«Ella nos juzgará» – muerte por hambre en Venezuela

3589

El domingo por la tarde me llamó Blasina para comunicarme que Loriannis del Carmen Lisboa había muerto. ¿Cómo?, ¿de qué?. De hambre, me dijo.

Loriannis acababa de cumplir  un año. Vivía con su hermanita de 7 años, su mamá de 26 años y con su abuela y cuatro hijos jóvenes de ésta. En una casita de dos habitaciones sin agua. Ninguno iba a la Escuela. Ninguna de las mujeres adultas trabajaba porque no encontraban en qué (me consta que lo intentaron). Yo les conocía mucho porque frecuentaban la casa parroquial.

Loriannis, como su hermanita y primos, apenas se alimentaba porque su mamá no podía darle pecho. Entre esto y que el agua con que le hacían los teteros no estaba siempre esterilizada, padecía frecuentes diarreas que la fueron deshidratando hasta que no aguantó más y se fue mientras dormía en su casita con más de 30 grados de calor.

La tarde del domingo y los días posteriores no dejaban de venirme los mismos pensamientos: cuando llegue mi juicio en la hora de mi muerte y esté frente al Señor, Loriannis va a estar en ese tribunal y me interrogará: ¿hiciste lo que debías para evitar mi muerte?

Los vecinos de Loriannis reaccionaron rápidamente: le hicieron un féretro de madera, se lo acolcharon con sábanas usadas pero muy limpias, buscaron flores, llenaron de telas blancas las paredes de la sala de la casa de la familia de Loriannis, buscaron café, azúcar, vasitos, hicieron un caldo para los niños… y en ningún momento dejaron sola a la familia.

El martes la enterramos en una fosa hecha también con la solidaridad de muchos vecinos, llevando su féretro en una camioneta prestada, con oraciones por la mamá, la hermanita y los demás familiares porque Loriannis ya está en el cielo. Porque ella nos juzgará a todos.

Tenía un año.

Dios nos perdone.

Hasta mañana en el Altar

Carlos Ruíz de Cascos, Misionero del Movimiento Cultural Cristiano en Venezuela (Desde la Misión)

Nota: La urna se la hicieron los propios vecinos con madera y las vecinas se la acolcharon con sábanas y espuma usadas. La familia es pobrísima: madre (abuela) con cuatro hijos y la hija mayor con dos bebés (una la que murió). Solas y sin trabajo ni sustento.

Hazte socio de nuestro proyecto misionero

Para contactar con nosotros, por favor, rellene el formulario correctamente. Una vez recibido nos pondremos en contacto con usted a la mayor brevedad posible.