El multimillonario Lorenzo Mendoza paga el viaje del Principe Felipe y Leticia

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LORENZO MENDOZA, poseedor de una de las mayores fortunas del mundo, prestó su mansión antillana y su avión particular a Don Felipe y a Letizia en su polémico viaje en Semana Santa, según ha sabido CRONICA. Este venezolano conoce muchos de los encuentros secretos del Heredero. Es dueño del escaño 115 de la lista Forbes, la de los ricos más ricos del mundo. Y ahora que el Príncipe se casa, Lorenzo Mendoza será uno de los 1.400 invitados junto a Gustavo Cisneros, su gran rival cervecero. Uno representa a la Polar y el otro a la Regional

Por CARMEN DUERTO

Desde aquella primera entrevista en ABC, seria y en profundidad, que Luis María Anson le hacía a don Felipe de Borbón con 17 años en Zaragoza para lavar la imagen de un Príncipe que empezaba a salir mucho en las revistas del corazón hasta hoy, Don Felipe no se ha librado de la estampa frívola y del sambenito de ir acompañado por un supuesto séquito de amigos descerebrados y pijos.

A pesar de los denodados esfuerzos por mantener su vida privada al margen de la pública, lo cierto es que no consigue desprenderse de esa aureola de bon vivant que le acompaña desde la adolescencia.

Cuando parecía que las cosas empezaban a cambiar y sentaría la cabeza gracias a «la vocación de servicio a los españoles» y a su próximo matrimonio, los periodistas de Miami revelan un incidente al que Don Felipe y su prometida no quieren dar más importancia: fueron registrados, ellos y sus maletas, en el aeropuerto internacional antes de tomar un vuelo regular con Iberia para regresar a Madrid, procedentes de Nassau en vuelo privado. En el momento en que los policías de aduanas se aplicaban al registro de la real pareja, Don Felipe y Letizia fueron reconocidos por el alcalde de Miami-Dade, Alex Penelas, que medió para que el ultraje cesara. Don Felipe intentó calmarlo. Comprendían el registro porque habían avisado tarde a las autoridades aeroportuarias y preferían ser registrados a romper el anonimato. En su buena voluntad, el alcalde de Miami-Dade sacó a la luz estas vacaciones incógnitas. Y toda una serie de elucubraciones de la prensa rosa sobre un supuesta (y falsa) celebración de la despedida de soltero.

EL AMIGO MISTERIOSO

El incidente de las maletas dejó al descubierto dos secretos: por un lado, unas estupendas vacaciones en las Antillas, que no aparecen en la agenda oficial; y, por el otro, un misterioso amigo millonario propietario del avión privado, no descubierto hasta la fecha. El último acto oficial en la agenda del Príncipe era el jueves primero de abril. Almuerza con el Gobierno en funciones. Hasta el día 11, cuando asiste a la misa de Pascua en la catedral de Palma, tenía la agenda libre.

En La Zarzuela ni confirman ni desmienten las actividades privadas del heredero, pero desde el domingo 4 de abril al jueves 8 viajó a las Antillas con Letizia Ortiz. Les acompañaba una pareja de amigos y cuatro guardaespaldas. ¿Por qué Barbados? Un misterioso amigo del Príncipe le ofreció unas vacaciones lejos de paparazzi y del reconocimiento público. ¿Quién es ese millonario, empresario suramericano, que pone la casa de Barbados, el barco y el avión privado? Algunos le confunden con Gustavo Cisneros, pero no es otro que Lorenzo Alejandro Mendoza Giménez, dueño del escaño 115 de la lista Forbes, la de los ricos más ricos del mundo.

Mendoza es lo menos dado a la publicidad que uno pueda imaginarse. Lo conocí durante el año que pasé documentándome para escribir Príncipe de corazones. Me sorprendió su discreción, sobre todo comparándolo con su competidor, Cisneros, también millonario, también venezolano e invitado, igualmente, a la boda del 22 de mayo.

No es la primera vez que Mendoza echa un capote al Príncipe. Ya lo hizo cuando todos los paparazzi le buscaban desesperadamente por los hoteles de París. Su acompañante de entonces era Eva Sannum. La pareja se les había esfumado delante de sus teleobjetivos. Estaban en el piso, propiedad de Lorenzo Mendoza, en la elegante avenida George V.

CONSEJERO AMOROSO

También le prestó el hombro y supo decirle lo que de hombre a hombre se dice cuando a uno le dan calabazas. Gwyneth Paltrow prefirió su trabajo como actriz a continuar la real relación. Mendoza estuvo al tanto de los escarceos con la modelo Gigi Howard. La norteamericana también conoció el piso de París.

El Ingeniero, como se le apoda, no ha dudado nunca en poner a disposición de su amigo el apartamento de Nueva York o las casas del Caribe, como la utilizada esta Semana Santa junto a Letizia Ortiz.

El avión de Mendoza, que la semana pasada les llevó de Nassau a Miami, también fue utilizado para el viaje a La India con Eva Sannum. Ese avión ha salvado a Don Felipe, en muchas ocasiones, de ser descubierto en sus viajes privados.

Lorenzo Mendoza lidera la tercera generación de unos empresarios auténticos. Gente emprendedora, que «ama la presión», saben trabajar en equipo y valoran a su gente. El abuelo Mendoza Fleury comenzó en la industria del jabón y se pasó a la cerveza gestando el imperio Polar, conocido por el oso blanco de su emblema. Lorenzo Alejandro Mendoza Giménez nace en Caracas en 1965, es ingeniero industrial por la Universidad de Fordham en Nueva York, está casado con su prima María Alexandra Pulido y tiene seis hijos: Alejandra, Lorenzo, Ana Mercedes, Cristóbal, Santiago y Sofía.

Paradójicamente, en vez de vivir en el Country Club, que es lo más de su ciudad, residen en un piso del barrio caraqueño de Altamira. Una zona tranquila de chalecitos sin ostentaciones. Lorenzo es un gran deportista: le gusta esquiar en nieve y en agua, el béisbol, correr y el tenis. Además, igual que Letizia, es un lector empedernido de historia contemporánea iberoamericana.

Mendoza es lo más alejado a un pijo descerebrado que uno pueda imaginarse. Los 4.500 millones de dólares en los que se calcula su fortuna no le hacen sacar los pies de la tierra. Vive sin ostentaciones ni alharacas, y este «incidente de las maletas reales», que le saca a la luz, no habrá sido bien digerido.

Cuando era joven, en vez de pasárselo bomba haciendo lo que otros ricos hacían en el Country Club de Caracas, él descargaba camiones de la cervecería Polar o sacos en la fábrica de harinas para arepas (la paella venezolana) y aprendía los engranajes de su negocio desde abajo. No en vano su padre se había especializado en Psiquiatría por la Universidad de Madrid y sabía lo difícil que es educar a un niño rico. Para evitar tonterías le hizo posar los pies en la tierra bien pronto, lo que Lorenzo le agradecería enormemente, porque enseguida tuvo que poner en práctica lo aprendido. Cuando él todavía está estudiando la carrera en Nueva York, su padre, Lorenzo Alejandro Mendoza Quintero, murió repentinamente a los 55 años y su madre, Leonor Giménez de Mendoza, Tita, hoy al frente de la Fundación Polar, toma las riendas de un imperio empresarial compuesto por unas 40 filiales y aproximadamente 17.000 empleados. Cinco años dura la regencia de doña Leonor, que le pasa el testigo de los derechos dinásticos a su hijo mayor en 1992. Desde entonces es El Ingeniero.

¿Cómo llega el Príncipe a Lorenzo Mendoza? Todo comienza cuando Javier López Madrid, amigo del heredero, realiza a principios de los años 90 un máster en Business Administration y conoce a Lorenzo Mendoza. La distancia, la ausencia de la familia, el mismo idioma, la unión de los emigrantes, ricos, pero emigrantes al fin y al cabo… Así se fragua una fuerte relación de amistad.

López Madrid llega al círculo íntimo del Príncipe cuando se ennovia con Silvia Villar Mir, amiga de toda la vida de Don Felipe e hija de Juan Villar Mir, abogado e ingeniero y ministro de Hacienda con Arias Navarro.

López Madrid y el Príncipe hicieron buenas migas durante un safari por Kenia. Y hasta hoy. Por eso, cuando el Príncipe y las Infantas decidieron viajar a Venezuela, el mejor valedor, guía y cicerone no podía ser otro que el amigo de su amigo. Y ahora que el Príncipe se casa, Lorenzo Mendoza será uno de los 1.400 invitados junto a Gustavo Cisneros, su gran rival cervecero. Uno representa a la Polar y el otro a la Regional.

Llegan de nuevo los socialistas y con ellos reaparece Cisneros. Isidoro no tiene nada que temer, porque no hay Galerías que comprar y porque esta nueva campaña de imagen, con asistencia a boda real incluida, a lo mejor es sólo el primer escalón para conseguir otros intereses más elevados. ¿Una presidencia, quizás? Que tiemble Chávez.

Carmen Duerto es autora de «Príncipe de Corazones» (La Esfera de los Libros).