El FORO SOCIAL 2004: Globalización e inseguridad social

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Joseph Stiglitz critica fuertemente el ´fundamentalismo de mercado´ de los economistas y de los responsables políticos. Ironiza sobre el hecho de que en momentos en que los economistas del FMI están reconociendo públicamente ciertos perjuicios de la liberalización financiera, los responsables de la OMC retoman la antorcha de esta liberalización en el cuadro de las negociaciones concernientes al AGCS.

Por Gérard Duménil
Fuente: ALAI https://www.alainet.org/

La sesión plenaria ha concentrado un panel de participantes que vienen de horizontes muy diversos, entre los cuales está un sindicalista mexicano y varios intelectuales prestigiosos como Samir Amin y Joseph Stiglitz. Todos están de acuerdo en el hecho de que uno de los mayores efectos de la globalización es el aumento de la inseguridad social a diversos niveles.

Antonio Tujan (Filipinas) comienza por mostrar que la globalización se explica por el hecho de que las empresas capitalistas tienen necesidad de abrirse a los mercados de los países del Sur. El paradigma dominante del neoliberalismo, que está fundado sobre la idea de «mercado total», introduce la inseguridad social por tres mecanismos:

– La mercantilización del trabajo: el trabajo es considerado como una mercancía y debe permitir a las empresas adaptarse a las obligaciones de la concurrencia internacional por su flexibilización. Lo que conlleva a una precarización de los trabajadores y aumenta su inseguridad.

– La privatización de la protección social: un sistema de protección social a dos velocidades está puesta en escena, con un régimen público de base para los más desprovistos y un sistema privado para las capas sociales más acomodadas. Esta evolución vuelve a poner en entredicho la garantía de una misma cobertura de riesgos para todos.

– La mercantilización de la agricultura: la mayor parte de la población de los países del Sur vive de una agricultura de subsistencia tradicional. La apertura obligada de las fronteras, y la concurrencia de la agricultura subvencionada de los países ricos arruina a los agricultores del Sur.

Cecilia López (Brasil) indica que las grandes potencias han permitido la elección de Lula, con la condición de que él no haga reformas importantes y que desarrolle políticas destinadas a asegurar la estabilidad económica y a garantizar la seguridad de los inversionistas extranjeros. Solo son toleradas las políticas sociales destinadas a resolver con urgencia los problemas más extremos.

Benedicto Martínez (México) testimonia, a partir de su compromiso sindical, cómo el acuerdo de libre intercambio con Estados Unidos (TLCAN) ha degradado las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores mexicanos y no ha aportado los beneficios anunciados del libre intercambio, es decir la creación de empleos y salarios decentes. Explica que el aumento del desempleo proviene en parte de la relocalización por parte de las multinacionales norteamericanas, de las maquiladoras de México hacia China. Es una ilustración adicional de la inseguridad que la mundialización coloca sobre los hombros de los trabajadores.

Joseph Stiglitz demuestra, por su lado, el vínculo entre mundialización e inseguridad social. Denuncia que el tema de la inseguridad no figura en la agenda de las organizaciones internacionales. Esta inseguridad social está vinculada directamente a las políticas neoliberales: liberalización financiera, privatización y reformas de los mercados laborales en el sentido de la flexibilización. Critica fuertemente el «fundamentalismo de mercado» de los economistas y de los responsables políticos. Ironiza sobre el hecho de que en momentos en que los economistas del FMI están reconociendo públicamente ciertos perjuicios de la liberalización financiera, los responsables de la OMC retoman la antorcha de esta liberalización en el cuadro de las negociaciones concernientes al AGCS.

El economista indio Prabhat Patnaik estigmatiza las falsas ideas de la mundialización. Por ejemplo, es erróneo considerar que los Estados se han retirado del juego de la mundialización. En realidad, los Estados guardan su poder, pero ellos en adelante lo ponen al servicio de los intereses dominantes de los dueños del capital financiero. Otra idea falsa: creer que el desarrollo puede ser fundado sobre el libre intercambio, cuando se sabe que ello solo se da en el caso muy particular donde el intercambio tiene lugar entre dos países de talla y del nivel de desarrollo comparables.

Samir Amin levanta un cuadro de lo que él llama «el capitalismo realmente existente», un mundo de polarización creciente y de pauperización. El describe el asalto que actualmente se perpetra a aquella mitad de la humanidad que vive de la agricultura. El término «genocidio» está solo adaptado. El sistema imperialista contemporáneo es el hecho de la «triada» Estados Unidos, Europa y Japón. En este nuevo orden mundial, la OMC hace la figura de un ministerio de las colonias, el FMI del ministerio de las finanzas, el Banco Mundial del ministerio de la propaganda, mientras que los Estados Unidos provean las fuerzas armadas. Pero otro mundo es posible, uno mejor, pero también uno potencialmente aún más repulsivo. De allí el llamado para la formación de un frente común por la justicia social.

La intervención más radical viene de Trévor Ngware, militante sudafricano, para quien el único medio de devolver la seguridad a los trabajadores es el de rechazar no solamente el neoliberalismo, sino al capitalismo en general. Los partidos políticos y las organizaciones sindicales no están en condiciones de promover este cambio. Solo los movimientos sociales son susceptibles de asumir una posición radical en la lucha contra la inseguridad social.

* Gérard Duménil y Dominique Plihon. ATTAC, Francia