El embrión es una persona

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Todos los periódicos del mundo se han hecho eco recientemente de los experimentos de científicos surcoreanos que han conseguido clonar células de adultos para obtener embriones con fines terapéuticos. Ofrecemos un texto, de 1949, de Romano Guardini (1885-1968), que recoge el libro El derecho a la vida antes del nacimiento, editado en Italia por Morcelliana

Hoy se dice que hasta el centésimo día de la vida de un embrión no es todavía un verdadero ser autónomo, sino una formación que pertenece al organismo de la madre. Si se examina sin prejuicios esta declaración, se observa que responde a determinados intereses, y que se funda en una concepción mecanicista del ser vivo. ¿Qué pasaría si alguien dice que un vegetal no puede ser considerado como tal hasta que no toma claramente las características de un árbol? Se respondería que es un absurdo, porque los seres vivos proceden de un inicio simple, de la división de una célula o de la unión de dos, pasando por una serie de transformaciones hasta el pleno desarrollo morfológico, para después pasar por diferentes fases de estabilización y decaimiento, hasta la muerte. Las primeras células poseen ya, de hecho, toda la potencialidad estructural de la vida futura; tienen en potencia todas las formas por las que se sucederá no sólo el desarrollo embrionario, sino también el nacimiento, al infancia, la edad madura y la decadencia física.

Una concepción mecanicista verá al hombre sólo como algo externo, como una máquina. Una consecuencia de esta visión es que el ser hombre no tendría una esencia dada, sino que sería algo enmarcado en una graduación –superior o inferior–, en la medida en que se acercase o alejase de un determinado optimum, la situación suprema de riqueza formal y energía vital. De este modo, cuanto más primitivo fuese el estadio embrionario, menos humano sería. Esta concepción también se puede proyectar a etapas posteriores del individuo; así, cuanto más enfermo, débil y desventurado sea un individuo, menos puede pretender el carácter de humano, según esta visión. De esta manera, ya sólo quedaría fijar el punto en el que iniciar la eliminación de las formas de vida más débiles, no sólo las embrionarias, sino también las postnatales. Hay que recordar que la teoría y la praxis de un pasado no muy lejano llegaron a esta conclusión de manera efectiva y con plena conciencia, admitiendo el espantoso concepto de vida privada de valor vital. Las primeras víctimas fueron los enfermos mentales, seguidos de los enfermos incurables –de hecho, muchos de ellos fueron asesinados–, los ancianos y los discapacitados para el trabajo. En este punto, la dignidad de la existencia del hombre ya había sido dejada atrás, debido a semejante mentalidad y barbarie dura y cruda.

En realidad, el nacimiento y la muerte, la plenitud y la decadencia, la salud y la enfermedad pertenecen a ese todo que llamamos hombre. Son elementos de la totalidad de nuestra existencia, que no es, de hecho, solamente naturaleza, sino también historia. La enfermedad soportada con valentía, y la negativa a rendirse, de la que nacen la bondad, la sabiduría y la madurez, son valores más vitales que una concepción de la salud que se convierte en brutal, y que una pericia técnica que elimina la existencia.

Romano Guardini


Pre-embrión: otra mentira más

La teoría gradualista considera que, en su desarrollo, el individuo pasa de un estado indiferenciado y confuso a la adquisición gradual de su identidad. Esta teoría comenzó en Inglaterra, con el Informe Warnock, el primer texto en el que apareció la expresión pre-embrión. Si se presta atención, los biólogos que elaboraron ese Informe no pueden negar que la definición de pre-embrión es fruto de una decisión deudora de factores no definidos y, por ello, no científicos. «La división temporal de los diferentes estadios de desarrollo del embrión –dice el Informe– es difícil; una vez que el desarrollo se ha iniciado, no hay estadio particular que pueda ser considerado más importante que otro: todos forman parte de un proceso continuo. Por eso, desde un punto de vista biológico, no se puede identificar un estadio particular y exacto del embrión, de modo que se pueda considerar uno en el que el embrión no deba ser mantenido con vida. De todas maneras, se ha convenido que en este asunto deba ser tomada una decisión, con el fin de tranquilizar la ansiedad pública en torno a este tema». El utilitarismo es el principio orientador de muchos laicistas y de muchos políticos que persiguen, a toda costa, el satisfacer determinados intereses o un beneficio electoral.

Elio Sgreccia
Presidente de la Academia Pontificia para la Vida
en Corriere della Sera