Elogio de los ‘marxistas’ ratzingerianos

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Reconocen la aportación del Papa a la cultura, a la visión del hombre.

El programa informativo «Dossier», del telediario de RAI2, se centró hace unos días en la figura de Benedicto XVI. Es un reportaje que subraya aspectos menos conocidos, como la visita a una cárcel romana y las reacciones de los detenidos. Quizás la parte que más me interesó fue la dedicada a los «marxistas ratzinguerianos», algunos intelectuales italianos de inspiración marxista que afirman sin medias tintas que encuentran en Benedicto XVI una guía moral e intelectual del mundo actual. Son Giuseppe Vacca, presidente de la Fundación Istituto Gramsci; el jurista Pietro Barcellona, ex diputado del Partido Comunista Italiano; Mario Tronti, padre del «operaismo» italiano y presidente del Centro para la Reforma del Estado; y Paolo Sorbi, ex-lider del movimiento «Lotta Continua».

Estos intelectuales escribieron hace poco más de un año una carta abierta al mundo católico y de la izquierda italiana que dio lugar a un debate sobre la «emergencia antropológica» del momento presente. Son muy críticos con la izquierda por haber cedido ante las culturas libertarias para las que no existe otro derecho que el derecho individual. Del magisterio de Benedicto XVI subrayan especialmente el rechazo del relativismo ético y el concepto de valores no negociables. Rodeados de carteles de inconfundible sabor comunista y de fotografías de Togliatti y Berlinguer, dos de esto intelectuales (Tronti y Vacca) dicen en el reportaje cosas como que el Papa es el mayor intelectual político en el escenario europeo y que la encíclica “Caritas in veritate” es uno de los grandes textos que se pueden leer sobre globalización.

Al margen de sus afirmaciones, con las que se podrá estar de acuerdo o no, me ha parecido muy significativo que esas personas -en principio bastante lejanas e incluso culturalmente antagonistas de la fe católica- lean con tanta atención lo que dice y escribe el Papa. No cabe duda de que hablan con conocimiento de causa. Son intelectuales honrados. Esto es un dato asombroso cuando, por desgracia, en el debate público se acostumbra a hablar sin escuchar (no digamos ya sin leer…) y bajo condicionamientos mentales a lo Pavlov, es decir, esas reacciones automáticas ante lo que presuntamente se supone que está diciendo el otro.