El PRIMER PASO hacia la PAZ es ACABAR con el HAMBRE

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El mensaje es claro: no habrá paz hasta que la gente tenga lo mínimo para comer.

Cuando acabó la Guerra Fría hace 10 años, todos esperábamos el comienzo de una era de paz. Sin embargo, lo que obtuvimos fue una época de guerra.

¿Por qué la paz ha sido tan escasa en esta década? Examinando los conflictos que se han dado en los últimos años en el mundo -excepto en el caso de Kosovo- se puede llegar a la conclusión de que la mayoría de las guerras de la actualidad están impulsadas por la pobreza, no por las ideologías.

La devastación ocurre principalmente en países cuyas economías dependen de la agricultura pero carecen de los medios para hacer de sus cultivos algo productivo. Estos son los países en vías de desarrollo como Sudán, Congo, Colombia, Liberia, Perú, Sierra Leona y Sri Lanka, países con áreas rurales sumidas en la pobreza donde la malnutrición y el hambre están a la orden del día.
Este hecho sugiere un camino para la paz obvio pero frecuentemente ignorado: elevar el nivel de vida de los millones de campesinos que viven en la pobreza incrementando la productividad agrícola. La agricultura no sólo da de comer a los que se dedican a ella, sino que también crea puestos de trabajo que aumentan los ingresas. Estimular la actividad agrícola es el motor que pone en marcha el crecimiento económico y el desarrollo global de un país, pavimentando la carretera que lleva hacia la paz.
Los líderes de los países desarrollados deberían hacer que la comida estuviera siempre asegurada como prioridad. En el nombre de la paz, es imprescindible que tanto los países desarrollados como los subdesarrollados apoyen las investigaciones culturales y mejoren las prácticas de cosecha, particularmente en naciones que suelen estar diezmadas por la sequía y por el hambre. El mejor ejemplo es la India, que ha conseguido escapar a la violencia garantizando a los ciudadanos la suficiente comida para vivir, a pesar de ser una de las naciones más pobres del mundo.

El mensaje es claro: no habrá paz hasta que la gente tenga lo mínimo para comer. Las personas hambrientas no suelen ser personas pacíficas. Las inversiones que hoy se hagan en investigaciones agrícolas pueden cultivar la paz del mañana.
Por Jimmy Carter