El exilio de Dios la búsqueda de una religión a la carta en el siglo XXI

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De ser una figura principal en la Historia de las civilizaciones, ha pasado a estar «ausente, distante e incluso inexistente»; ¿por qué Dios no genera interés en las sociedades del siglo XXI?

La era hipertecnológica y la sociedad narcisista que generan las redes sociales han provocado una «cultura del yo» que privilegia los estados emocionales del ser humano, sus deseos y anhelos, y cada uno termina siendo su propio dios…

Ernestina de Champourcin, poeta vitoriana de la Generación del 27, regresó de su exilio y la tarea que se le ofreció fue grande. Una España de 1976 y una oferta: editar una antología de poesía dedicada a lo que a lo largo de la Historia de las civilizaciones se ha considerado lo más Alto: Dios en la poesía actual, le pidió la Biblioteca de Autores Cristianos. Y allí se congregaron algunos de los autores que hoy se consideran esenciales en la literatura en lengua castellana: Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Federico García Lorca, Rubén Darío, Vicente Aleixandre, Gloría Fuertes… Como aquel San Manuel Bueno Mártir que dejó escrito el mismo Unamuno -el pensamiento de un sacerdote que asiste atónito a la pérdida de su fe- había en aquel volumen, más que respuestas, preguntas, alientos y dudas.

Es la estela que han continuado, en este año que se termina, Carmelo Guillén Acosta y José Julio Cabanillas, que de la mano de la editorial Rialp publican ahora una antología de título homónimo, Dios en la poesía actual. Pero cómo se piensa en ese Alto es hoy distinto a 1976. «¿Dónde vamos a encontrar a esos poetas en esta época?», se preguntaron los antólogos. «Ni aun buscándolos con un candil, como el cínico griego buscaba un hombre en la plaza en hora de mercado. Habrá, a lo sumo, cuatro o cinco poetas que hayan tratado el tema de Dios, pero cuatro golondrinas no hacen verano», admiten en su prólogo. ¿Quién, más allá de un credo, e incluso más allá de su propia fe o creencia, se pregunta hoy por lo Alto? ¿Quién tiene dudas o una fuerte emoción dentro de sí como para preguntarse por Dios en el siglo XXI?

Según nuestra tradición y cultura, hoy es la noche en que alumbra y viene a alumbrarnos. Pero, «en el transcurso de estos últimos 70 años, se ha producido un giro copernicano en el seno de nuestras culturas: el Dios oficial dado por supuesto se ha convertido en un Dios extraño, ajeno, distante, y para muchos, incluso inexistente. ¿Significa eso que Dios ha dejado de tener presencia y eficacia […], que ya no suscita el interés de las sociedades del siglo XXI?». Son estas las comillas que acompañan un libro de la editorial catalana Fragmenta cuyo título podría dar por finalizado este reportaje que oscila entre el pudor y el respeto: El exilio de Dios.

Lo publicó hace poco el monje Lluís Duch y quiso (¿Dios?) que falleciera en el lapso de tiempo en que Papel le pidió una entrevista y ésta iba a formalizarse. En paz descanse quien advirtió: «En contra de lo que, por parte de muchos, se pretendía en los años 60 y 70 del siglo XX -un Dios, una fe o un cristianismo sin religión-, en la actualidad sucede exactamente lo contrario: una religión sin Dios. Se busca con ahínco, al margen de Dios o, al menos de las imágenes del Dios de la tradición judeocristiana, una religión a la carta cuyo destinatario último suele ser el mismo ser humano, sus variables estados emocionales, su frecuente afán, descontrolado e impaciente, de vivencias, su aguda inapetencia y desmovilización social e iniciativa». Es decir, nosotros y la psicología positiva, ese preguntarse: ¿Cómo puedo estar mejor? El estado del bienestar, o su tiranía, el narcisismo que desde que existen redes sociales no deja de analizarse. ¿Un mundo de pequeños dioses?

Habrá que respirar. Quizá ayude recordar un poema que aparecía, precisamente, en aquella antología de Ernestina y que escribió la poeta Ángela Figuera Aymerich; se llamaba Unidad y decía: Si el amor nos hiciera poner hombro con hombro / fatiga con fatiga / Y lágrima con lágrima, / si nos hiciéramos unos. / Unos con otros.

El poeta Jesús Montiel, presente en la nueva antología Dios en la poesía actual y que, en breve, publicará el poemario El amén de los árboles, lo analiza así: «El Génesis sucede en cada época, en cada sociedad, en cada circunstancia. La paradoja siempre es actual: queremos encontrar a Dios, queremos que Dios exista y nos ame, sentirnos hijos, criaturas, pero nos apartamos de Dios cada día, actuamos como si no existiera, nos hacemos dioses […]. Sólo una cosa es extraordinaria en esta época: hoy sí somos conscientes de nuestra finitud como especie, de la finitud de nuestro planeta, del universo; esta conciencia de la propia fugacidad, de la debilidad de la creación, es algo inédito en la Historia que está transformándolo todo».

Rebeca Yanke

Fuente de la Noticia en EL Mundo