dólares o euros) se ven obligados a pagar intereses por los dólares (o euros) que circulan en su territorio (pues se ven forzados a incurrir en préstamos para obtenerlos).

[7] Para que la UE actuase como poder militar en el exterior sería preciso que al menos nueve países de la futura Unión respaldaran la intervención.

[8] Aunque China, en una actitud esquizofrénica, también esté comprando hoy en día dólares para impedir que su moneda se revalúe, con el fin de no perder penetración en el mercado de EEUU y a nivel global.

[9] La City es el mayor mercado financiero de la UE, el mayor mercado de divisas del mundo y la mayor concentración bancaria del planeta.

[10] Aparte de intentar preservar como sea su vínculo privilegiado con EEUU, que le reporta importantes beneficios, está la cuestión del control del petróleo en dicho territorio por parte de sus empresas (en concreto BP) y los intereses ligados al mundo financiero, pues entre otras razones la City es el segundo mayor mercado del mundo en dólares (eurodólares) y una fuerte devaluación de la divisa estadounidense repercutiría de forma muy negativa en la capitalización de dicho mercado (Fdez Durán, 2003).

[11] Y su protección se produce por otras vías, p.e. subida de los aranceles en el caso del acero, o en otro orden de cosas fuertes subvenciones a la producción agrícola. Ello es compatible con el intento de mantener un dólar fuerte, o relativamente fuerte.

[12] Ya ondea la bandera de la UE por primera vez en misiones militares de la Fuerza de Intervención Rápida en Macedonia y Congo, o la presencia del llamado Eurocuerpo en Kosovo y probablemente en Afganistán.